domingo, 29 de julio de 2018

Bandera de los tercios españoles, hacia 1580-1589


El primer tratado de sastrería publicado en España, "Libro de Geometría, práctica y traza", realizado por el sastre vasco Juan de Alcega, fue impreso en Madrid en 1580, y reeditado de nuevo en 1589.
La obra, además de indicar como se confeccionan diferentes vestidos de la época, tanto para hombre como para mujer, también muestra como confeccionar una "Bandera de guerra de tafetán [tela de seda]".

Grabado que muestra al sastre Juan de Alcega, "natural de la Provincia de Guipuzcoa". (Libro de Geometría, práctica y traza, 1589)

En la obra se señala como elaborar la cruz de San Andrés o "aspa" de Borgoña, que debían portar todas las banderas de infantería española, indicando que siempre será de color rojo, el color identificativo del ejército español:

"Lo primero se sacarán seis varas de tafetán colorado para la cruz [de San Andrés o de Borgoña], la cual ha de ser colorada de fuerza, (...)"

Luego señala como el resto de los colores de la bandera serán los que ordenara el dueño de la misma, que en la mayoría de las ocasiones eran los del capitán; ya que muchas veces era éste el que encargaba la bandera, indicando forma y diseño, siempre que se adaptase al edicto real y tuviera la cruz roja de San Andrés o de Borgoña:

"(...) y han se de sacar las veinte y ocho varas que quedan, de las colores que el dueño dijere:"

En la obra se muestran 3 grabados de cómo fabricar una bandera de infantería que "ha de llevar cuatro varas y dos tercias de largo, y de ancho cuatro varas y una cuarta.": Dos de los grabados pertenecen a las trazas de fabricación de la bandera.



El tercer grabado muestra la bandera de infantería ya acabada.


La bandera mostrada es más sencilla que las grabadas en los tratados de sastrería posteriores del siglo XVII (Ver entrada anterior), cuyos diseños adoptan una mayor complejidad tanto en formas como en los colores.
Se trata de una bandera con el campo jaquelado o ajedrezado en dos colores, y con la cruz de San Andrés o "aspa" de Borgoña sobrepuesta. Este diseño de bandera de infantería parece haber sido muy utilizado desde finales del siglo XVI y a lo largo del siglo XVII.
Así, la bandera que muestra el grabado tiene un parecido a una de las representadas en una pintura, atribuida a Pieter Snayers, que representa el socorro del Ejército hispánico de Flandes a la plaza de Grol (o Groenló) en 1606.

 
Varias de las banderas pintadas en las obras de Denis van Alsloot, que representan los desfiles y festejos del Ommegang de Bruselas en 1615, también tienen el mismo diseño que la bandera del grabado de Alcega. 



Igualmente la bandera de Alcega muestra un parecido con una de las banderas hispanas mostradas en el cuadro de "Las Lanzas" de Diego Velázquez, que representa la rendición de Breda en 1625.



Posiblemente una bandera así, como la mostrada en la obra de Alcega, o varias de un diseño parecido, portaron algunas de las unidades que tomaron parte en la campaña de invasión de Portugal en ese mismo año de 1580, año de la publicación del primer tratado de sastrería en España.

lunes, 23 de julio de 2018

El Ejército expedicionario hispánico para la conquista de Portugal, en 1580


La muerte sin sucesión del Rey de Portugal, en 1580, propiciaba que Felipe II, rey de España, fuera uno de los candidatos al trono portugués. Previendo esta situación, Felipe II ya había iniciado los preparativos diplomáticos para atraerse a la nobleza portuguesa. Pero el pueblo llano portugués apoyaba la candidatura de don Antonio, Prior de Crato.
Ante esta contigencia, Felipe II también inició preparativos militares, en el caso de tener que apoyar su candidatura con el uso de la fuerza:

A finales de 1579, Felipe II ordenó traer los tercios veteranos españoles de Italia, y reclutar infantería italiana y mercenarios alemanes, los cuales van desembarcando en Cádiz, Gibraltar y Cartagena. También se ordenó una leva (o recluta) inicial en la Corona de Castilla. Además en el Puerto de Santa María se fue juntando la armada hispánica, compuesta por galeras de las escuadras de España, de Nápoles y de Sicilia.
A comienzos de febrero de 1580, Felipe II ordena la movilización de soldados en toda la Corona de Castilla. El duque de Medina-Sidonia reclutó unos 4.000 soldados en Andalucía. Valladolid reclutó 400 soldados a sus expensas, que fueron enviados a Galicia donde se formó un pequeño ejército al mando del conde de Benavente.

Sin embargo, el grueso del ejército se estaba concentrando en la plaza fuerte fronteriza de Badajoz. Felipe II nombra para el mando de este ejército al duque de Alba. El ya anciano duque castellano, que había caído en desgracia, era uno de los más veteranos y reputados generales con que contaba España en ese momento.
Alba pudo contar con dos de sus lugartenientes de confianza, que ya sirvieron bajo su mando en las guerras de Alemania, Italia y Flandes: Hernando de Toledo, hijo ilegítimo del duque, y el abulense Sancho Dávila. 


