lunes, 19 de junio de 2017

El Ejército expedicionario español del Duque de Alba, enviado a Flandes en 1567


En la entrada anterior se hacía referencia a la expedición del duque de Alba a Flandes en 1567, que inició el llamado "Camino español".

Tras la revuelta declarada en los Países Bajos, Felipe II decide sofocarla mediante el envío de los tercios españoles al mando del duque de Alba. Los cuales, una vez dominada la rebelión, allanarían el camino para una futura visita a los Países Bajos del Rey, que concedería el perdón general.
La gobernadora de los Países Bajos, Margarita de Parma, con los nobles leales del país y varios regimientos valones sofocó el levantamiento, comunicándoselo al rey Felipe II en abril de 1567. Sin embargo Felipe II no dio marcha atrás, incluso ese mismo mes el duque de Alba ya había partido de Aranjuez hacia Cartagena, donde embarcaría con un contingente de soldados levados o reclutados en la Corona de Castilla en las galeras genovesas de Juan Andrea Doria, zarpando rumbo a Génova a finales de abril.
Refiere Bernardino de Mendoza, cronista y militar, que participó en la expedición, que: "En estas galeras se embarcaron en Cartagena quince banderas [compañías] de Infantería Española de Bisoños [novatos], y dos en Tarragona, que eran en todo diecisiete, (...)"
Los reclutas serían enviados a las guarniciones de Italia, para sustituir a las unidades veteranas de españoles acantonadas allí, las cuales formarían el ejército con el que el duque de Alba acudiría a los Países Bajos.

Las distintas unidades se concentraron en Alessandria della Paglia. En Asti, Alba pasó revista al ejército expedicionario compuesto de los tercios veteranos españoles y el 18 de junio emprendió la marcha.
En Saboya pasa por Turín, la capital; cruza Susa y los Alpes por el Mont Cenis (24 de junio), para llegar a Chambéry a finales de mes.
La primera semana de julio entra en el Franco-Condado, donde pasa por Lons-le-Saunier y por Dole, pero no por Besançon, su capital. Comenta Bernardino de Mendoza que en el Franco-Condado se agregaron "las cuatro compañías [de jinetes borgoñones] que su Magestad mandó se levantasen [reclutasen], número de cuatrocientos caballos, (...)"
A finales de julio entran en Lorena, donde el duque de Lorena salió con su corte de Nancy, la capital, a visitar al ejército expedicionario. A primeros de agosto llegan a Thionville, donde Alba es recibido por parte de los nobles flamencos leales. El duque de Alba atraviesa Luxemburgo y, finalmente, el 22 de agosto entra en Bruselas.
La gobernadora Margarita, que se oponía al envío desde España de un ejército extranjero a los Países Bajos, cuando éstos ya se hallaban pacificados, presentó su dimisión.


Pierre de Bourdeille, señor de Brantome, soldado francés que había combatido en el Peñón de Vélez de la Gomera (1564) al servicio de los españoles, describe en sus memorias la apariencia de los soldados españoles de Alba a su paso por Lorena. Se deshace en elogios a los soldados españoles, y su atuendo, con las armas y armaduras doradas y grabadas, que los hacía parecer capitanes. También señala como Alba había dotado una parte de ellos con los grandes mosquetes, en aquel momento una innovación en la infantería, ya que, en principio, antes sólo fueron usados en los asedios:

"(...) d'une petite et gentille troupe de braves et vaillans soldats bien choisis des terzes de Lombardie, de Naples, de Siciles, de Sardaigne, et d'une partie de celuy de la Golette, montant le tout à dix mille hommes de pied, tous vieux et aguerrys soldats, tant bien en poinct d'habillement et d'armes, la pluspart dorées et l'autre gravées, qu'on les prenoit plustost pour capitaines que soldats: et fut luy le premier qui leur donna en main les gros mousquets, (...)"

Brantome se acercó a saludar a sus camaradas de la campaña de Vélez de la Gomera (entre ellos Julián Romero), además de poder ver a los famosos soldados que habían participado en el socorro de Malta (1565):

 "Je les vis alors passans par la Lorraine, et les y allay veoir exprès en poste, tant pour leur renom, qui en resonnoit et relentissoit par tout, que pour y revoir aucuns capitaines et soldats que j'avois veus et cogneus en l'armée que le roy d'Espaigne avoit envoyé à Malthe, (...)"

También describe a las mujeres que acompañaban al ejército, dice de ellas que eran guapas y bravas como princesas:

"Plus, il y avoit quatre cens courtisanes à cheval, belles et braves comme princesses, et huict cens a pied, bien en point aussi."

En su obra "Rodomontades", Brantome indica de los soldados españoles que "van vestidos y ataviados como reyes", y de nuevo elogia a los "soldados viejos" o veteranos de Alba:

"Comme de vray, il n'est pas possible de voir chose si brave comme j'ay veu d'autres fois les vieux soldats des terzes de Naples, de Seicile, de Lombardie, de Sardaigne, voire de la Gollette quand ilz la tenoient."

