viernes, 18 de noviembre de 2016

La Armada de Flandes y los corsarios de Dunkerque


Durante la primera década de la guerra de los 80 años, el gobierno español trató varias veces de hacerse con el control de las islas de Zelanda, corazón de la rebelión y cantera de la marina rebelde neerlandesa: operaciones anfibias, con el agua hasta el pecho, de Goes (1572), Duiveland y Schouwen (1575); la expedición naval del duque de Medinaceli (1572), y la Armada de Santander de Pedro Menéndez de Avilés (1574-1575).

El fracaso de hacerse con el control del enclave marinero acabó con las posibilidades hispánicas de control total del Mar del Norte. Tras varias derrotas navales en los primeros años de la guerra -captura del arsenal de Veere (1572); batalla de Zuider-zee (1573); batallas de Bergen-op-Zoom y Lillo, y el socorro de Leyden (1574)- los "mendigos del mar" acabarían imponiéndose en el control marítimo de los Países Bajos.


LA CREACION DE LA ARMADA DE FLANDES

Siempre la corte de Madrid estuvo barajando la posibilidad de disponer de una flota de guerra en el canal, capaz de hacer frente en las mismas condiciones a la flota neerlandesa y acabar con el bloqueo a los puertos flamencos.

Con la conquista de Dunkerque y de Nieuport (Nieuwpoort) en 1583, Alejandro Farnesio ya trató de crear una base de operaciones para una pequeña flotilla de guerra que actuase contra el comercio y las pesquerías neerlandesas. Para la campaña de invasión de Inglaterra de 1588, Farnesio acantonó a los tercios de infantería de Flandes -núcleo de la fuerza invasora- en los puertos de Dunkerque y de Nieuport, reuniendo y construyendo unas 170 embarcaciones de todo tipo, para poder juntarse con la armada española, a pesar del bloqueo holandés a los puertos flamencos. Sin embargo, a pesar de tener las tropas preparadas y comenzado su embarque, el contacto con la armada española no pudo darse.

Pero es al comienzo del reinado de Felipe III cuando se decide acometer la empresa de crear una flota de guerra permanente en los puertos de la costa flamenca. Así, en 1598, Martín de Bertendona llegaba al puerto flamenco de Dunkerque desde España con una flotilla de barcos de guerra para incorporarse a la armada.

En 1600 se construyeron por primera vez en Dunkerque 2 barcos de guerra para la armada; ese mismo año Antoine de Bourgoigne, conde de Wacken (Waecken o Vacquen), condujo una exitosa expedición, con 14 naves de la armada, contra la flota pesquera holandesa.
Las Provincias Unidas, afectadas por las incursiones llevadas a cabo desde Dunkerque, determinó realizar una ofensiva por tierra contra los puertos flamencos: En junio del 1600, Mauricio de Nassau, futuro príncipe de Orange, invade los Países Bajos españoles desde el puerto de Filipina (Philippine), la ofensiva tiene como objetivo final tomar Dunkerque. Sin embargo el archiduque Alberto sale a su encuentro y la ofensiva fue frenada con la batalla dada a las afueras del puerto de Nieuport.
Aunque Mauricio de Orange gana la llamada primera batalla de las Dunas, las bajas sufridas en ella hace que tenga que levantar el sitio a Nieuport y reembarcar las tropas, dando por finalizada la campaña.

En 1602 llegó a los Países Bajos Federico Espínola, nombrado general de "las galeras de Flandes", tras haber llevado 6 galeras desde Lisboa hasta Flandes, transportando al tercio de infantería española de Juan de Meneses, encontrándose en el canal de la Mancha con ingleses y holandeses, que le echaron a pique 2 galeras (la "San Felipe" y la "Lucero"), junto con sus dotaciones. Ya en Flandes, Federico Espínola rehizo y reforzó la escuadrilla con otras 4 galeras más. La flotilla de Espínola era una escuadra autónoma con sus propios oficiales y tercio de infantería embarcado.
Durante el sitio de Ostende (1601-1604), las galeras de Flandes constantemente impedían los intentos de los holandeses por abastecer la plaza por vía marítima. En uno de esos encuentros abordaron la nave capitana del enemigo, llegando a arriar su estandarte, hasta que los refuerzos holandeses les obligaron a retirarse. La muerte en combate de Federico (1603) frenó los éxitos de las galeras de Flandes.

Batalla entre galeras españolas y naves holandesas en Flandes, posiblemente representando la batalla de La Esclusa (1603). (Pintura atribuida a Hendrick Cornelisz Vroom)


El cronista de Felipe III, Matías de Novoa, relata la muerte de Federico Espínola, en la batalla de La Esclusa:

"Corría a esta sazón Federico Spínola con ocho galeras guarnecidas de 1.500 infantes escogidos, (...) salió, pues, de la Exclusa con buen tiempo, y a poco que hubo navegado, descubrió dos galeras que habian fabricado los holandeses en opósito de las de Federico, y tres bajeles de guerra grandes; (...) cerró [embistió] con ellos tan gallardamente, que en menos de una hora que duró la pelea, rindió una galera holandesa; a esta sazón refrescó el aire, con que los demás bajeles que se hallaban apretados, se alargaron de los nuestros, tirando con su artillería a las galeras; de suerte, que una bala llevó el brazo derecho a Federico Spínola, y la guarnición de la espada que tenía en la mano, le dió en el rostro y cabeza tan crudo golpe, que se la rompió, y en breves horas rindió el espíritu."


DESARROLLO ASCENDENTE DE LA ARMADA DE FLANDES

Durante la etapa de las galeras de La Esclusa de Federico Espínola, y los galeones de Ostende, no se lograron los objetivos marcados. Es a partir de 1621, con el fin de la Tregua de los 12 años y la reanudación de las hostilidades, cuando se decide dar un nuevo impulso a la Armada de Flandes.
Con el nuevo rey Felipe IV se pensó en acondicionar los puertos disponibles en los Países Bajos españoles, para albergar la flota:

  1-Ostende, recuperado tras un largo y costoso asedio, era el puerto principal.
  2-Nieuport, el segundo en importancia tras Ostende.
  3-Dunkerque, prácticamente inutilizado por los bancos de arena.
  4-Varios pequeños puertos de pescadores, como Blankenberge.

Ya en 1620 el archiduque ordena al gobernador de Ostende la corta de madera para la fábrica de una armada de 20 barcos. También se propone la construcción por vía de "asiento", es decir, mediante contrato con particulares. Así, Ambrosio Espínola, con el dinero enviado desde España, contrata con Adrián Wandeval la construcción de 12 naves de guerra.

Con la Ordenanza de diciembre de 1621, Felipe IV legalizó el corso “así contra turcos, moros y moriscos, como contra los rebeldes de las islas de Holanda y Zelanda”. En 1624, la Ordenanza fue ampliada, concediendo más privilegios. Es decir, se permitía que particulares, armadores, y gente de mar pudiera asaltar los barcos de guerra y mercantes de los enemigos de España, quedándose el botín de la presa a cambio de un porcentaje del beneficio obtenido, que correspondería al Rey.


COMIENZA LA ACTIVIDAD CORSARIA DE DUNKERQUE

En 1622 se acondiciona y fortifica el complejo portuario Dunkerque-Mardick, trasladándose la escuadra principal de Flandes de Ostende a los puertos de Dunkerque y Mardick.
A primeros de este año, el galeón dunkerqués "San Ildefonso" capturó 4 mercantes enemigos. La marina holandesa reaccionó y comenzó a perseguir a todos los navíos dunkerqueses. A finales del año de 1622, 3 barcos de guerra, a las órdenes de Jan Jacobsen, partieron de Ostende en dirección de un convoy holandés. La escuadra holandesa de bloqueo detectó el movimiento y Jacobsen tuvo que enfrentarse en solitario a 9 navíos de guerra holandeses, mientras los dos barcos restantes escapaban. Después de 13 horas de combate, Jacobsen dinamitó su propio barco, volando con él a 2 buques holandeses.
Los supervivientes del barco de Jacobsen no fueron considerados prisioneros de guerra, sino piratas, y por tanto fueron llevados a la horca. Los 2 barcos flamencos, acosados por los holandeses, tuvieron que buscar refugio en Edimburgo, siendo socorridos por el mercader católico Guillermo Laing, quien los pertrechó, pudiendo escapar posteriormente a sus captores.

 Detalle de un cuadro que representa la explosión de un galeón español durante la batalla de Gibraltar (1607) contra la flota holandesa. (Pintura de Cornelis Claesz van Wieringen)

En enero de 1623, la Junta de Armadas aprobó la compra de un barco en Londres, debido a las dificultades para la construcción de los navíos en los puertos flamencos. Incluso se aceptaron propuestas como la de Juan Bautista van Male de alquilar 5 barcos ingleses, con sus tripulantes incluidos. Así, el inglés Robert Bordon alquilaba su navío, siempre y cuando no hubiese guerra entre su país y España; pero en 1625, la guerra con el rey Carlos I de Inglaterra paralizó este tipo de contratos.
Este mismo año de 1623, una escuadra de la armada dirigió varios ataques contra los puertos pesqueros de Zelanda.

