domingo, 28 de noviembre de 2021

El asedio portugués de Badajoz en 1658

 
La ciudad de Badajoz, principal plaza fuerte militar del Ejército de Extremadura, era un objetivo codiciado para los rebeldes portugueses. Así, éstos la sitiaron infructuosamente por poco tiempo en 1643; y en una entrada anterior hablamos de la campaña de 1657 en el frente extremeño, donde el conde de San Lorenzo, con el ejército rebelde portugués, asaltó sin éxito Badajoz, para finalmente tenerse que retirar, ya que no pudo evitar que el duque de San Germán, general del Ejército español de Extremadura, se apoderara de Olivenza.
En cambio, para la nueva campaña de 1658, los portugueses pensaron en atacar de nuevo Badajoz. Para ello se reunió en Elvas un ejército de 18.000 soldados y 20 cañones. Así, en junio de 1658, el ejército portugués, al mando de Méndez de Vasconcelos, se dirigió a Badajoz y comenzó el sitio de la ciudad. 
 
Jerónimo de Barrionuevo, en sus "Avisos" de junio de 1658, indica el tamaño del ejército portugués:
 
 "Dícese le han venido al ejército del Rebelde ahora para Badajoz 3.000 soldados viejos [veteranos] del Brasil, e infinidad de víveres y municiones, y que tiene hoy 18.000 infantes y 2.600 caballos, y que el General está resuelto a perderlo todo ó señorearse de Badajoz, aunque no le quede hombre;"

El sitio de Badajoz, cuartel general y base de operaciones del Ejército de Extremadura, puso en alerta a la Corte de Madrid, que decidió la formación de un ejército de socorro, que tardó en organizarse 3 meses. Mientras, el asedio continuaba y, primeramente, los portugueses sitiaron el fuerte exterior de San Cristóbal, que protegía el puente sobre el río Guadiana:

 "Vino correo de Badajoz de los 14 de éste, avisando que el enemigo batía el fuerte de San Cristóbal, que tiene de guarnición 400 infantes y 200 caballos, que arrojaba bombas a la ciudad, sin hacer efecto ninguno; (...)
 A 17 de éste estaba el Portugués a tiro de pistola del castillo de San Cristóbal, y le arrojaba a él y a la ciudad bombas y trabucos [especie de morteretes] con que le barría las calles y todas las obras muertas y había ganado las primeras fortificaciones de la puente, (...)" (Avisos, junio de 1658)
 
Fuerte de San Cristóbal, visto desde las murallas de la ciudad de Badajoz, al otro lado del río Guadiana. Durante las operaciones de asedio en 1658, la guarnición de Badajoz divisaría a sus compañeros sitiados en el fuerte. (Foto del autor) 
 

El alto mando del Ejército de Extremadura quedó encerrado en Badajoz, allí estaban el duque de San Germán, Capitán general de Extremadura, y el duque de Osuna, general de la caballería. Y la guarnición, que alcanzó los 6.000 hombres, al ser reforzada con diversas unidades que se trajeron a la ciudad, antes que el cerco portugués se completase. Así Barrionuevo nos dice:
 
"(...) y los tercios del armada aún no habían llegado, y de 29 compañías de las milicias de Sevilla llegaron 180 personas solamente; otros dicen 200, y de las demás de Extremadura sucede lo mismo, que los traen por fuerza, y de la noche a la mañana no queda hombre, (...)" (Avisos, junio de 1658)
 
"Y se dice que en Badajoz hay de 4 a 6.000 hombres, y que de 400 hombres que les enviaron de Ciudad-Rodrigo, llegaron 100, y de 300 caballos del Duque de Medinaceli, 100 y 20 desmontados, (...)" (Avisos, julio de 1658)
 
El duque de San Germán se apresuró a organizar la defensa, enviando a Mérida a los civiles que no podían coger las armas:
 
"(...) y en Badajoz había 4.000 personas, entre hombres y mujeres, y el Duque de San German había enviado la suya a Mérida y toda su casa y 30 acémilas [mulas de transporte] cargadas de riquezas, (...)" (Avisos, junio de 1658)

"De Badajoz han sacado toda la gente inútil, viejos, niños y mujeres y haciendas, y la han llevado a Mérida." (Avisos, julio de 1658)
 
Los portugueses dieron varios asaltos al fuerte exterior de San Cristóbal, sin que pudieran tomarlo:
 
