sábado, 6 de julio de 2013

Impresionante grabado del cadáver del Conde de Dampierre


Los grabados funcionaban a la manera de las fotografías de la prensa hoy en día; se realizaban para que fuesen copiados en masa en la imprenta, grabados a su vez por otras personas de los originales y, en ambos casos, acabar siendo difundidos por todas las capitales e imprentas de Europa. 
El "Theatrum Europaeum", una especie de compendio de todo lo acontecido en la Europa de los siglos XVII y XVIII, contiene un grabado del cadáver del Conde de Dampierre. El grabado, realizado por Mattäus Merian, es impresionante y pone los pelos de punta. Claramente Merian fue testigo vista del cadáver de Dampierre o lo grabó de otro realizado "in situ". 

La guarnición de Pressburg linchó el cadáver de Dampierre, abandonado por sus soldados ante la acometida de los defensores. El general Gabriel Bethlen transfirió sus restos a Viena, donde fue enterrado con todos los honores, asistiendo el propio Emperador Fernando II a su funeral. (Grabado de Merian, "Theatrum Europaeum")

Al finalizar las Guerras de Religión de Francia en 1598, grandes contingentes de soldados y sus generales se quedaron sin oficio, habían combatido durante décadas y para muchos de ellos éso era lo único que sabían hacer. Los únicos escenarios de guerra cercanos estaban en Flandes, y en la frontera del Sacro Imperio Germánico con el Imperio Otomano. 
Si bien, muchos franceses (sobre todo hugonotes) fueron reclutados por las Provincias Unidas; los Países Bajos españoles no eran atractivos para ellos, ya que las tropas hispánicas se encontraban por aquel entonces siempre amotinadas y en demanda de sus pagas. 
Sin embargo en la frontera del Imperio alemán había estallado una guerra con los turcos, el Emperador pagaba bien a sus ejércitos, y a todo ello se añadía un cierto carácter de cruzada. A la demanda de ayuda del Emperador respondió el Papa con una liga: soldados y dinero acudieron a la llamada, y mercenarios de toda Europa se encontraron combatiendo en las fronteras de los Balcanes. 
De Francia acudirían nobles como el duque de Mercoeur (quien tenía el mando del contingente francés); familiares de Mercoeur, de la casa de Lorena; el duque de Nevers y Francisco de Bassompierre. Allí se distinguió el lorenés Henri Duval, conde de Dampierre. 

Tras la finalización de la guerra en 1606, Dampierre quedaría al servicio imperial, y, en 1615, al estallar la guerra de los "uscoques", sería el coronel-propietario de un regimiento de arcabuceros a caballo. Con este regimiento participará en la represión de la sublevación de los checos en 1618, que dará lugar a la guerra de los treinta años. 
Durante la guerra en Bohemia, Dampierre tendrá el mando de un pequeño cuerpo de ejército, con el que tendrá una suerte diversa. En noviembre de 1620 trata de reconquistar Pressburg (la actual Bratislava), muriendo en un reconocimiento. 

 El conde de Dampierre con bastón de mando de general; ya que, al comienzo de la Guerra de los Treinta Años, promocionó de coronel a general de un pequeño cuerpo de ejército. (Grabado de Eberhard Kieser)

Gonzalo de Céspedes y Meneses, en su Historia de Felipe IV, relata como fue la acción que provocó su muerte: 

"Llegó a Presburg [Bratislava] el día siguiente; y aunque esto había de ser al alba, vió el Sol primero, y todavía ni su demora le estorbó, que a pocos láces no ocupase el arrabal, el fuerte, y puente, que luego al punto hizo romper. Tales sucesos conseguidos parece que le aseguraban felicidad en los demás, que la fortuna suele reírse con los que quiere destruir, tan convecinos son en ella sus infortunios y bonanzas. Juzgába el Conde por menor la defensión de la ciudad, si antes tomase su castillo, y asi dejándola pasó a acometerla con petardos: mas no hubo apenas arrimádose a reconocer su contraescarpa, cuando apuntado desde arriba llovieron balas sobre él, y atravesado por algunas murió en los brazos de los suyos, que no pudieron conducirle a más honrosa sepultura; porque asombrados de tal pérdida, dieron la vuelta a los bajeles, y en sus alcances el presidio [la guarnición], que hizo también no poca riza. Tal fué el suceso del Francés, que aceleró su gran viveza y confianza natural, culpable aún en cualquier soldado, y mucho más en la Cabeca o General, de quien tal vez, pende la vida del ejército." 

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