A primeros de 1624, cuatro barcos dunkerqueses se enfrentaron a 9 holandeses del bloqueo, consiguiendo salir ilesos. La noche del 15 de junio, 6 galeones dunkerqueses, al mando del general portugués Diego Luis de Oliveira, que se dirigían a San Sebastián con todas las luces apagadas para burlar el bloqueo, fueron interceptados por la escuadra holandesa al encallar uno de los barcos flamencos: Son 5 contra 23, la batalla se prolongó desde la medianoche hasta las 6 de la tarde del día siguiente; la capitana envuelta a veces por 16 navíos, recibe 1.200 impactos según un testigo jesuita irlandés. Dos barcos holandeses son hundidos y otro flamenco desaparece, logrando refugiarse los 4 navíos flamencos restantes en las Dunas de Kent.
Durante un mes estuvieron las naves bloqueadas en Inglaterra, donde se les proveyó de todo lo necesario, hasta que recibieron orden de salir; 3 de ellas llegaron a Mardick, la cuarta estalló en combate junto con la almiranta de Zelanda, que se incendió y se fue a pique, sobreviviendo sólo 27 hombres de ambas tripulaciones. Oliveira fue recompensado con el cargo de gobernador del Brasil.

En 1625, con el inicio de la guerra con Inglaterra, una escuadra inglesa se había unido a los holandeses para bloquear la costa flamenca. La noche del 23 de octubre se desató una gran tormenta que destruyó gran parte de los 40 barcos de la escuadra anglo-holandesa, desarbolando o estrellando contra las costas a más de 30 navíos.
Esto fue aprovechado por los dunkerqueses, y al momento salió una escuadra de la Armada de Flandes, formada por 20 barcos (12 reales y 8 de particulares o corsarios). Persiguiendo las naves supervivientes llegaron hasta las islas Shetland, donde encontraron el grueso de la flota pesquera holandesa.
Tras un combate en el que se hundió uno de los navíos de guerra holandeses encargados de la custodia de los pesqueros, y se abordó otro, fueron capturados los pesqueros más grandes, mientras que los pequeños -unos 40- fueron hundidos. Una segunda escuadra flamenca, de 7 barcos, avanzó por la costa capturando decenas de arrastreros.

Barcos arrojados contra las rocas de la costa, durante una tormenta en el mar. (Pintura de Cornelis Claesz van Wieringen) 

En unos 15 días fueron hundidos y capturados de 150 a 200 barcos enemigos, entre ellos 2 buques de guerra y 80 "buzas" -o "buizen", pequeños barcos arenqueros- y en un mes se habían capturado unos 1.400 prisioneros, para los que no había sitio en Dunkerque.
Pedro Pablo Rubens, que además de pintor ejerció como diplomático de los Países Bajos españoles, escribió acerca de este hecho:

"Nuestros barcos de Dunkerque han arruinado la pesca del arenque [holandesa] de este año. Han echado a pique a muchos pesqueros, aunque con la orden expresa de la Infanta [Isabel Clara Eugenia] de salvar a todos los hombres y de tratarlos bien."


EL CARACTER DE LA GUERRA CORSARIA

Estebanillo González nos cuenta, en su obra picaresca posiblemente autobiográfica, una típica correría corsaria y su modo de pelear con banderas falsas, al embarcar como pasajero en una nave dunkerquesa, que desde Inglaterra pasaba a Flandes:

"Llegamos a la marina, adonde hallamos el bajel con mucho espacio y sus marineros con mucha flema, y dos fragatas de Dunquerque que, forzadas del mal temporal, habían llegado a dar fondo. Viendo que estaban medio de partida (...) llevaron a mí a la una y a mis camaradas a la otra. Salió la mía día de Navidad del año de mil seiscientos cuarenta y cinco en corso contra holandeses, franceses y portugueses (...) Pero el segundo día nos fue fuerza pelear con un bajel holandés, y después de habernos peloteado más de una hora se fue a pique, salvándose la gente.
Tomamos la derrota [rumbo] la vuelta de Bretaña andando a caza de bajeles franceses, y en encontrándolos poníamos bandera francesa, y de la misma suerte en encontrando bajeles holandeses poníamos bandera holandesa (...) Si el bajel que encontrábamos era fuerte huíamos como galgos, y todos muy tristes y yo reventando de alegría; y en siendo débil y de poca defensa cerrábamos de tropa a caiga quien cayere (...) Al fin, habiendo echado algunos bajeles a fondo y cogido presas de importancia, nos volvimos la vuelta de Flandes (...)"

El episodio acontecido a finales de 1622, muestra una característica que difiere a lo que acontecía en el frente terrestre en esos mismos años, como es la ejecución de prisioneros: La guerra de los 80 años se había humanizado de algún modo desde el gobierno de Alejandro Farnesio, ya que se comenzó a permitir el intercambio de prisioneros o el que fueran puestos en libertad mediante rescate, es decir, pagando una suma de dinero. Episodios de saqueos y matanzas de civiles comenzaron a ser cada vez más esporádicos, incluso, tras la tregua de los 12 años, prácticamente inexistentes -salvo las invasiones del Veluwe (1624 y 1629), en las que se incendió algunas aldeas y cosechas; y el saqueo de Tirlemont (1635), en el que se produjo además muerte de civiles- Todo en la medida en que se dejó de considerar al enemigo como un "rebelde" a su Rey, consideración que en aquella época llevaba implícita la pena de muerte, y que puede equiparar a la plabra "terrorista" de hoy en día.
Sin embargo, las acciones de Dunkerque provocaron tanto temor y odio en las Provincias Unidas, que se llegó a la prohibición de dar cuartel a la tripulación de los navíos corsarios, los cuales deberían ser arrojados al mar.

En cuanto a la actitud "suicida" de los marinos flamencos, también estaría relacionada con el hecho de que no habría cuartel en caso de rendirse. De todos modos, el historiador y cronista portugués Francisco Manuel de Melo, quien fue soldado y participó en la expedición naval de 1639, nos cuenta que esa actitud era propia a todos los marineros del país:

"Entre las naciones del Norte fue uso, y más frecuentado por los rebeldes de Holanda, valerse del fuego en los casos de desesperación; porque viendo perder las victorias en el mar, se abrasaban pertinazmente (...) el tomar la muerte voluntaria por remedio de la desventura del vencido, así es delito contra la religión, como contra la política (...)"

Incluso se dio el caso de 3 marineros de la República Holandesa, supervivientes del naufragio de su nave en la costa de Flandes, que, viendo venir a los soldados hispánicos, se volvieron a arrojar al mar y se ahogaron. Felipe IV había ordenado que los marinos holandeses que “escaparen de los navíos, que, por no se rendir a los de dicha Armada, se volaren, los haga ahorcar”.

A propósito de los prisioneros, los que no interesaban -como los pescadores, marineros jóvenes y viejos- se les solía desembarcar en Inglaterra o trasbordarlos en barcos neutrales. A los demás, como personas de calidad, mandos, técnicos etc. se les ponía a rescate en los puertos flamencos. Así, 5 pilotos llegaron a pagar 4.000 ducados por su libertad. En general, el trato dado a los prisioneros en Dunkerque era humanitario, cosa de lo cual se quejaba el almirante Colaert (o Colart):

"(...) en muchas cárceles de Flandes se usa soltar los prisioneros de porte sobre fianzas -al revés de lo que hacen los holandeses, que cuanto mayores son, más les estrechan la prisión, porque consideran que los prisioneros de guerra, andando sueltos, son otros tantos espías (...)"

Por otra parte, hay que señalar que la gran mayoría de los tripulantes y colaboradores de la armada de Flandes eran neerlandoparlantes, es decir, nativos de las provincias de Flandes y Brabante. El resto eran valones (o franco-parlantes), españoles, incluso holandeses, zelandeses, británicos y alemanes.

Por último señalar que la Armada de Flandes estaba formada por los navíos reales y los alquilados por la Corona mediante "asiento"; dentro de cada escuadra sobresalían dos buques, la "nave capitana" -donde viajaba el general- y la "almiranta" -mandada por el segundo en el mando-, ambas naves llevaban tripulaciones escogidas, tenían mayor potencia de fuego y superaban en tonelaje a las demás.


GUERRA OFENSIVA POR MAR Y DEFENSIVA EN TIERRA 

El año de 1626 fue de reposición de fuerzas para los contendientes navales. Desde Madrid se tomó la decisión, para recortar el enorme costo del Ejército de Flandes, de sólo actuar ofensivamente por mar, dados los buenos resultados obtenidos los años anteriores.
Los barcos alquilados al rey de Adrián van der Walle (o Wandeval), comandados por el noble flamenco conde de Wacken, solían actuar con independencia de la armada de Flandes. En septiembre, en una incursión contra las pesquerías neerlandesas, 5 barcos corsarios lograron hundir a 18 arrastreros.