Y en su obra "Disciplina Militar", el propio Sancho de Londoño -quien mandó el tercio de Lombardía en la expedición de Alba- señala los símbolos de identificación que debían portar los soldados del duque en sus vestiduras, al menos desde 1568, año en que realizó su escrito:

 "Que ningún soldado, ni otra persona, habiendo enemigos en campaña, ande en el ejército sin cruz, o banda roja cosida, so pena de castigo arbitrario, porque no trayendo las cruces o bandas, cosidas pueden andar espías seguramente."


El siguiente documento señala una muestra del ejército expedicionario de Alba. Desde su creación como unidad organizativa militar, el tercio debía tener teóricamente unos 3.000 soldados. Sin embargo, a lo largo de los siglos XVI y XVII, su tamaño irá decreciendo, llegando a varios cientos de soldados por tercio al final del siglo XVII. Así lo atestigua Sancho de Londoño en su "Disciplina Militar":

 "Los tercios aunque fueron instituidos a imitación de las tales legiones [romanas], en pocas cosas se puede comparar a ellas, que el número es la mitad menos, y aunque antiguamente eran tres mil soldados, por la cual se llamaban Tercios, y no Legiones, ya se dicen así, aunque no tengan más de mil hombres, antiguamente había en cada tercio doce compañías, ya en unos hay más, y en otros menos:"

Así, los tercios que Alba condujo a Flandes rondan de media las 10 compañías, aproximándose a los 2.000 soldados por tercio.








General: Fernando Alvarez de Toledo, Duque de Alba

Segundo: Chapín Vitelli, Marqués de Cetona

Efectivos: (Unos 9.000 infantes y 1.000 jinetes)


   Tercio español de Nápoles, al mando de Alonso de Ulloa
   Tercio español de Sicilia, al mando de Julián Romero
   Tercio español de Lombardía, al mando de Sancho de Londoño
   Tercio español de Cerdeña, al mando de Gonzalo de Bracamonte


Caballería al mando de Hernando Alvarez de Toledo, Prior de San Juan


Entrada del duque de Alba en Bruselas. En el grabado se muestra, en primer plano, varias de las unidades de caballería ligera que Alba condujo a Flandes, la gran mayoría de lanceros, menos 2 compañías españolas que eran de arcabuceros montados (Montero y Montañés). En el centro de ellas, el duque de Alba ("Hertzog von Alba"). Arriba, al fondo, vienen mostradas al menos dos unidades de infantería, una de lanceros a caballo y otra de arcabuceros montados. (Grabado de Franz Hogenberg)


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NOTA1: Bernardino de Mendoza arroja cifras muy parecidas a las presentadas en el documento:

   T. de Nápoles (19 compañías)-------- 3.230 soldados
   T. de Sicilia (10 compañías)----------- 1.620 soldados
   T. de Lombardía (10 compañías)---- 2.200 soldados
   T. de Cerdeña (10 compañías)-------- 1.728 soldados

   Total Inf. (49 compañías)---------------- 8.780 soldados

   Caballería (12 compañías)-------------- 1.200 soldados


En la expedición figuraban varios italianos: Chapín Vitelli, maestre de campo general; Gabrio Serbelloni (o Gabriel Cervellón), general de la artillería; y Paciotto de Urbino, como ingeniero. Además, la caballería estaba integrada por unidades españolas, italianas y, al menos, una albanesa (Basta).

NOTA2: A partir de la segunda mitad del siglo XVI, tras el final de las guerras de Italia, el destino en la península italiana era muy popular para el recluta español. Pero para el rey era el lugar donde adiestrar sus tropas, a la vez que guardaban sus posesiones en suelo italiano y se creaba una especie de "fuerza de intervención rápida": En las guarniciones de Italia los reclutas se habituaban a la vida militar y al entrenamiento, fogueándose en los frentes del Mediterráneo u otros frentes secundarios de la Monarquía, antes de ser enviados al frente de Flandes, menos popular, donde existía "guerra viva" o contínua. Este sistema de reemplazos de la Monarquía española lo indica Bernardino de Mendoza de los reclutas enviados por Alba a Italia:

"(...) y allí [Génova] de las diecisiete banderas señaló cuatro que se juntaron con las demás del Tercio de Cerdeña, que hicieron la jornada [a Flandes], dejando las trece en los Presidios [guarniciones] de Lombardía."


NOTA3: Bernardino igualmente atestigua la novedad introducida por Alba de incluir mosqueteros en las compañías de infantería:

"En estas banderas mandó el Duque se repartiesen quince mosquetes por compañía, (...) Arma de que no se servía hasta este tiempo la milicia Española, sino en las plazas que el Rey nuestro Señor tiene en Berbería;"