 "Domingo 23 de éste llegó correo de Badajoz, avisando que el Portugués había dado 18 asaltos generales al fuerte de San Cristóbal (...) y cogido un fuerte que llaman el Bonete, que le desampararon los de Andalucía que le guardaban, y que de ambas a dos partes ha habido muchas muertes (...)" (Avisos, junio de 1658)

Detalle de un mural de azulejos pintados del siglo XVII, que muestra el asedio portugués al fuerte de San Cristóbal, que protegía el puente sobre el río Guadiana. Dos banderas con la cruz roja de San Andrés señorean las fortificaciones españolas. Mientras que varias banderas con la cruz de Cristo ondean en las tiendas y en los fortines de asedio de los portugueses. (Anónimo, Palacio del Marqués da Fronteira, Lisboa)

 
El mismo duque de Osuna estuvo a punto de morir ahogado en una escaramuza, al vadear el Guadiana, atacando un convoy de provisiones de los portugueses:
 
"(...) y que a los 19, viniéndole un convoy de Yelbes [Elvas], salió a él el Duque de Osuna con su caballería, y que le cortaron [mataron], y apresaron 200 caballos [jinetes] nuestros, y que al retirarse, (...) llegando el Duque a punto de ahogarse, que lo hiciera, si no le sacara a nado un caballo valiente que llevaba, muriendo a su lado Don Fernando de Carvajal, su teniente, y apresando a D. Lope Beltran, capitán de su guarda, y a D. García Sarmiento, de corazas, y a otros muchos; y que a los 20, día del Corpus, picado el Duque de Osuna de la pérdida del día pasado, había embestido a dos tercios suyos [terços rebeldes portugueses] a las diez de la noche, matándole y apresándole mucha gente de ellos, (...)" (Avisos, junio de 1658)
  
Desde Badajoz se envió un contingente de socorro al fuerte de San Cristóbal, con el que rechazaron a los portugueses, después de un duro combate que produjo muchas bajas en ambos bandos:
 
"(...) a las nueve de la noche, llegaron a aquella plaza los dos tercios de la armada, uno del Marqués de Lanzarote y otro de D. Gualtero Bergan [Dungan], irlandés, y que de allí a tres horas en punto de media noche embistió el enemigo el fuerte, y ganó la línea, bonetes [obras exteriores del fuerte] y estacada, y puso 60 escalas, peleando hasta las cuatro de la mañana, retirándose a aquella hora con pérdida de más de 2.000 hombres, muriendo de los nuestros, entre otros muchos, el Marqués Lanzarote, que acababa de llegar, y cuatro capitanes de caballo del tercio de D. Jerónimo de Quiñones, y su Sargento mayor, y D. Lorenzo Serrano, también Capitán, valentísimo hombre, y que nos apresaron muchos cabos, y a D. Juan Enríquez, sobrino de la mujer de Totavila, y que D. Ventura de Tarragona desde el fuerte les arrojaba barriles de pólvora con cañutos de balas de mosquete, que iban rodando, llevándose de calle 50 y 60 hombres, ingenio grande como granadas, que retiraron 70 carretas de muertos, fuera de los que quedaron en el foso y fortines, que eran a montones, y de los prisioneros que cogimos se sabe habrá perdido desde que llegó de 4 a 5.000 hombres, (...)" (Avisos, junio de 1658)
 
El tercio del marqués de Lanzarote era el segundo tercio de la Armada, en el frente de Extremadura, formado por soldados españoles. Antonio Paniagua se hizo cargo del tercio tras la muerte de su padre en el asedio:
 
 "Dió Su Majestad el tercio del Marqués de Lanzarote a un hijo suyo que se halla sirviendo la de Capitán de caballos en Badajoz, dentro de la plaza." (Avisos, julio de 1658)

Izquierda: Detalle de un mapa del asedio portugués a Badajoz en 1658, donde se muestra con el número "1" el fuerte exterior de San Cristóbal y la línea atrincherada que unía el fuerte con el puente de Palmas. La letra "B" indica las líneas atrincheradas de ataque de los portugueses -o aproches- dirigidos contra el fuerte. (Mapa anónimo español del siglo XVII)
Derecha: Vista por satélite del antiguo fuerte de San Cristóbal, en el cerro que da su nombre, sobre el río Guadiana. (Fuente: Google Earth)