En 1627, Michael Jacobsen salía con 11 de sus barcos hacia la zona pesquera de Groenlandia, llena de arrastreros ingleses y holandeses, hundiendo 50 barcos. En septiembre, 5 barcos de la flota de Wacken hundieron 11 "buzas" y remitieron 8 presas a Flandes. A finales del año, sólo la armada de Flandes había hundido 68 barcos y capturado 45.

Pintura, de hacia 1640, que muestra a los pescadores recogiendo las redes, barcas, y los pequeños barcos arrastreros. (Cuadro de Jullius Porcellis)


La escuadra de Dunkerque estaba apoyada por los puertos españoles del Cantábrico. Así, en 1627 había 14 barcos de guerra de Flandes distribuídos entre La Coruña, Ribadeo y Pasajes. Además este mismo año se estableció en Pasajes una sucursal del Almirantazgo de Dunkerque, con el fin de administrar las presas, como refugio, para reparar los barcos, incluso para la recluta de marineros vascos con objeto de completar las dotaciones de los barcos.

En mayo de 1628, en una de sus muchas salidas, una escuadra de 8 buques dunkerqueses hundió o apresó a 18 barcos ingleses y holandeses. Pero la bancarrota de España del año anterior terminó alcanzando a la Armada de Flandes desde mediados de 1628.
Además, en septiembre la flota del tesoro fue capturada, a la altura de la bahía de Matanzas (en Cuba), por el almirante holandés Piet Heyn.

En 1629, las escuadras de los almirantes Francisco de Ribera y el conde de Wacken permanecieron sin salir de los apostaderos por falta de dinero y de marineros: de 1.300 que había en noviembre de 1628 se había descendido a 500 en abril, debido a la falta de pagas y las deserciones. La Infanta Isabel Clara Eugenia informaba “los bajeles de la Armada de Dunkerque y escuadra de Ostende hacen alto y no podrán salir a la mar por falta de dinero”.
En uno de los pocos combates, 4 barcos dunkerqueses cayeron cuando una flotilla de Ostende se encontró con la flota del bloqueo al cruzar el cabo de Gris-Nez. En el encuentro murió el comandante enemigo, Piet Heyn, el vencedor de Matanzas, que había sido nombrado teniente general de almirante de Holanda.
En 1630 Felipe IV, rey de España, ordenó la entrega de 22.000 escudos al mes para reactivar la Armada de Flandes.


LA REANUDACION DE LAS OPERACIONES

En enero de 1631 se reactivó el corso flamenco, siendo capturados 15 barcos enemigos. Pero la ofensiva neerlandesa para tomar Brujas, con el fin de poder extenderse por la costa flamenca y capturar Dunkerque-Mardick, obligó a concentrar en mayo las escuadras de los almirantes Ribera y Wacken en Dunkerque y Ostende, para apoyar la defensa y el socorro de Brujas.
La victoria conseguida por Carlos Coloma en el socorro de Brujas dio de nuevo libertad de movimiento a la armada de Flandes: Sólo entre septiembre y noviembre entraron en los puertos flamencos 66 navíos apresados.
En septiembre se organizó en Flandes una expedición naval compuesta de pequeños buques, barcazas y fragatas especiales para el transporte, al mando del general Juan de Nassau, con el objeto de desembarcar en Zelanda. Las embarcaciones fueron sorprendidas por la marea baja en el canal de Slaak, siendo atacadas y capturadas por los holandeses, con pérdida de muchos hombres y barcos.
El Almirantazgo de Amsterdam sugirió lanzar al mar a todos los prisioneros de la expedición, pero Federico-Enrique, príncipe de Orange, lo detuvo.

Grabado anónimo que representa la batalla de Slaak. En el extremo superior derecho está retratado el conde Juan de Nassau, general de la expedición hispánica, que a duras penas pudo escapar a Amberes. A la izquierda se encuentra retratado el Príncipe de Orange.

También en este año, en 2 expediciones distintas, Jacobsen y Ribera transportaron desde España a 5.600 nuevos reclutas para el Ejército de Flandes: En marzo 1.300 soldados embarcaron en La Coruña en los 6 galeones de Michael Jacobsen, en sólo seis días estaban en Mardick.
Tras la ofensiva neerlandesa de mayo, Jacobsen y Ribera estaban en La Coruña con una escuadra de 24 barcos, se estableció una Junta para realizar una leva (recluta) en Galicia, con el objeto de completar los cuadros de la infantería ya concentrada en la ciudad gallega. El almirante Ribera zarpó el 13 de octubre, y en 16 días la escuadra entraba en Mardick, con los 4.000 reclutas españoles y el dinero destinado para el Ejército de Flandes.

En 1632, en una de las salidas de los dunkerqueses, llegaron a las islas Shetland; tras hundir 28 "buzas" y sus 2 buques de guerra guardianes, desembarcaron y arrasaron un par de fuertes que protegían la base pesquera holandesa.


LA EDAD DE ORO DE LA ARMADA DE FLANDES

Las pérdidas de la marina de las Provincias Unidas, causadas por los corsarios hispano-flamencos de Dunkerque, comenzaron a ser tan elevadas, que, en el tratado franco-holandés del 8 febrero de 1635, los holandeses pedirán expresamente que Francia ocupe militarmente todas las plazas de la costa de Flandes.
Este año Jacques Colaert (o Colart) transportó de España a Dunkerque un contingente de 2.000 reclutas de infantería.
Más tarde, Colaert mandaba una gran expedición contra las pesquerías de las islas Shetland: El 15 de agosto salieron de Dunkerque 14 galeones y 6 fragatas; 3 barcos de guerra fueron hundidos, mientras otro se rindió, después se hundió o se capturó la mitad de los pesqueros y arrastreros, las "buzas" restantes fueron dispersadas; a primeros de septiembre la flota regresaba a Mardick.
Poco después Colaert atacó un convoy de la Compañía de las Indias Occidentales, haciendo prisionero a Cornelis Corneliszoon Jol, sucesor de Piet Heyn, que retornaba de una expedición en el Caribe.

En 1636, al forzar el bloqueo naval holandés, uno de los navíos dunkerqueses fue obligado a embarrancar, y el resto fue capturado por una escuadra de Zelanda superior en número: 2 galeones dunkerqueses -uno de ellos el del propio Colaert- resultaron hundidos en el combate, Colaert y 200 de sus hombres fueron rescatados de las aguas por los neerlandeses. Poco después Colaert es puesto en libertad por un intercambio de prisioneros.
Nombrado don Juan Claros de Guzmán, marqués de Fuentes, almirante supremo de la Armada de Flandes en sustitución de Ribera, se fueron reuniendo en La Coruña barcos procedentes de Dunkerque, Cádiz y otros puntos, a lo largo de este año, para la expedición que le llevaría a Flandes.
La escuadra de Fuentes, de 38 buques, partió a últimos de agosto de La Coruña y -tras 12 días de viaje- dejó en Mardick 4.000 soldados españoles -reclutados en Galicia y en Castilla la Vieja- al mando del marqués de Velada, y un millón y medio en plata para el Ejército de Flandes.

 Embarque de tropas españolas, hacia 1630. (Pintura de Andries van Eertvelt)


El aumento de las correrías de la Armada de Flandes, hizo que en las Provincias Unidas se llegase a pensar que el almirante Philips van Dorp, a cuyo mando estaba el bloqueo de la costa flamenca, estaba a sueldo de España. Así, en 1637 Van Dorp fue sustituído por Maarten Harpertszoon Tromp.
En julio de este año, una pequeña escuadra de 8 barcos, al mando del navarro Miguel de Horna, tras un combate en el que 2 barcos enemigos son hundidos, se apodera de 12 mercantes, con todo tipo de armas, municiones y vituallas.
En agosto, el capitán castellano Salvador Rodríguez, mandando una división de 13 naves, dirigió otra expedición contra las pesquerías de las Shetland, donde hundió 35 "buzas" y un buque de guerra.
A finales de este año, Fuentes dirigió una de las mayores expediciones hacia el norte, donde realizó un total de 52 unidades capturadas o hundidas.

 Pintura que refeleja los pequeños barcos arenqueros -"buizen", españolizado como "buzas"- y barcos pesqueros mayores o mercantes, al fondo se dibuja un posible barco de guerra holandés, protegiendo a los pesqueros. (Cuadro de Ludolf Bakhuizen)

En la primavera, Colaert se dirigió a Madrid donde el rey le concedió la Orden de Santiago. Debía de enviar hombres y dinero con su agrupación naval, que estaba en La Coruña, hacia los Países Bajos. Pero la muerte de Colaert por enfermedad cambió los planes del Conde-duque de Olivares, quien nombró a Lope de Hoces para sustituirlo.
La flota, con 38 barcos, debía de transportar unos 5.000 soldados, reclutados en Castilla, Andalucía y Galicia, más casi 2 millones de ducados para socorro del Cardenal-Infante. Zarpó de La Coruña y en tan sólo 5 días llegó a Dunkerque.

