domingo, 31 de julio de 2022

El Ejército hispánico del Condado del Rosellón, en 1640

 
Iniciada la revuelta del Principado de Cataluña en 1640, los tercios hispánicos, que estaban allí de guarnición tras la campaña de Salces (o Salses), se retiraron hacia el norte, siendo hostigados continuamente por los payeses catalanes. Estos tercios se fueron concentrando en el Rosellón catalán, por considerarlo más seguro; allí se unen a las guarniciones de las principales plazas fuertes que la Monarquía española mantenía en ese territorio (Perpiñán, Colliure y Salces).
Mientras el rey Felipe IV formaba un ejército para poner fin a la rebelión de los catalanes, que se pondría al mando del marqués de los Vélez (ver la entrada anterior), los tercios que estaban refugiados en el Rosellón defenderán el territorio combatiendo a los franceses. De hecho, a finales de septiembre de 1640, estos tercios, al mando de Juan de Garay, intentarán tomar la población de Illa. Los hispanos realizaron 2 asaltos que fueron rechazados, resultando el mismo Garay herido, por lo que finalmente tuvieron que levantar el asedio días después. El soldado y cronista portugués Francisco Manuel de Melo relata el incidente:
 
"Salió el Garay de Perpiñán a los últimos de septiembre con suficiente número de infantería, algunos caballos y cuatro piezas [artillería] de campaña. (...) Amaneció sobre el lugar [Illa, o Ille-sur-Tet en francés], batióle sin efecto; pretendió romper una puerta por la furia de un petardo [explosivo para derribar puertas o paredes estrechas]; nada salió como se esperaba, bien que Juan de Arce gobernaba aquella facción; defendiéronse briosamente los de adentro. Retiróse el Arce herido del golpe de una piedra, y el Garay, reconociendo en la resistencia de tan pequeño lugar la industria de Monsiur de Aubiñí [D'Aubigny] (...) que la defendía con hasta seiscientos hombres franceses y catalanes, no quiso proseguir (...) en este tiempo hizo venir de Perpiñán cuatro cañones enteros y dos cuartos [de cañón]; aumentó sus tropas hasta número de seis mil infantes y seiscientos caballos, y con los tercios de la guardia del rey, que gobernaba el Arce y Don Felipe de Guevara, y el de Don Leonardo Moles, llenos de la mejor infantería que entonces tenía España en ningún ejército. Volvió segunda vez sobre Illa pocos días después de haberse levantado della; dispuso sus baterías [de artillería] y la batió furiosamente. 
(...) trató Don Juan [de Garay] de que el tercio gobernado por el Guevara embistiese al lugar, ganando la entrada (...) Los capitanes y soldados del tercio, suspensos con el desorden, no se determinaban a embestir; impaciente entonces el Garay, dicen que bajó desde donde estaban mandando, y poniéndose delante dellos, (...) recibió Don Juan un mosquetazo en la mano derecha y otro en el peto [de la coraza], de que cayó herido, (...) Retiróse con pérdida considerable a Perpiñán, melancólico y temeroso de lo venidero."

Una muestra que se tomó en Perpiñán a los tercios alojados en el Rosellón, en noviembre de 1640, recoge cada una de sus unidades y el número de efectivos de que se compone:
 
 
Infantería hispánica alojada en el Condado del Rosellón (nov. 1640)
Unidad Compañías Efectivos
Regimiento español del Conde-Duque, al mando
de Juan de Arce
24
1.054
Regimiento español de la Guardia de S. M., al
mando de Felipe de Guevara
26
1.546
Regimiento español del Marqués de la Hinojosa y
Conde de Aguilar
17
823
Tercio español de Diego Caballero de Illescas --
795
Tercio español del Conde de Molina, al mando de
Baltasar de Rojas y Pantoja
--
885
Tercio español "viejo" de Aragón
--
673
Compañía española de Juan Fernández Balbás
1
73
Tercio valón del Barón de Molinghien (o Molinghem) --
1.051
Tercio irlandés del Conde de Tyrconnell --
567
Regimiento alemán del Barón de Seebach
--
1.150
Tercio italiano de Leonardo Moles --
1.155
Tercio italiano del Marqués de la Excelencia
--
402
Tercio italiano de Domenico Concubilette
--
917
Tercio italiano de Carlo Dacia --
412
Tercio italiano de Alfonso Mosto --
562
Tercio italiano de Gerolamo Tuttavilla --
766


12.831
 
 
 
En los 2 años siguientes, el Rosellón catalán será conquistado por los franceses. Así en 1641, un ejército francés, al mando del príncipe de Condé -el padre del futuro vencedor de Rocroi (o Rocroy)- invadirá el Rosellón, tomando la villa de Canet, y después la plaza de Elna, que estaba defendida por el tercio de Concubilette, tras un asedio de 15 días. En noviembre, el ejército francés, al mando del mariscal de Brézé -nombrado a la sazón "vice-roy de Catalogne"-, hace efectivo el bloqueo de Perpiñán. Sin embargo, un cuerpo de ejército hispano desembarca en Colliure, al mando del marqués de Torrecuso, y consigue, tras varios combates, socorrer la plaza con víveres y municiones (enero de 1642).
 