En la dehesa de Cantillana, en las afueras de Badajoz, quedó acantonado el ejército hispánico. En junio, el rey Felipe II, que había acudido con su Corte a Badajoz, pasó revista al ejército.
Luis Cabrera de Córdoba, cronista de Felipe II, relata la revista general del ejército, describiendo la apariencia de los soldados, y dejando entrever una cierta uniformidad en el atuendo de algunas unidades:

"Y habiendo dispuesto con buen orden el ejército por medio de Sancho de Avila, maestre de campo general, en forma de batalla, lucido por armas y vestidos, por divisas, colores y bordados, que hacían florido el campo verde, y tal lustre el sol, que hería en los arneses [armaduras], que nunca hizo tan vistoso lienzo pintor en Flandres."

También describe el atuendo del duque de Alba, con los colores de su escudo nobiliario:

"Holgó mucho de verle el Rey vestido de azul y blanco, colores de sus armas, y le mandó subir donde estaba, (...)"

Y de la caballería, el cronista Cabrera de Córdoba señala:

"(...) y toda la caballería bien armada y vestida y en buenos caballos llegó a número de mil y cuatrocientos y siete."

Detalle de una pintura alegórica holandesa donde se muestra al duque de Alba sentado en el trono de los Países Bajos, con su escudo de armas encima de su cabeza. El blasón de los Alvarez de Toledo era ajedrezado en piezas blancas y azules.
En el detalle también se observa al duque rodeado por miembros de la iglesia y del Tribunal de los tumultos, establecido por él mismo: Uno de los eclesiásticos tapa el oído del duque; mientras, detrás de él, un demonio parece coronarle. ("Alegoría de la tiranía del duque de Alba", Gerrit Pietersz Sweelinck)

También el cronista real Antonio de Herrera describe la revista de Cantillana, donde en su narración se intuye algún tipo de "uniforme" en alguna de las unidades, mencionando una de las unidades de caballería uniformada con casacas moradas:

"Iba el Duque [de Alba] vestido de azul y blanco, sombrero con plumas, espada y daga de plata, (...)
 Entraron primero los hombres de armas [caballería pesada], y caballos ligeros, los cuales de tierra de Ciudadrodrigo, (...) todos riquísimamente aderezados con muy galanes sayetes [casaca o especie de túnica], faldones, casacas, y penachos [adorno con plumas de los cascos], en hermosos caballos. (...) y luego las cien lanzas de los continos [compañía de las "Guardas de Castilla"], con su Capitán don Alvaro de Luna, con sayetes de terciopelo morado, y franjas de oro y seda: venía después el tercio de don Luis Enríquez de infantería Castellana, (...)"

Dos días después el rey publicó una ordenanza general referente a la conducta y disciplina que los soldados debían de tener durante las operaciones militares en Portugal. En ella se refleja los símbolos de identificación que debían portar los soldados durante la campaña; es decir, las bandas, fajas, plumas y cruces de Borgoña de color rojo, el color identificativo del ejército español. El cronista Antonio de Herrera así lo señala al describir el bando real promulgado en la dehesa de Cantillana:

"28 Que toda la gente de pie, y de caballo deste ejército, que viene a servir en él, de cualquier grado que sea, si les mandaren cuando caminaren ir armados, lleve cada uno su banda colorada sobre las armas, y no llevando coselete [coraza], lleven las cruzes coloradas cosidas en los vestidos, de manera que todos las traigan públicas, y no de suerte que se las puedan cubrir y quitar, so pena que el que se hallare de otra manera sea habido por enemigo y castigado por tal."


A mediados de junio, el pueblo aclamó a don Antonio de Crato como Rey de Portugal en Santarém, Lisboa y Setúbal. La guerra era inevitable, y el duque de Alba cruzaba la frontera en dirección a Lisboa. En una auténtica "Blitzkrieg" o "Guerra relámpago", el ejército del duque de Alba -quien era trasladado en litera, a causa de la gota- y la flota hispánica, al mando del experimentado marino el marqués de Santa Cruz, se posicionaron en Lisboa en apenas 2 meses, la cual tomaron tras derrotar en sus afueras al ejército de Antonio de Crato.
Sin embargo, el Prior de Crato huyó, y con la ayuda que obtuvo de Francia e Inglaterra, todavía se tardarían 3 años más en pacificar el último reducto rebelde, localizado en la isla Terceira, en las Azores.

Alvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, estuvo al cargo de las operaciones navales para la conquista de Portugal en 1580. Posteriormente tuvo el mando de las acciones militares que culminaron con la conquista del último reducto rebelde situado en las islas Azores (1582-1583). En la imagen aparece el marqués de Santa Cruz junto a sus 2 esposas: Juana de Zúñiga y Avellaneda, y María Manuela de Benavides. (Palacio del marqués de Santa Cruz, Viso del Marqués)


En la obra "Museo Militar" (1887), del historiador y militar decimonónico Francisco Barado, se encuentra la composición del Ejército hispánico reunido en 1580 para la conquista de Portugal. Estas unidades tomarán parte a finales de agosto en la batalla del puente de Alcántara, en las afueras de Lisboa, que implicará la rendición de la capital portuguesa.






General: Fernando Alvarez de Toledo, Duque de Alba

Segundo: Sancho Dávila

Efectivos: (22.817 soldados, de los que 21.159 son infantería y 1.658 son caballería)


   Tercio español de Nápoles, al mando de Don Pedro González de Mendoza, Prior de Hibernia
   Tercio español de Lombardía, al mando de Pedro de Sotomayor
   Tercio español de Don Luis Enríquez
   Tercio español de Gabriel Niño de Zúñiga
   Tercio español de Antonio Moreno
   Tercio español de Don Pedro de Ayala

   Escuadrón de infantería italiana, al mando de Pietro de Medici

  •    Coronelía toscana de Prospero Colonna
  •    Coronelía napolitana de Carlo Spinelli
  •    Coronelía napolitana de Vincenzo Caraffa, Prior de Hungría

   Regimiento alemán del Conde Gerolamo Lodron (o Lodrone)


Caballería al mando de Hernando Alvarez de Toledo, Prior de Castilla


Artillería al mando de Francés de Alava Beamonte


Detalle de un fresco que muestra la revista general del ejército hispánico en la dehesa de Cantillana, en las cercanías de Badajoz. (Sala de las batallas, Monasterio del Escorial)


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NOTA1: Antonio de Herrera señala que en el tercio de Lombardía venía encuadrada alguna compañía del tercio de Sicilia:

"Siguieron a éstos las siete banderas [compañías] de infantería Española, que vinieron de Sicilia, y Milán, a cargo de don Pedro de Sotomayor:"

Si en las muestras tomadas en 1565 y 1567 a los tercios españoles arrojaban de media unos 2.000 soldados por tercio, los tercios "nuevos" reclutados en la Corona de Castilla (Enríquez, Niño, Moreno y Ayala) siguen esa misma tónica. Sin embargo estos tercios "nuevos" debían de tener "sobre el papel" los 3.000 hombres por tercio, cantidad que sólo logra obtener el tercio de Ayala.
De los tercios "viejos" o veteranos traídos de Italia se puede decir lo mismo, el tercio de Nápoles se acerca a los 2.000 hombres; mientras el tercio de Lombardía tiene tan sólo 7 compañías, pero con una media de 200 hombres por compañía.
Las coronelías italianas vienen menos nutridas, exceptuando la de Prospero Colonna; y, en cambio, el regimiento mercenario alemán sobrepasa los 3.000 hombres.

NOTA2: Hernando de Toledo y Sancho Dávila ya habían servido a las órdenes de Alba en la Guerra de Esmalcalda (1546-1547) y en las campañas de Nápoles y Roma (1556-1557). De nuevo acompañaron al duque de Alba en la expedición militar a los Países Bajos de 1567: Su hijo Hernando de Toledo, prior de Castilla en la Orden de San Juan de Jerusalén, ostentaba el mando de la caballería; mientras que el famoso militar castellano Sancho Dávila era capitán de la guardia del duque. Hernando de Toledo regresaría de los Países Bajos al ser nombrado virrey de Cataluña (1571-1580). Dávila, nombrado gobernador de la ciudadela de Amberes, en ocasiones llegó a tener un mando independiente en Flandes, venciendo a los rebeldes holandeses en la famosa batalla de Mook (1574) y jugando un papel importante en el saqueo de Amberes (1576).
Ahora ambos de nuevo se encontraban en la campaña de Portugal a las órdenes del viejo duque de Alba. Aquí todos tomaron parte en la batalla del puente de Alcántara, que rindió Lisboa. Por su parte, Sancho Dávila derrotaría de nuevo al Prior de Crato a las puertas de Oporto, pero de nuevo éste escaparía. Para los 3 militares castellanos sería su última campaña militar: El anciano duque fallecería en 1582 ostentando el cargo de virrey de Portugal; Hernando de Toledo, a la muerte de su padre, regresaría a Madrid, siendo nombrado Consejero de Estado; y Sancho Dávila murió en Lisboa en 1583, a consecuencia de una coz de caballo, que a decir del cronista Antonio de Herrera fue "por sólo no haber hecho caso del mal ni curádose con la orden que conviniera."

A Vincenzo Caraffa le hemos visto tomando parte posteriormente en la expedición del archiduque Alberto a Flandes en 1595, al mando de un tercio italiano. Su tercio fue reformado a su llegada a Namur, en febrero de 1596, agregándose sus integrantes en los tercios italianos que ya estaban en Flandes.