A partir de 1638, se hace operativo el puerto de Gravelinas, tras iniciarse las obras el año anterior, construyéndose un nuevo puerto para bajeles de alto bordo.
El 7 de marzo, tras una estancia de aprovisionamiento en Flandes, la flota de Hoces emprende el viaje de vuelta, levando anclas del puerto de Mardick; tras un accidentado y fructífero viaje, en el que el viento le hizo buscar refugio en Mardick y en Inglaterra, llegó a La Coruña el 12 de abril, tras haber capturado 37 presas enemigas (incluyendo 2 buques de guerra y 25 mercantes).


LA BATALLA DE LAS DUNAS

Olivares pensó en la utilización de transportistas ingleses para el envío de tropas a Flandes con mayores garantías, y así poder burlar mejor el bloqueo.
En mayo de 1639, una flotilla de 5 barcos, contratados al comerciante inglés Benjamín Wright, zarpó de Cádiz con 2 tercios de infantería con destino para los Países Bajos: 2 barcos y más de 700 reclutas cayeron en manos de la escuadra holandesa que patrullaba el canal, al mando del almirante Tromp, el resto de los 1.500 soldados lograron llegar a los puertos flamencos.

Se trató de juntar una gran armada en La Coruña que habría de transportar unos 9.000 soldados y dinero para los Países Bajos; derrotar a la flota holandesa de Tromp y, a su vuelta, debería traer la infantería valona destinada para los frentes pirenaicos.
A esta armada se juntó una escuadra de Dunkerque, al mando de Miguel de Horna, que zarpó de Mardick transportando 2.000 valones para los frentes peninsulares; tuvo que sostener 3 duros combates en el Canal antes de llegar a La Coruña, la escuadra de Horna perdió 3 barcos y 400 hombres, pero causó tales pérdidas a la flota holandesa de Tromp que tuvieron que levantar momentáneamente el bloqueo.
A primeros de junio se presentó ante La Coruña el arzobispo de Burdeos, bloqueando y cañoneando la plaza; la armada española, protegida por los fuertes de San Antón y San Diego, que estaban unidos por una cadena que cerraba el puerto, no salió a su encuentro. A los 3 días, ante las pérdidas que estaba sufriendo, el arzobispo se retiró. En la defensa de La Coruña se destacó Miguel de Horna, que, con 4 fragatas de Dunkerque, por dos veces salió a escaramuzar con la armada francesa, volviendo al puerto sin pérdida.

En septiembre, la armada, al mando del almirante Antonio de Oquendo, sale de La Coruña, teniendo la vanguardia la escuadra de Dunkerque. Por orden del rey, Miguel de Horna pasó a la "capitana" real de Oquendo, llamada "Santiago". El día 15 emboca en el Canal de la Mancha, donde combate durante 3 días con las escuadras de las Provincias Unidas, al mando del almirante Tromp. Ante la escasez de pólvora y municiones, y la imposibilidad de realizar el trasbordo de la infantería, la armada hispánica se ve obligada a refugiarse en el fondeadero de las Dunas de Kent, donde fueron bloqueados por las naves neerlandesas.
Durante el mes que Oquendo estuvo allí, se pertrechó y reparó las naves, además de transportar durante la noche la infantería reclutada y el dinero, en pequeños buques y pesqueros. El 21 de octubre la armada hispánica intentó salir, trabándose una desigual batalla con los holandeses, superiores en número de barcos.
La armada de Antonio de Oquendo resultó derrotada: en parte varada en las costas y en parte destruída por las Provincias Unidas. Sólo la "Santiago" de Oquendo, acribillada por 1.700 disparos, y otros 6 barcos, la mayoría dunkerqueses, lograron entrar en Mardick. Horna resultó herido en la batalla, perdiendo un ojo. A finales de diciembre, el marino navarro obtuvo una victoria sobre una escuadra francesa.

 Grabado mostrando la batalla de las Dunas del día 21 de octubre. En primer plano, un capellán militar lucha por sobrevivir agarrado a un trozo de madera, crucifijo en mano. (Grabado de Claes Jansz Visscher)

Estebanillo González se encuentra en Dunkerque, ciudad a la que dedica efusivos elogios, en el momento de la batalla:

"Marchó después de lo referido su Alteza [Cardenal-Infante] la vuelta de Dunquerque, por estar aguardando la armada que venía a cargo de don Antonio de Oquendo y de don Andrés de Castro (...) Llegamos a aquella pequeña villa que, por ser grande en valor, es terror de Holanda y opresión de las demás armadas enemigas; cuyos invencibles bajeles, siendo ruina y destrucción de las flotas holandesas, son los que abastan y enriquecen estos Países. Llegó la referida armada con más grandeza que gobierno y con más velocidad que ventura; salióla a recibir la holandesa con menos fuerzas y mejor disposición. Y al tiempo que se empezaron a pelotear, no agradándome aquel juego de raqueta (...) me entré en una cantina adonde se vendía cerveza (...) estuve bebiendo toda una tarde potes de purga por no recibir récipes de píldoras holandesas; y con hallarme las tripas encharcadas como rana no tuve ánimo para salir hasta tanto que cesó el ruido de la refriega (...)"


EL FRENTE PENINSULAR

Tras la sublevación de Cataluña y Portugal en 1640, parte de la armada de Dunkerque es llamada al Mediterráneo.
En 1641 el marino flamenco Jodocus Peeters (o Joos Pietersen) condujo 5 barcos hasta España. Miguel de Horna obtuvo la muerte, entre este año y el anterior, por las heridas sufridas en combate, cuando de nuevo trató de atacar el convoy de Burdeos.

Combate naval entre el vice-almirante neerlandés Witte de With con los navíos flamencos de Nieuport, hacia 1640. (Pintura de Jacob Gerritsz Loef)

Peeters fue puesto al mando de la escuadra. La base de operaciones de la escuadra de Dunkerque estará ahora en los puertos de La Coruña y de Cádiz.
Los navíos dunkerqueses participaron en varias acciones contra la flota francesa, al mando del arzobispo de Burdeos, durante el asedio de Tarragona. En diciembre Peeters recibe la orden de unirse al bloqueo de la costa portuguesa.

Desde 1642, toda la armada de Flandes se trasladó al Mediterráneo, señalando la prioridad de Madrid por el frente catalán, ante el flamenco o el portugués. Ese mismo año de 1642 participa en una batalla frente a Barcelona con la armada del marqués de Brézé.
En 1643 participa en la batalla de Cartagena con la flota del marqués de Brézé. En 1644-1645 participa en la defensa de Rosas.

En 1646 sus navíos protegen los convoyes -para el traslado de 1.500 soldados, enviados al frente catalán- de Cádiz a Tortosa.
También actúan en la defensa de las posesiones italianas de la Corona española: 8 fragatas de la armada de Flandes participan en la liberación de Orbetello, y al año siguiente participan en la expedición de Juan José de Austria para aplacar la rebelión de Nápoles y Sicilia.


LA CAIDA DE DUNKERQUE

Los socorros para los Países Bajos siguieron llegando por mar, pero esta vez en modo de fragatas rápidas de pocas unidades, que transportaban pequeños destacamentos de centenares de soldados.
Tras la batalla de Rocroi (1643), los franceses realizaron una ofensiva para ocupar los puertos flamencos, y así cortar las rutas de enlace entre España y los Países Bajos españoles, así como acabar con la actividad corsaria.
En 1644 conquistaron Gravelinas. En 1645 conquistan Mardick, aunque es recuperada a finales del año por un ataque por sorpresa. En 1646 los franceses conquistan de nuevo Mardick, y, esta vez, junto a Dunkerque, que cayó en octubre.

En 1652, el archiduque Leopoldo-Guillermo asedió Dunkerque; en agosto el marqués de Fuensaldaña, con el ejército que operaba en Francia a sus órdenes en apoyo de los rebeldes "frondistas", se unió al ejército hispánico sitiador. La plaza capitula y el marqués de Lede volvió a ocupar su puesto como general de la Armada de Flandes y gobernador de la ciudad. También ese mismo año se recuperaron Gravelinas y Mardick.