Izquierda: Detalle del plano del castillo de Salces (o Salses), grabado por Sébastien de Pontault, señor de Beaulieu, hacia 1680. Salces era una de las plazas fuertes que la Monarquía española mantenía en el Rosellón, habiendo soportado varios asedios en 1639 y 1640, para ser conquistada definitivamente por los franceses en 1642.
Derecha: Vista por satélite del castillo de Salces, el cual se mantiene en la actualidad con la misma fisonomía. (Fuente: Google Earth)

 
En abril de 1642, un ejército francés, al mando del mariscal La Meilleraye, toma la plaza de Colliure, defendida por el marqués de Mortara, tras casi un mes de asedio. A continuación, el ejército de La Meilleraye, junto con el mismo rey Luis XIII de Francia, y el cardenal Richelieu, inician el asedio formal de Perpiñán. La plaza española estaba defendida por el propio general del Rosellón, el marqués de Flores Dávila.
Se decidió enviar un nuevo socorro, esta vez por tierra, con un cuerpo de ejército al mando del marqués de Povar. A finales de marzo, Povar partió de Tarragona con su pequeño ejército; pero, tras varios combates, fue rodeado por los franco-catalanes cerca de Villafranca del Penedés. Así, Povar se vio obligado a rendirse, con toda su oficialidad y sus tropas.

El Rey de Francia decidió someter y rendir Perpiñán por hambre, sin realizar asalto alguno. Al no poder recibir socorro, el hambre y la enfermedad se cebó con la guarnición y la población de la ciudad, llegándose a dar casos extremos de coprofagia y canibalismo. Así lo recoge la crónica de Miguel Parets:

 "Llegó la hambre y la necesidad a tal extremo, que que no hallándose alimentos casi a precio alguno, (...) los soldados enfermos [comían] las pajas de los jergones [colchones]: de éstos murieron más de mil y ochocientos de pura hambre; otros se alimentaban de los excrementos de persona después de secos, y hubo soldado que de esto sólo vivió más de ocho días. (...)
 A tanto obligó la codicia o la necesidad de los soldados, que desenterrando los cadáveres recientemente enterrados, y hechos cuartos, los vendían en la plaza en vez de carne de caballo, que no creo haya ni llegue a verse en historias mayor inhumanidad; y esto es tan verdadero, que por confesión de los mismos reos quedó probado en proceso a tres que los ajusticiaron por ello, (...) Una mujer castellana vivía amancebada [soltera en pareja], y la encontraron en una esquina dando muerte con una destral [hacha pequeña] a una niña de unos nueve años, y llevándola al suplicio, confesó haber muerto un niño y comídoselo ella y su mancebo."

Tras un largo bloqueo de 10 meses, en septiembre de 1642, la guarnición hispánica de Perpiñán, muy reducida por las bajas, se rinde al mariscal La Meilleraye. Después, La Meilleraye asedia la plaza de Salces (o Salses), que rinde Benito Enríquez de Quiroga a los pocos días de asedio. De este modo la Monarquía española perdía el condado del Rosellón, quedando definitivamente en manos de Francia con el Tratado de los Pirineos (1659).  
 
 

Grabado satírico francés mostrando la difícil situación que afrontaba la Monarquía española en la década de 1640: en guerra con las Provincias Unidas de los Países Bajos y con Francia, y teniendo que afrontar revueltas separatistas en Cataluña y Portugal. El grabado representa la pérdida de varias plazas hispánicas: Breda (1637), Perpiñán y Salces (1642), y Thionville (1643).
En el medio un noble español está arrodillado y pidiendo clemencia, mientras a la izquierda un soldado francés -representado con sus adornos, plumas y característicos pantalones- le despoja de su capa, que representa las plazas de Thionville y Perpiñán; y un rebelde portugués le quita su sombrero, que representa Portugal, sublevada en 1640. A la derecha un soldado holandés le despoja de su "ropilla", que representa la plaza de Breda; y un rebelde catalán le ha quitado sus pantalones, que representan a Cataluña, en abierta rebelión desde 1640. La indumentaria del portugués y el catalán tiene una clara influencia española. Al fondo se puede ver la plaza de Perpiñán y su ciudadela -izquierda y centro- y la plaza de Salces (o Salses) -derecha- ambas conquistadas por el ejército francés, que es reproducido por todo el campo. (Grabado impreso por Alexandre Boudan, hacia 1643, Rijksmuseum)



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NOTA1: La mayor parte de estas unidades ya habían combatido anteriormente en el Rosellón catalán, durante la campaña por la liberación de Salces (1639-1640). A Baltasar de Rojas y Pantoja le hemos visto posteriormente como Maestre de campo general del Ejército real de Galicia (1662). Juan de Garay ostentará el mando supremo del Ejército real de Extremadura (1641-1643). Y al marqués de Torrecuso le vimos en la entrada anterior secundar el mando durante la invasión de Cataluña por el marqués de los Vélez.

Todas las unidades españolas tienen más hombres que en la muestra de abril de 1640, justo antes que estallase la revuelta; lo cual indica que han sido reforzados en el Rosellón, ya sea incluyendo los efectivos de alguna unidad disuelta o reformada, o con nuevos reclutas traidos allí por mar.
Lo mismo ocurre con el tercio valón de Molinghen y los tercios italianos de Moles y Tuttavilla, que tienen adscritos más hombres a sus tercios. El tercio irlandés de Tyrconell es el que muestra haber perdido hombres en esos meses, y no haber sido reforzado, faltando en su tercio 26 soldados en noviembre.
 
NOTA2: La guarnición de 3.000 soldados hispanos con que contaba Perpiñán, la mayoría castellanos, quedó muy reducida por el asedio, saliendo por su propio pie tan sólo 500 de ellos. Así lo refiere la crónica del artesano catalán Miguel Parets:
 
"(...) empezó a salir la guarnición, precediendo ciento y sesenta carros cargados, que según todos aseguraban llevaban mucha riqueza; las seis piezas de artillería medianas, y sólo quinientos hombres salieron que pudieran sustentarse sobre sus pies, y aun era milagro, según lo pálido y flaco y decaído se miraban. Salieron también más de doscientas mujeres castellanas (vergüenza es decirlo, pero más lo fuera no decir la verdad):"
 

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