lunes, 23 de diciembre de 2013

Banderas del ejército palatino-bohemio de Federico V, Conde del Palatinado



Estandarte de caballería del Palatinado




Estandarte de caballería de Bohemia




Estandarte del Regimiento de coraceros de Ernesto de Mansfeld






1, 2 y 3- Banderas de infantería de las milicias del Palatinado y de Bohemia


lunes, 16 de diciembre de 2013

Uniformes de la batalla de la Montaña Blanca


Tradicionalmente se considera que Gustavo Adolfo de Suecia fue el introductor de los uniformes regimentales en la guerra de los 30 años, al ser nombrados algunos de sus regimientos por colores (regimiento "azul", "amarillo", "rojo", "verde"...). Sin embargo, algunos historiadores piensan que el nombre de cada regimiento haría referencia al color de sus banderas (las cuales sí son conocidas), en lugar de referirse al color de la indumentaria de los soldados. También se conocen los casos de regimientos divididos por colores en los ejércitos protestantes de Ernesto de Mansfeld y de Cristián IV de Dinamarca. Pero muy poco es conocido acerca de la uniformidad en el bando imperial y bávaro.

Según era costumbre en la Edad Moderna, y como muestra la obra documental y pictórica de esa época, cada soldado vestía como quería (y como buenamente podía). No había reglamentación específica para la uniformidad de un ejército, limitándose únicamente a los distintos simbolos identificativos que debían portar en campaña (iconografía específica en las banderas; bandas y plumas de un determinado color etc.).

Sin embargo, una serie de 4 pinturas, ubicadas en Santa María della Vittoria (Roma), que recoge diferentes fases de la batalla de la Montaña blanca (1620), muestra una cierta uniformidad en el ejército coaligado imperial de Bucquoy y de la Liga Católica de Tilly. Las pinturas son atribuídas a Snayers, pero su autoría no queda clara, incluso en el número de autores.
La obra no sólo presenta colores regimentales; además, algunos de los regimientos muestran en lo que parece un "capotillo" o una "sobrevesta" (casaca de mosquetero) cruces de Borgoña o de San Andrés. Los imperiales utilizaban en sus banderas la cruz de Borgoña; los bávaros de la Liga Católica acabaron incorporándola en las suyas, y en la batalla participaron unidades auxiliares hispánicas, las cuales también utilizaban la cruz de Borgoña como símbolo.

También ocurre que, en al menos dos de los regimientos representados, parece coincidir el color del "capotillo" o la "sobrevesta" de los soldados con el de las banderas que portan. Las bandas, fajas y plumas de los oficiales son de color rojo (imperiales y auxiliares hispánicos), azul y amarillo (bávaros de la Liga Católica).
En el caso del ejército protestante de Federico V del Palatinado -formado por checos (bohemios, silesios y moravos), alemanes y caballería transilvana- algunos de sus regimientos son mostrados con colores, con las bandas, fajas y plumas de los oficiales de color naranja y verde oscuro (o negro).


Soldados bávaros de la Liga Católica, portan cruces blancas de San Andrés en las "sobrevestas". (1ª Fase)


Regimiento "gris" y regimiento "rojo", ambos de la Liga Católica. (3ª Fase)


Regimiento lorenés de Floreinville con "capotillos" o "sobrevestas" amarillas, al lado del regimiento bávaro de Bauer, de azul. (2ª Fase)


Regimiento "azul" bávaro de la Liga Católica. (1ª Fase)


Regimiento bávaro con la cruz de Borgoña blanca en la "sobrevesta", arriba regimiento "amarillo" de la Liga Católica. (3ª Fase)


Regimientos imperiales, el de la derecha porta cruces de Borgoña negras sobre el "capotillo" o la "sobrevesta". (4ª Fase)



En la obra pictórica de la guerra de los 30 años, no suele aparecer ninguna uniformidad de manera tan clara como en esta serie de pinturas. Quizá pudieron ser realizadas en base a las descripciones de algún "testigo vista" de los acontecimientos. En la batalla participó alguna unidad auxiliar florentina y napolitana; aparte, la iglesia donde está depositada la obra pictórica fue consagrada a la Virgen María después de la batalla de la Montaña Blanca.
En este caso, esto reflejaría una cierta uniformidad, tanto en las tropas imperiales como en la de los rebeldes checos, en los primeros años de la guerra, y que a lo largo de la misma se iría perdiendo, debido a la falta de recursos por la dureza del conflicto.

Pero también, pudiera ser que esta obra refleje unidades vistas por el autor (o autores) en Italia; y que en la acaudalada Italia de la época, lejos de los duros y largos enfrentamientos que se daban en el centro de Europa, hubiese los recursos necesarios para tener a las distintas unidades, que estaban en su suelo, bien abastecidas y proveídas de todo lo necesario. Lejos de los soldados, a veces andrajosos y harapientos, de Vrancx o de Snayers, quizá el autor pintó a los soldados que veía en Roma.