Los dunkerqueses resucitaron, y capturaron o hundieron cientos de barcos ingleses en los siguientes años. En 1656, el capitán Charles Reynard, al mando de 5 barcos reales de Flandes, capturaba intacto un convoy de 10 mercantes a la salida de Londres.
La ofensiva anglo-francesa, al mando del vizconde de Turena, contra los puertos flamencos comenzó en 1657, pero sólo se pudo capturar Mardick, debido a la resistencia del Ejército de Flandes.
En 1658, el ejército anglo-francés de Turena puso sitio a Dunkerque, don Juan José de Austria y el Príncipe de Condé trataron de socorrer la plaza con el Ejército de Flandes. En la batalla de las Dunas, tercera de éste nombre, el ejército hispánico fue derrotado. Algunas de sus unidades fueron prácticamente destruidas, como señala Jerónimo de Barrionuevo en sus Avisos de julio de 1658:

"Perdióse Dunquerque por falta de municiones, no teniendo que tirar diez días después de la rota [derrota] nuestra en la Abadía de las Dunas, donde nos mataron y apresaron tantos; en particular no quedó hombre vivo español del tercio de [Gaspar] Bonifaz, y muy pocos del de D. Antonio de Córdoba."

Después de la batalla, Dunkerque capituló, falleciendo el marqués de Lede de las heridas recibidas en la defensa. Turena tomó varias plazas flamencas, incluida Gravelinas, tras un corto asedio.


DUNKERQUE BAJO DOMINIO FRANCES

En 1658, Dunkerque pasó a manos de Inglaterra, España no reconoció la posesión inglesa y el marqués de Caracena, el nuevo gobernador de los Países Bajos españoles, la mantuvo bloqueada y aislada, produciéndose roces entre la guarnición y los pueblos de los contornos y con los soldados hispánicos. En 1662, Inglaterra vendió Dunkerque a Luis XIV, rey de Francia, ante lo costoso de su mantenimiento.
Bajo el gobierno francés Dunkerque reverdeció laureles contra sus viejos enemigos: Inglaterra, las Provincias Unidas, y, ahora, contra España. Dunkerque bajo Francia producirá corsarios tan famosos como Jean Bart, Claude de Forbin y René Duguay-Trouin.

Vista de Dunkerque en el siglo XVII, probablemente durante el tiempo que estuvo bajo dominio inglés. (Pintura de Ludolf Bakhuizen)

En cuanto a la Armada de Flandes, tras la caída de Dunkerque, Felipe IV concentró todas sus fuerzas en la reducción de Portugal, sublevada desde el año 1640. A partir del año 1659, la escuadra de Flandes del almirante Maes participaba, junto con la Armada del Mar Océano, en el bloqueo de las costas portuguesas.
En septiembre de 1664, el Almirantazgo volvió a establecerse en el puerto Ostende, pero el Proveedor de la Armada, Pedro del Vaus, reconocía en un informe no disponer de más de 4 barcos debidamente preparados. La Armada de Flandes ya nunca volvería a recuperar el esplendor de los años pasados.

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NOTA1: Una "escuadra" estaba formada por un número de navíos grandes y unidades ligeras. La "Armada" sería una escuadra de un tamaño importante o un conjunto de escuadras para realizar una empresa determinada. 

domingo, 30 de octubre de 2016

El alto mando del Ejército español de Flandes, durante la guerra de los ochenta años (1568-1648)


En una entrada anterior, el cronista Antonio Carnero mostraba el alto mando del Ejército español de Flandes hasta aproximadamente el año 1623-1625. En esta entrada se pretende mostrar toda la jefatura del Ejército de Flandes hasta el final de la guerra de los ochenta años.



CAPITAN GENERAL

El mando supremo del Ejército de Flandes era ostentado por el Capitán General, quien también hacía las funciones de Gobernador de los Países Bajos, designado por el rey como representante suyo y administrador de los territorios flamencos.
El cargo era ostentado por la más alta nobleza o por familiares de la casa de Austria española o alemana, sin importar en algunos casos la experiencia castrense del titular. Todos mandaron ejércitos en campaña, salvo Isabel Clara Eugenia.
El Capitán General en ocasiones nombró a otros Generales para realizar una determinada acción militar, mandar un distinto ejército de operaciones, o combatir en otro frente distinto al de Flandes. Estos vendrán resaltados en otro color en el cuadro.


Capitán General del Ejército de Flandes y Gobernador General de los P.B. (1567-1648)
Año Nombre Notas
1567 Fernando Alvarez de Toledo, Duque de Alba
1573 Luis de Requesens y Zúñiga, Comendador mayor de Castilla
1576 Juan de Austria
1578 Alejandro Farnesio, Duque de Parma
1592 Conde Pedro-Ernesto de Mansfeld (interino)
1594 Archiduque Ernesto de Austria
1595 Pedro Enríquez de Acevedo, Conde de Fuentes (interino)
1595 Archiduque Alberto de Austria
1621 Isabel Clara Eugenia, Infanta de España
1633 Francisco de Moncada, Marqués de Aytona (interino)
1634 Fernando de Austria, Cardenal-Infante de España
1641 Francisco de Melo, Marqués de Tordelaguna
1644 Manuel de Moura y Cortereal, Marqués de Castel Rodrigo
1647 Archiduque Leopoldo-Guillermo de Austria


Fernando Alvarez de Toledo y Pimentel, III Duque de Alba: Experimentado militar castellano, fue uno de los mejores generales del siglo XVI. Sirvió al Emperador Carlos V, y al hijo de éste, el rey Felipe II. Hijo de García de Toledo, muerto combatiendo en la isla de los Gelves (1510). Su primer hecho de armas es en el sitio de Fuenterrabía (1521-1524), al que acude como voluntario, en el transcurso de la primera guerra del Emperador Carlos V con Francia. Como cuenta el cronista fray Prudencio de Sandoval, el joven noble fue nombrado gobernador de la plaza:  
"Y entró a tomar la posesión de ella por el Emperador, don Fernando de Toledo, nieto y sucesor del duque de Alba. El cual, siendo muy mozo, que aún no tenía veinte años, por servir a su rey, sin licencia de su abuelo se había venido al campo y peleado como valiente caballero."

Participa como voluntario en el socorro de Viena (1532). En la expedición de Túnez (1535) mandó un cuerpo de ejército en la retaguardia; en la tercera guerra del Emperador con Francia, mandó los "hombres de armas" o caballería pesada en la vanguardia, durante la campaña de invasión de Provenza (1536); y en la expedición a Argel (1541) tuvo el mando de los lansquenetes alemanes. En la cuarta guerra con Francia, fortificó Perpiñán y Pamplona, poco antes del asedio de los franceses a la primera (1542). Tuvo el mando del ejército imperial en la Guerra de Esmalcalda (1546-1547) y en la quinta guerra con Francia hasta el malogrado asedio de Metz (1552-1553). En el marco de esta guerra es designado como General y Superintendente imperial de Italia, poniendo a punto las fortificaciones y las defensas del Ducado de Milán (1555); para luego ser designado virrey de Nápoles (1555-1556), al ser amenazada ésta por el papa Paulo IV, quien aliado con Francia, pretendía expulsar a los españoles de la Península italiana. Alba invade los Estados Pontificios, se apoderó de Ostia y se plantó ante Roma, obligando al Papa a firmar una tregua (1556). Al año siguiente, Alba defendió Nápoles de un ejército franco-pontificio al mando del duque de Guisa, y plantándose de nuevo ante Roma, Alba intenta asaltarla realizando una "encamisada", el cronista Luis Cabrera de Córdoba lo cuenta, señalando el "santo y seña" acordado para la acción: 

"Aunque no tenía intento de asaltar la ciudad, con gran artificio dijo a Ascanio de la Corgna y a los capitanes habia de ir a una facción (...) y entrando en la ciudad el nombre para conocerse fuese libertad, llevasen camisas sobre las armas (...) Envió adelante a Ascanio de la Corgna y a los capitanes Mosquera y Palacios con trescientos infantes con escalas de muro y algunos caballos, para que después de media noche ocupasen a Puerta-mayor. (...)" 
 Pero la ciudad estaba prevenida y la encamisada es abortada. En fin, el Papa tuvo que rendirse, entrando el duque de Alba triunfante en la Ciudad Eterna.

Ante la rebelión de los Países Bajos, Alba es nombrado Gobernador (1567-1573) y es puesto a cargo de un ejército español que debía de conducir para aplacar la revuelta. La revuelta es aplastada militarmente en 1568, sin embargo comienza de nuevo en 1572 y Felipe II decide sustituirlo en 1573. Corona su dilatada carrera militar como general en la invasión de Portugal (1580), a sus 73 años y en la que tiene que ser llevado en litera a causa de la gota.  Al término de la campaña militar fue nombrado virrey de Portugal, cargo que ocupó hasta su muerte, acaecida en 1582.