Ante la imposibilidad de tomar por asalto el fuerte de San Cristóbal, los portugueses pasaron a cercar Badajoz por completo, con la intención de rendirla por hambre. Para ello se rodeó la ciudad con una línea atrincherada de circunvalación, unida con pequeños fuertes y cuarteles:
 
 "El Portugués tiene hecha legua y media de cordón [fortificado] y 15 fortines en el Veales [¿?]. Lo más cierto es que son 18 fortines." (Avisos, junio de 1658)

Los portugueses acabaron agotados por la resistencia de la plaza, y además se produjo una epidemia en el campamento que diezmó al ejército. Por otra parte los rigores del verano extremeño obligaba a los portugueses a ocultarse bajo tierra:

 "Dícese van echando el cordón [de asedio] a Badajoz, y que se cubren con toldos de lienzo y hacen cuevas para las inclemencias del sol, y que les han venido dos tercios [portugueses], uno de mulatos y otro de estudiantes, (...)" (Avisos, julio de 1658)
 
El sitio de Badajoz fue duro, y la guarnición fue disminuyendo por las deserciones:
 
"(...) y que nos hacen en la ciudad mucho daño, donde sólo tenemos 3.500 infantes y 1.600 caballos, (...)
 Esperaban los de Badajoz el tercio de la armada de D. Melchor de la Cueva y algunas otras compañías que envía el Duque de Medinaceli, y avisan que si llegan 20 de socorro, se vuelven 30." (Avisos, julio de 1658)
 
Detalle de un mural de azulejos pintados del siglo XVII, que muestra la plaza de Badajoz asediada por los portugueses. El detalle muestra el puente de Palmas sobre el Guadiana, que conectaba la ciudad con el fuerte de San Cristóbal. Arriba a la derecha se reproduce el cerro del Viento ("OUTEIRO.DOVENTO"), donde los portugueses plantaron una batería de artillería que hacía daño a las defensas españolas. (Anónimo, Palacio del Marqués da Fronteira, Lisboa)
 
 
Los lusos fueron tomando los fuertes exteriores de las afueras de Badajoz; combatiéndose duramente en el fuerte de San Miguel, posición que tomaron los portugueses tras rechazar un socorro enviado desde Badajoz, liderado por los propios duques de San Germán y de Osuna. Barrionuevo, en sus "Avisos" de julio de 1658, enumera la toma de algunas de estas posiciones:
 
 "Ayer vino correo de Badajoz avisando haber pasado el enemigo [el río] Guadiana con 10.000 infantes más de los que tenía destotra parte, y habernos ganado un fuerte que habíamos hecho en el Convento de San Gabriel, de frailes franciscos descalzos, y más la ermita de San Francisco y cerro del Viento, donde plantó luego artillería para batir la ciudad, y que tenía ya casi circunvalada, y que le habían llegado 5.000 hombres de refuerzo, (...)"
 
El marqués de Tenebrón, que sirvió en la caballería española en la Guerra con Portugal, nos relata en sus memorias el asedio portugués al fuerte exterior de San Miguel, donde fue herido: 
 
"(...) y así que anocheció me llevó el Comisario general D. José de Larreátigui, y me puso de guardia en el fuerte de San Miguel, que aun no estaba acabado, y creo estaría largo cuarto de legua de la plaza [Badajoz]. (...) 
  Pasamos toda la noche con hartas balas, y antes de amanecer dió el enemigo el avance y arrimó las escalas; lance digno de ver (...) Yo me puse en una media luna [obra defensiva exterior del foso], que estaba empezada (...) con que ellos a arcabuzazos, con granadas y otros instrumentos de fuego nos maltrataban, y nosotros con las pistolas y las carabinas les dábamos la carga. 
(...) quedé manco del brazo derecho, sin poder moverle ni alzarle por más de dos meses, y con el ejercicio y algunas unturas quedé del todo bueno."

El marqués refiere cual era el "grito de ataque", en un pequeño combate o escaramuza con los portugueses cerca de Ciudad Rodrigo, el año anterior, en 1657:  

"(...) y dando una gran grita tomaron el cerro, a tiempo que yo dije <<retaguardia, manguardia y Santiago.>> Y cerrando [cargando] con ellos nos dieron los del camino la carga, (...)"
 
