domingo, 23 de abril de 2023

Estandartes capturados a la caballería española en la batalla de Lérida (1642)

 
En 1642 se tomó la determinación de que el rey Felipe IV de España acudiera al frente aragonés para dar impulso a la campaña militar en Cataluña, como así hiciera el Rey de Francia acudiendo a la campaña del Rosellón.
El viaje fue lento, a finales de mayo el propio Rey de España y su Corte había llegado a Cuenca; y de allí, a finales de junio, la comitiva real se dirigió hacia Molina de Aragón.
El 17 de julio ocurrió un incidente cuando el Conde-duque de Olivares pasaba revista a las tropas, en las afueras de Molina: cuando una salva fue disparada, una bala perdida dio en su coche. No se pudo dilucidar si fue o no intencionado el disparo al coche del Conde-duque. 
A finales de este mes el rey Felipe IV llegó a Zaragoza, tras casi 4 meses de su salida de Madrid. El Conde-duque entró en la ciudad en calidad de "Capitán general de la Caballería de España, y Teniente de su Majestad en los ejércitos".
 
Bufón enano de la Corte, pintado por Velázquez. Algunos investigadores le atribuyen ser el enano llamado "el Primo", quien fue herido levemente cuando acompañaba al Conde-duque de Olivares en Molina de Aragón, al impactar una bala en su coche.
 
 
Ante la pérdida de Perpiñán en el Rosellón, el rey Felipe IV ordenó que se emprendiera la campaña contra la plaza de Lérida (o Lleida). El Ejército realista español de Cataluña, al mando de los marqueses de Mortara y de Torrecuso, tenía que dirigirse desde Tarragona hacia Lérida. Y el cuerpo de ejército reunido en Zaragoza, al mando del marqués de Leganés, debía avanzar desde Fraga hasta Lérida.
A primeros de octubre, los 2 ejércitos hispanos se juntaron en Torres del Segre, quedando Leganés al mando del conjunto, e iniciaron la marcha hacia Lérida, enfrentándose en las afueras de la ciudad al ejército franco-catalán del general La Mothe-Houdancourt.
Aunque la batalla fue indecisa, el resultado de la misma quedó a favor de los franceses, que mantienen sus posiciones. Si bien durante la batalla ambos bandos se arrogan pocas bajas para sí (y mayores en el contrario), la retirada del ejército español a través de los Monegros fue penosa, produciéndose cuantiosas bajas debido a la escasez de provisiones, enfermedades y deserciones. Así lo relata Matías de Novoa, ayuda de cámara de Felipe IV y cronista real:

"(...) el ejército comenzó a padecer hambre, y a deshacerse, buscando en los otros lugares sustento, (...) venían por los caminos, así infantes como caballos, helados de la hambre, sin calor y sin fuerzas, cayéndose muertos por los caminos, y los que pudieron llegar a Zaragoza , en solos huesos y el pellejo, caían en los hospitales, y de alli, gastadas las mismas entrañas, sin poder tener el espíritu, daban en la sepultura, (...) con tan lucido ejército y campo, que en breves horas deshizo la hambre, la necesidad, por la imprudencia y falta de gobierno: 4.000 castellanos cayeron al pié de este achaque, salvándose sólo aquellos que se hallaron con fuerzas y caudal."
 
Grabado francés del siglo XVII que reproduce la batalla de Lérida (o Lleida). La ciudad que da nombre al enfrentamiento se encuentra en el lateral izquierdo (letra "H"), junto al ejército franco-catalán. El ejército realista español está a la derecha de la composición. En las 4 esquinas se representan escenas de las demás victorias obtenidas ese mismo año de 1642 por el ejército francés: La sumisión de Sedán -en el norte de Francia- y la conquista de las plazas de Colliure, Perpiñán y Salces (o Salses), en el Rosellón. (Grabado atribuido a Nicolas Regnesson)
 

La campaña militar no logró la conquista de Lérida. En diciembre, cuando el Conde-duque regresó a la Corte real de Madrid, su coche dio un rodeo, para evitar así posibles protestas del pueblo. El pobre resultado obtenido coadyuvó, entre otros factores, a su caída como valido -o primer ministro del Rey- en enero de 1643.
El marqués de Leganés fue responsabilizado por la derrota en Lérida, y tras la caída en desgracia de su primo el Conde-duque, fue cesado del mando del ejército, siendo sustituido en el cargo por Felipe de Silva.


En la batalla de Lérida, los franco-catalanes capturaron varias enseñas militares de los realistas castellanos. Una relación de la batalla, escrita por el cronista catalán Miguel Parets, describe con todo detalle 2 estandartes de caballería apresados, que según su tipología pertenecerían al "Trozo" o agrupación de las Ordenes militares, que se distinguió en la batalla al mando de don Rodrigo de Herrera:

 "Tomáronsele seis estandartes y cuatro banderas; de aquéllos se enviaron dos a París, bordados en el uno la imagen del Apóstol Santiago en medio, y en los cuatro lados los escudos de las Ordenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa; en el otro, la Cruz de Santiago y una bandera: lo demás repartió el Mariscal [La Mothe-Houdancourt] entre los pueblos vecinos, que así lo pedían para memoria del combate."



Estandartes de caballería española apresados en la batalla de Lérida (o Lleida): Diseño y colores especulativos.







_______________________________
NOTA1: El cronista Diego de Soto y Aguilar indica que un incidente de "fuego amigo" provocó la derrota de Lérida (o Lleida): durante la confusión del combate, una parte del ejército realista español acometió y derrotó a otra parte de su propia caballería, que confundió con la enemiga, ya que estaba uniformada de color rojo al igual que los jinetes franceses. De la relación de Novoa también se supone este incidente de "fuego amigo":

"(...) metiéndose todo a gran confusión y ruina, de suerte que unas compañías nuestras, con otras de las mismas, sobreviniendo la noche, se embestían y se hicieron pedazos:"

No hay comentarios:

Publicar un comentario