Cuando tuvo el mando conjunto del ejército en campaña, a partir de 1546, trató siempre de evitar la batalla ante un enemigo igual o superior a él, agotándole con marchas y contramarchas, encamisadas y continuas escaramuzas; Así ocurrió en las campañas de Alemania (1546-1547), las de Italia (1556-1557), y los Países Bajos (1568 y 1572). Cuando se sabía superior era implacable, perseguía al enemigo y lo aplastaba, como en Jemmingen (1568) o la campaña de Portugal (1580). Sólo algunos asedios se le resistieron: Metz (1552-1553) y Alkmaar (1573), aunque en éste último no tuvo el mando directo de las operaciones, sí que fue bajo su gobernación. (Grabado de Frans Huys)



GOBERNADOR DE LAS ARMAS

Cargo creado tardíamente en 1631, el Gobernador de las Armas era el segundo en el mando tras el Capitán General. El cargo se instauró para tener un mando superior al Maestre de Campo General, al Capitán General de la Caballería y al Capitán General de la Artillería. Podía ostentar tanto el mando único de un ejército de operaciones, como el de la totalidad del ejército en caso de ausencia del Capitán General.
En 1640, el cargo se otorgó dos veces, con el fin de cubrir el frente francés. De 1642 a 1644 el cargo no se proveyó, debido probablemente a los constantes conflictos de preeminencia que se originaban sobre todo con el Maestre de Campo General. 


Gobernador de las Armas del Ejército de Flandes (1631-1648)
Año Nombre Notas
1631 Alvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz
1633 Francisco de Moncada, Marqués de Aytona
1635 Príncipe Tomás de Saboya
1640 Felipe de Silva Francia
1640 Conde Paul-Bernard de Fontaine
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1644 Octavio Piccolomini, Duque de Amalfi
1648 Alonso Pérez de Vivero, Conde de Fuensaldaña


Octavio Piccolomini (Ottavio Piccolomini d'Aragona): Pertenecía a la misma familia toscana de la que formó parte el papa Pío II. Comenzó su carrera militar en 1616 como piquero al servicio de España, y pasó en 1618 al servicio del Imperio Germánico, con la fuerza expedicionaria toscana, como capitán de coraceros, donde permanecerá al mando siempre de tropas de caballería. Combatió en la batalla de la Montaña Blanca (1620), y ascendió rápidamente por la protección que le dispensó el general del ejército imperial, Albrecht von Wallenstein, desde 1628. Como coronel de un regimiento de coraceros imperial tuvo un papel destacado en la guerra por la sucesión de Mantua y Monferrato (1627-1630).
También se distinguió en Lützen (1632), y participó junto con Gallas en la caída en desgracia y asesinato de Wallenstein (1634), elaborando informes que lo presentaban como traidor al Emperador. El poder obtenido por Wallenstein, y su autonomía para alianzas o tratados de paz, lo habían convertido en un peligro para el Sacro Imperio Germánico. Piccolomini se apresuró a pedir su recompensa y fue uno de los principales beneficiarios del asesinato de Wallenstein y sus camaradas. Posteriormente Piccolomini se distinguió en Nördlingen y ocupó Franconia (1634).  

Como general de un ejército auxiliar imperial salvó la situación creada en Flandes por la invasión simultánea de los ejércitos francés y holandés en 1635, levantando el sitio de Lovaina; y logró distinguirse en la invasión de Francia del año siguiente. Después su ejército imperial colabora con el ejército de Flandes en Luxemburgo y en la recuperación de Maubeuge (1637). En 1638 se distinguió con la fuerza auxiliar imperial en el socorro de Saint-Omer. Pero su mayor victoria fue la de Thionville (1639), que le valió del rey Felipe IV el ducado de Amalfi.

A finales de 1639, el Emperador reclamó la presencia de Piccolomini y su ejército, abandonando los Países Bajos, a pesar de los intentos de Madrid por retenerlo en Flandes. Piccolomini expulsó a los suecos de Bohemia (1640); organizó la defensa de Ratisbona, amenazada por los suecos, y fue derrotado por ellos en Wolfenbüttel (1641). Fue nombrado general del ejército de Silesia, cuyos restos reunió y reorganizó; junto al archiduque Leopoldo socorrió Brzeg y asedió infructuosamente Glogów; finalmente al intentar socorrer Leipzig, fue derrotado en la segunda batalla de Breitenfeld (1642).
Al ser nombrado Gallas general en jefe de las tropas imperiales (1643), Piccolomini pidió licencia para pasar a España.

Desde 1635, la presencia del ejército auxiliar imperial de Piccolomini en Flandes se había asociado siempre con éxitos militares, y después de la batalla de Thionville se iniciaron intensas negociaciones para traerle al servicio de España. El Conde-duque de Olivares refería que "Y a Picolomini compradle a cualquier precio para antes de la primavera, aunque se le deje andar en Alemania dos o tres meses..." (Consulta, 23 de octubre de 1639)
Las negociaciones se alargaron, y, tras la batalla de Rocroi (1643), se consideró imprescindible la presencia de Piccolomini en los Países Bajos españoles para enderezar la situación: Se accedió a sus condiciones y, tras una estancia en Zaragoza, Piccolomini embarca en Pasajes y llega a Flandes en mayo de 1644. De 1644 a 1647 ejerció el cargo de 
"Gobernador general de las armas y ejércitos de su Majestad Católica en los Estados de Flandes".  
En la campaña de 1644 se perdió la plaza de Gravelinas, pero su prestigio no disminuyó. Pero al inicio de la campaña de 1645 comienza una sucesión de desastres: En unos meses se perdieron Mardick, Bourbourg, Béthune, Saint-Venant, Cassel, Lillers, Armentières, Lens, Hulst... Piccolomini permaneció inactivo por temor de desamparar las demás plazas, el ejército auxiliar del Duque de Lorena, que sumaba la mitad de las fuerzas de las que disponía, rara vez colaboraba, faltaba dinero, y algunas de las plazas se rendían sin lucha. En la campaña de 1646 se perdió Dunkerque, Piccolomini echaba las culpas al Duque de Lorena, que le quitaba su mando efectivo. La campaña de 1647 fue algo más positiva y se recuperaron algunas plazas, pero Madrid ya buscaba sustituto para Piccolomini.
Vuelto al servicio del Emperador en 1648, al terminar la guerra de los 30 años era General en jefe de las tropas imperiales y presidió, como delegado imperial, el Congreso de Nuremberg (Nürnberg) para el tratado de paz de 1649-1650. Piccolomini tendrá a su cargo el supervisar la desmovilización de los ejércitos en Europa central. Murió en Viena en 1656 y está enterrado en la Servitenkirche.
(Theatrum Europaeum, Merian)



MAESTRE DE CAMPO GENERAL

El Maestre de Campo General era el oficial de mayor rango de toda la infantería del Ejército de Flandes. También, hasta la instauración en 1631 del cargo de Gobernador de las Armas, era el segundo en el mando del Capitán General o su "mano derecha". Por lo cual, hasta 1631, pudo asumir el mando de un ejército de operaciones, como las funciones del Capitán General en ausencia o incapacidad de éste.
Como segundo en el mando del Ejército de Flandes, el Maestre de Campo General tenía que tener aptitudes y experiencia de carácter militar, siendo muchas veces el verdadero consejero en materia militar del Capitán General.


Maestre de Campo General del Ejército de Flandes (1567-1648)
Año Nombre Notas
1567 Jean de Ligne, Conde de Aremberg (interino)
 + en combate
1568 Chapín Vitelli, Marqués de Cetona
1568 Fadrique Alvarez de Toledo, Duque de Huéscar Gral.Inf. española
 (hasta 1573)
1573 Francisco de Valdés Holanda 
(hasta 1575)
1575 Conde Pedro-Ernesto de Mansfeld
1588 Valentín de Pardieu, señor de La Motte (interino)
1590 Valentín de Pardieu, señor de La Motte Francia
 (hasta 1593)
1593 Conde Carlos de Mansfeld Francia
1594 Chrêtien de Savigny, Marqués de Rosnes (interino)
 + en combate
1596 Philibert de Rye, Barón de Balançon y Conde de Varax (interino)
  + en combate
1598 Conde Federico van den Bergh (interino)
1603 Ambrosio Espínola, Marqués de Los Balbases
1628 Conde Enrique van den Bergh (interino)
1631 Carlos Coloma
1631 Lelio Brancaccio, Marqués de Montesilvano
1633 Francisco Gómez de Sandoval, Duque de Lerma
1635 Manuel Pimentel, Conde de Feira
1635 Claude de Lannoy, Conde de La Motterie Francia
(hasta 1638)
1639 Juan Claros de Guzmán, Marqués de Fuentes Francia
(hasta 1640)
1640 Antonio Gómez Dávila y Toledo, Marqués de Velada
1640 Andrea Cantelmo Francia
(hasta 1641)
1641 Barón Jean de Beck Francia
(hasta 1642)
1642 Barón Jean de Beck
1642 Conde Paul-Bernard de Fontaine Francia
(hasta 1643)
 + en combate
1643 Andrea Cantelmo
1643 Barón Jean de Beck Luxemburgo
(hasta 1645)
1644 Conde Ernesto de Isenburg
1644 Alonso Pérez de Vivero, Conde de Fuensaldaña Francia 
(hasta 1646)
1645 Barón Jean de Beck (hasta 1648)
 + en combate
1646 Luis Carrillo de Benavides y Toledo, Marqués de Caracena Francia
(hasta 1648)
1648 Carlos Guasco, Marqués de Salario y Príncipe de Lixheim
1649 Ghislain de Brias, Marqués de Molinghien