Detalle de un mural de azulejos pintados del siglo XVII, que muestra el asalto portugués al fuerte exterior de San Miguel y el socorro español enviado desde Badajoz. En la parte superior del detalle se muestra al general del ejército portugués, Juan Méndez de Vasconcelos; y a la izquierda se reproduce al general portugués Andrés de Albuquerque, ambos con bandas y plumas de color verde. En la parte inferior se muestra a los generales españoles: el duque de San Germán y Buenaventura Tarragona ("D. VITOR TARAGONA"). (Anónimo, Palacio del Marqués da Fronteira, Lisboa)
 
  
En agosto los duques de San Germán y de Osuna rompieron el cerco, con un fuerte contingente de caballería, y abandonaron Badajoz para dirigirse a Mérida, dejando a Rodrigo de Múgica, Maestre de campo general, a cargo de la defensa de la plaza. Prosigue Barrionuevo, indicando las deserciones de la guarnición, debido a su difícil situación:
 
"(...) y que los Duques de Osuna y San German trataban de salirse de la plaza y dejar en ella a D. Rodrigo Mojica, que su gente era mucha, y su caballería más que la nuestra y mejor; que los nuestros eran pocos, rotos, hambrientos y mal pagados, y que todos huían (...)" (Avisos, julio de 1658)

Finalmente la Corte de Madrid reunió unos 15.000 hombres para el socorro, que quedaron a cargo de don Luis de Haro, marqués del Carpio, valido o primer ministro del Rey de España. El marqués del Carpio se acercó hasta Mérida, y los portugueses levantaron el asedio y se retiraron hacia Elvas, tras haber perdido muchos hombres durante el asedio (octubre).

 
De este modo, animado Luis de Haro por la victoria obtenida, penetró en Portugal y sitió la plaza fuerte de Elvas, base de operaciones de los portugueses, que estaba defendida por Sancho Manuel de Villena (octubre).
El invierno fue duro y se produjeron muchas deserciones en el ejército español, se calcula que cerca de 3.000 hombres huyeron. Los portugueses enviaron un ejército de socorro al mando de Antonio Luis de Meneses, y en enero de 1659 el ejército lusitano forzó las líneas atrincheradas de los españoles, obligándoles a levantar el asedio, dejando tras de sí muertos, prisioneros, y la artillería, en la llamada batalla de las Líneas de Elvas. Así lo refería un ministro del rey Felipe IV:

"[Portugal] nos destruyó en Yelbes [Elvas], Luis Méndez de Haro huyó dejando caballos, artillería, infantes y bagajes [equipajes]."    
 
El marqués de Tenebrón indica en sus memorias como no pudo estar en la batalla de Elvas, al ser enviado con una misión a Ciudad Rodrigo, donde recibió la noticia de la derrota:

"(...) llegó orden para que no fuese, porque habíamos tenido el mal suceso de socorrer la plaza los enemigos y roto nuestro ejército: yo perdí mi tienda y mis armas y todos mis aparatos de campaña, porque todo lo dejé en el mismo cuartel que tenía en campaña, pero parece que por el medio referido quiso la Virgen Santísima que no me hallase en la rota [derrota] que nos dieron."
 

Arriba: Vista de la ciudad de Badajoz en el siglo XVII, a la izquierda se puede ver la "alcazaba" o castillo medieval de origen musulmán, dentro de la ciudad. En el centro se muestra la torre de la catedral. A la derecha, la puerta de la muralla, llamada puerta de Palmas, que daba acceso a la ciudad por el puente del mismo nombre. En el otro extremo del puente, que cruza el Guadiana, está el "hornabeque" u obra fortificada en forma de cuerno, que protegía la entrada del puente. (Grabado francés de Israel Silvestre)
Abajo: Vista actual del "hornabeque" de Badajoz, que protege, al otro lado del río, la entrada al puente de Palmas, el cual se aprecia en la foto. Al fondo se divisa la ciudad, con la torre de la catedral, y la "alcazaba" medieval a la izquierda. (Foto del autor)


_______________________________
NOTA1: En 1643 el propio rey Juan IV de Portugal se acercó a la frontera extremeña, encargando momentáneamente el ejército portugués a Vasco de Mascareñas, quien tomó y saqueó la población de Valverde, para luego cercar durante pocos días Badajoz. El segundo en el mando era Méndez de Vasconcelos, quien hemos visto arriba sitiando Badajoz en 1658.
El Rey culpó a Mascareñas, por levantar el cerco, y entregó el mando del ejército de nuevo a Matías de Albuquerque, quien tomó varias poblaciones. Para una relación del ejército español durante esta campaña, ver la entrada El Ejército real de Extremadura en 1643.
 