Enrique van den Bergh (Hendrik van den Bergh): Flamenco de origen, pertenecía a una familia de militares que estaba al servicio de España desde el año 1584, después de haber luchado por la causa del Príncipe de Orange. Inició su carrera militar en 1588, sirviendo cinco años en la infantería y nueve de capitán de 300 corazas y con ellas sirve al presente” (Valladolid, 1602).
En 1595, estando con su compañía de caballería en Weert, fue sorprendido por Mauricio de Nassau, que lo hizo prisionero, obteniendo su libertad unos meses después mediante rescate. Tomó parte en la campaña que el Almirante de Aragón hizo contra Bommel (1599). Todavía era capitán de caballería en 1606 cuando Espínola le otorgó el gobierno de la plaza de Grol (Groenló), al ser capturada a los holandeses. El defendió la plaza contra Mauricio, que trató de recuperarla. Al año siguiente, estando en Erckelen con sus hombres fue de nuevo sorprendido, esta vez por el conde Enrique de Nassau, que entró la plaza por sorpresa, capturando a Van den Bergh. Una vez más, fue puesto en libertad al poco tiempo.
En 1614 formó parte de la expedición que Espínola dirigió al ducado de Cleves-Juliers y que se apoderó de la plaza de Wesel. Fue nombrado Teniente-general de la Caballería de Flandes (1615) y permaneció en el ducado de Cleves-Juliers hasta 1616, sometiendo algunos emplazamientos fortificados. Desde 1618 ocupó el cargo de gobernador de Gueldres.
En 1620 participa en la campaña de Espínola en el Palatinado. En 1621 se adentró con Espínola en el ducado de Juliers (Jülich), y con un cuerpo de ejército se apoderó de la fortaleza de Rheidt y de otras más, incluida la propia Juliers, tras un asedio de 5 meses (1621-1622). Más tarde, mientras Espínola asediaba Bergen-op-Zoom, Van den Bergh capturó Goch y Papenmutz (1622). En 1624 se adentró en las Provincias Unidas desde Gueldres, cruzando el río Ijssel, y se apoderó del castillo de Brouchorst, abrió fuego sobre Arnhem, y saqueó el castillo de Karnem (Kernhem). Posteriormente capturó las plazas de Cleves y Gennep. En 1625 organizó y guió los convoyes de víveres para las tropas sitiadoras de Breda.
Al año siguiente, atacó por sorpresa, cerca de Vinen, un campamento de caballería holandés al mando del conde Stirum, capturando al conde, a un centenar de sus hombres y 4 banderas. Se le otorgó el cargo de General de la artillería de Flandes, siendo relegado de la provisión de General de la caballería de Flandes, cargo más importante en el escalafón del alto mando y que consideraba le correspondía al ostentar la tenencia de la caballería.


Posteriormente fracasó en socorrer la plaza de Grol (1627), acto por el que se responsabilizó primero al marqués de Campolataro (por un incidente de preeminencia con los españoles, que originó retrasos y que no se atacase un convoy holandés que abasteció a los sitiadores), en segunda instancia a Van den Bergh (por la tardanza en el socorro y como responsable del ejército de operaciones) y, por último, a Espínola (por su inactividad). Finalmente, la Infanta Isabel Clara Eugenia postergó las investigaciones de lo ocurrido para no levantar susceptibilidades entre la nobleza de los Países Bajos.
Tras la marcha de Espínola a España, asumió la jefatura del ejército entre 1628 y 1630. En la campaña de 1629, Van den Bergh se adentró de nuevo en las Provincias Unidas desde Gueldres, para distraer a Federico-Enrique de Orange, que sitiaba a Bois-le-Duc (s'Hertogenbosch). Cruzando el Ijssel otra vez, junto con un ejército auxiliar imperial al mando de Raimondo Montecuccoli, tomaron Amersfoort, plaza que hubo que abandonar poco después, al tomar los holandeses por sorpresa Wesel. Esta vez a Van den Bergh se le acusó de haber realizado la estéril maniobra de distracción en lugar de haber socorrido directamente a Bois-le-Duc.  
Para la campaña de 1631 fue nombrado Maestre de campo general, junto a Carlos Coloma y a Lelio Brancaccio. En 1632, alegando el recelo de los militares castellanos a obedecerle y el haberse visto relegado siempre en los cargos de responsabilidad por personas menos válidas que él, decidió huir a las Provincias Unidas, provocando la defección de algunas guarniciones que también se pasaron al enemigo, y facilitando la entrega casi sin lucha
de Venló y Roermond a los holandeses. Al servicio de las Provincias Unidas de los Países Bajos, Van den Bergh fue gobernador de Gueldres (1632-1637). En la pintura porta la banda de general anudada al brazo y el bastón de mando en una de sus manos. (Anton van Dyck, Museo del Prado)



CAPITAN GENERAL DE CABALLERIA

El Capitán General de la Caballería ostentaba el mando supremo de la toda la caballería del Ejército de Flandes. Al igual que el Maestre de Campo General, se le suponía el tener experiencia militar y ciertas aptitudes castrenses. En determinadas ocasiones podía llegar a tener un mando único de un cuerpo de ejército de operaciones.


Capitán General de la Caballería del Ejército de Flandes (1567-1648)
Año Nombre Notas
1567 Hernando Alvarez de Toledo, Prior de San Juan
1572 Juan de Mendoza Sarmiento (interino)
 + en acción
1574 Alonso de Vargas (interino)
1578 Octavio Gonzaga
1580 Juan Bautista del Monte (interino)
1580 Roberto de Melun, Marqués de Roubaix + en combate
1585 Alfonso Dávalos de Aragón, Marqués del Vasto
1590 Rodrigo de Silva, Duque de Pastrana
1593 Alonso de Idiáquez, Conde de Biandrina Francia 
1597 Francisco de Mendoza, Almirante de Aragón
1602 Luis de Velasco, Conde de Salazar
1626 Diego Mejía de Guzmán, Marqués de Leganés
1631 Conde Juan de Nassau
1635 Charles-Albert de Longueval, Conde de Bucquoy   Francia 
(hasta 1636)
1638 Felipe de Silva (interino)
1642 Antonio Gómez Dávila y Toledo, Marqués de Velada
1642 Charles-Albert de Longueval, Conde de Bucquoy Gral. B.d'ordonnance
Francia 
(hasta 1643)
1643 Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque
1643 Claude Lamoral, Príncipe de Ligne  Gral. B.d'ordonnance
Francia
(hasta 1646)
1644 Charles-Albert de Longueval, Conde de Bucquoy (interino)
1644 Luis de Benavides Carrillo y Toledo, Marqués de Caracena
1646 Charles-Albert de Longueval, Conde de Bucquoy  Francia
(hasta 1649)
1646 Claude Lamoral, Príncipe de Ligne (hasta 1659)



CAPITAN GENERAL DE ARTILLERIA

El Capitán General de la Artillería poseía el mando superior de la artillería del Ejército de Flandes. Se le suponía ciertos conocimientos en poliorcética e ingeniería de asedio, así como el despliegue de los trenes de artillería en las batallas y en los cercos de las plazas. También en determinadas ocasiones podía operar de manera independiente con un cuerpo de ejército.