NOTA2: A continuación paso a enumerar las distintas unidades hispanas que se encontraban defendiendo Badajoz, en base a las relaciones de la campaña de 1658: 
 
El duque de San Germán dirigió como General la defensa de Badajoz, asediada por los portugueses en 1658, actuando como segundos en el mando Rodrigo de Múgica Butrón y el duque de Osuna. La guarnición contaba con unos 6.000 soldados, de los que cerca de 2.000 eran caballería. 
En la defensa de Badajoz tomaron parte unidades de Infantería como el tercio español de la Armada (marqués de Lanzarote, muerto en combate) y los 2 tercios irlandeses (Walter Dungan y Patrick Colan). También tomaron parte unidades de las milicias como los tercios españoles de Francisco de Guzmán, de Simón de Castañiza (o Castañizas), de Juan de Zúñiga, de Alvaro de Luna y de Nicolás Fernández de Córdoba. Además lucharon los tercios españoles de Jerónimo de Quiñones y de Pedro Macedo. Posiblemente el otro tercio español de la Armada (Melchor de la Cueva) también se halló en la defensa de Badajoz. Algunos de estos tercios de infantería los vimos combatir el año anterior en el sitio de Olivenza (1657), al igual que el alto mando del ejército.
La Caballería quedaba al mando del duque de Osuna; y la Artillería al mando de Gaspar de la Cueva Enríquez y Buenaventura Tarragona. 
 
NOTA3: A continuación paso a enumerar las distintas unidades hispanas que invadieron Portugal y que fueron derrotadas en la batalla de las líneas de Elvas (1659), en base a las relaciones de la campaña: 
 
El marqués del Carpio era el General del ejército español, actuando como segundo el duque de San Germán, que resultó herido en combate. Los efectivos del ejército son unos 17.500 soldados, de los que 14.000 eran infantería y 3.500 eran caballería.
En la batalla tomaron parte los tercios españoles de Infantería de Rodrigo de Múgica, de Alonso Feijoo, de Antonio Paniagua (herido y capturado en combate), de Francisco Tello, de Francisco de Araujo, de Juan de Zúñiga (capturado en combate), de Alvaro de Luna, de Martín Sánchez Pardo, de Jerónimo de Quiñones, del conde de Arenales, de Nicolás Fernández de Córdoba (capturado en combate), de Pedro Fernández de Céspedes, de Agustín de Bustos (muerto en combate), de Antonio de Silva (muerto en combate), de Pedro Macedo, del conde de Puertollano y de Antonio Varillas (muerto en combate). También tomaron parte el Tercio español "viejo" de la Armada (Melchor de la Cueva) y los 2 tercios irlandeses (Dungan y Colan).
La Caballería queda al mando del duque de Osuna; y la Artillería al mando de Gaspar de la Cueva Enríquez y Buenaventura Tarragona.
 
Las bajas fueron cuantiosas en el ejército español. Muchos de los españoles capturados en la batalla obtuvieron su libertad en 1660, debido a los canjes de prisioneros con los portugueses. Por parte de los rebeldes portugueses murió en la batalla Andrés de Albuquerque, general de la caballería enemiga. 
La mayoría de los tercios españoles e irlandeses que tomaron parte en la batalla se encontraban muy mermados al año siguiente, así viene reflejado en la muestra del año 1660, que se tomó al Ejército de Extremadura, que se encontraba en las plazas de Badajoz y Olivenza. Alguna de estas unidades combatirá en las campañas siguientes de 1662 y 1663. Lo mismo ocurre con el alto mando del ejército.

Durante las operaciones de Elvas, el tercio de Simón de Castañiza (o Castañizas) habría quedado de guarnición en Badajoz. Y durante toda la campaña de 1658, el tercio de Pedro de Biedma habría quedado de guarnición en Olivenza.
El tercio de Paniagua se formó a comienzos de 1658, con varias compañías del Tercio "viejo" español de la Armada, que mandaba Melchor de la Cueva. Antonio se hizo cargo del tercio tras la muerte de su padre, Pedro Paniagua, marqués de Lanzarote. Tras la puesta en libertad de Antonio Paniagua en 1660, el tercio fue reorganizado, para tomar parte en las campañas posteriores.