Capitán General de la Artillería del Ejército de Flandes (1567-1648)
Año Nombre Notas
1567 Charles de Brimeu, Conde de Meghem
1572 Jacques de la Cressonière + en combate
1572 Valentín de Pardieu, señor de La Motte (interino)
1573 Louis de Blois, señor de Trélon
1577 Conde Gilles de Berlaymont, señor de Hierges + en combate
1579 Valentín de Pardieu, señor de La Motte
1581 Conde Carlos de Mansfeld
1582 Valentín de Pardieu, señor de La Motte
1585 Conde Carlos de Mansfeld
1590 Valentín de Pardieu, señor de La Motte  + en combate
1595 Philibert de Rye, Barón de Balançon y Conde de Varax  + en combate
1597 Pieter de Henin-Liètard, Conde de Bossu
1598 Luis de Velasco, Conde de Salazar
1602 Charles Bonaventure de Longueval, Conde de Bucquoy
1618 Iñigo de Borja
1622 Diego Mejía de Guzmán, Marqués de Leganés
1626 Conde Enrique van den Bergh
1631 Claude de Rye, Barón de Balançon
1638 Conde Paul-Bernard de Fontaine
1638 Andrea Cantelmo Francia 
(hasta 1640)
1640 Enrique de Alagón y Pimentel, Conde de Fuenclara
1640 Alonso Pérez de Vivero, Conde de Fuensaldaña Francia 
(hasta 1642)
1641 Andrea Cantelmo
1643 Sigismondo Esfrondato, Marqués de Montafia
1643 Alvaro de Melo Francia 
(hasta 1644)
1644 Sigismondo Esfrondato, Marqués de Montafia
1644 Jacques-Nicolás de la Baume, Conde de Saint-Amour Francia
(hasta 1645)
1645 Jacques-Nicolás de la Baume, Conde de Saint-Amour (hasta 1647)
1645 Charles-Albert de Longueval, Conde de Bucquoy Francia 
(hasta 1646)
1646 Esteban de Gamarra y Contreras Francia 
(hasta 1648)
1647 Sigismondo Esfrondato, Marqués de Montafia (hasta 1652)
+ en combate
1648 Jacques-Nicolás de la Baume, Conde de Saint-Amour Francia


miércoles, 12 de octubre de 2016

Las banderas capturadas a Francis Drake en Lisboa


La enseña inglesa consiste en 7 franjas horizontales: La 1ª desde arriba, la cual estaba muy deteriorada, blanca; la 2ª, 3ª y 4ª, que se conservaban prácticamente enteras, roja, azul y amarilla respectivamente; las franjas 5ª y 6ª, las cuales estaban desaparecidas; y, la última franja, deteriorada y de color blanco.

De las franjas desaparecidas se conoce cual era su color: La 5ª se sabe que era morada, por unos hilos morados unidos a la 4ª franja; la 6ª franja era verde, por un trozo de tela de ese color que se encuentra en la vaina de la bandera, a la altura donde se disponía la 6ª franja. 





La segunda enseña se correspondería a una bandera portuguesa recapturada a los ingleses. Se conoce esta procedencia por el blasón que ostenta en el centro, el cual pertenece a la casa de Ataide, condes de Atouguia. Precisamente los condes de Atouguia poseían en sus dominios la villa de Peniche, lugar donde desembarcaron los ingleses.

Blasón de la Casa de Ataide. (Livro do Armeiro-Mor, 1506-1509)

El título recaía, en el tiempo del ataque de Drake a Lisboa, en Joao Gonçalves de Ataide, IV conde de Atouguia. Y es a él al que correspondería la defensa de sus feudos, donde desembarcaron los ingleses. Luis Cabrera de Córdoba, cronista de Felipe II, lo menciona en los textos que describen los hechos, en el momento en que Peniche cae en manos inglesas:

"Con la claridad de la luna Draque echó gente en la playa sin resistencia, y se acercó Noris [Sir John Norris] con ella al lugar, (...) Luego se apaciguaron y le entregaron la fortaleza desamparada por Juan González Dataide [IV conde de Atouguia], y la guarnició Noris, y con D. Pedro de Guzman, veedor general de la gente de guerra, se retiró a Torres Vedras, villa cercana, después de haber escaramuzado con doscientos veinte soldados, cargando los ingleses, (...)"





domingo, 2 de octubre de 2016

Las banderas expuestas en la Catedral de Sigüenza


Una exposición en la catedral de Sigüenza, centrada en el centenario de Cervantes y Shakespeare, muestra, entre otros objetos como alabardas, rodelas, arcabuces y mosquetes, tres banderas del siglo XVI:

Dos de ellas, pertenecientes a la expedición de sir Francis Drake contra Lisboa en 1589, se encontraban guardadas en la misma catedral de Sigüenza, y acaban de ser restauradas. La tercera, uno de los estandartes reales de la batalla de Lepanto, ubicado en el Museo de Santa Cruz de Toledo, fue restaurada en 2001-2002 y ha sido entregada para la exposición.


LAS DOS BANDERAS CAPTURADAS A DRAKE EN 1589

De las dos banderas capturadas a Francis Drake en la expedición contra Lisboa de 1589, una de ellas correspondería a una bandera de compañía de infantería inglesa, para ser utilizada en los navíos o en las tropas desembarcadas. El historiador Geoffrey Parker considera esta bandera la única de nacionalidad inglesa que se conserva del siglo XVI.

Bandera inglesa del siglo XVI, expuesta en la catedral de Sigüenza. (Foto del autor)

La otra bandera se corresponde con una enseña portuguesa, que hubiera sido capturada por los ingleses y recapturada posteriormente por los españoles. La enseña reproduce el blasón de la casa de Ataide y condes de Atouguia, cuyos dominios incluían la villa de Peniche, lugar donde desembarcaron los ingleses.

Pudiera ser que los pocos portugueses que se unieron al pretendiente don Antonio de Crato, quien acudía con los ingleses para sublevar Portugal, enarbolaran esta enseña que habría sido capturada en el castillo de Peniche; y sería posteriormente capturada por los españoles como trofeo de guerra. O que la bandera, una vez recapturada por los españoles, no sería devuelta a los portugueses por considerar que el castillo de Peniche se entregó sin apenas resistencia.

 Bandera portuguesa del siglo XVI, expuesta en la catedral de Sigüenza. (Foto del autor)

Ambas banderas fueron depositadas en la catedral de Sigüenza por Sancho Bravo de Laguna, capitán de una compañía de caballería, y sobrino-nieto de Martín Vázquez de Arce, "el Doncel de Sigüenza", cuyo hermoso sepulcro se encuentra en la misma catedral.
Las banderas estuvieron expuestas en la capilla del Doncel, siguiendo las tradiciones de la época de ser expuestas las insignias militares capturadas en los templos de culto. Recientemente fueron retiradas y guardadas, para posteriormente haber sido restauradas para la presente exposición.

El diplomático de Felipe II e historiador Luis Cabrera de Córdoba describe, en su obra, la participación de Sancho Bravo de Laguna, en las acciones en la retaguardia inglesa, en las que se debió de producir la captura de las banderas:

"Noris [Sir John Norris] avanzó sin artillería, escaramuzando con algunas compañías de gentes de la costa del Andalucía con su capitán Alarcon [Gaspar de Alarcón], y de infantería gobernadas por D. Pedro de Guzman, que fue retirándose atentadamente, y llegó en su ayuda la compañía de arcabuceros de a caballo de D. Sancho Bravo de Acuña [S. Bravo y Arce de Laguna]. (...)
Don Sancho Bravo sólamente estorbaba el recibir [los ingleses] bastimentos [provisiones], recogiéndose cargado [de ellas] debajo de las murallas de San Gian."

 Sepulcro del "Doncel de Sigüenza". Martín Vázquez de Arce, tío abuelo de Sancho Bravo de Laguna, murió combatiendo en 1486, durante la conquista del Reino de Granada. Su efigie le muestra con armadura y la cruz de la Orden de Santiago. (Foto del autor)


Tras la derrota de la "Armada Invencible" (1588), al año siguiente Inglaterra organiza una campaña de represalia. La reina de Inglaterra contribuiría sólo con parte de los gastos y aportaría 8 naves, Drake y la ciudad de Londres aportarían, a título privado y -por tanto- con ánimo de lucro, el resto. Los holandeses se unieron a la expedición y, además, se contrató para tal fin a 60 urcas alemanas, que estaban en el puerto de Londres.
Su objetivo era destruir los barcos que sobrevivieron al desastre de "La Invencible", y que se encontraban en los puertos del norte de España; también se trataba de sublevar Portugal a favor del pretendiente al trono portugués, don Antonio de Crato, quién había estado exiliado en Francia e Inglaterra y viajaba en la expedición; y, por último, se trataría de atacar las islas Azores y hacerse con la flota de Indias y su tesoro.

A primeros de mayo la flota inglesa llega a La Coruña, en la que sólo hay 3 galeones y 2 galeras de la armada española: tras un bombardeo con el fuerte de San Antón, desembarcan en la playa.
En los dos días siguientes, los ingleses se apoderan del arrabal de la Pescadería y del monasterio de Santo Domingo. Desde estos puntos comienzan los asaltos a la plaza, los cuales son rechazados. El 14 de mayo una mina abre brecha en la muralla y se da el asalto general, que de nuevo es rechazado. 5 días después los ingleses se retiran y se dirigen hacia Portugal.

 Castillo de San Antón, en La Coruña. Se comenzó a construir en 1587, sobre un promontorio rocoso rodeado por el mar. Resistió, sin ser tomado, el ataque de Drake de 1589; y, de nuevo, el ataque de la escuadra francesa del arzobispo de Burdeos, en 1639. Actualmente se encuentra unido a la tierra firme coruñesa. (Foto del autor)

Desembarcan en Peniche, la cual es abandonada por la pequeña guarnición. Sir John Norris, con unos 12.000 hombres desembarcados, avanza hasta Torres Vedras, donde proclaman rey a don Antonio de Crato, pero los portugueses que se unen a su causa son escasos.
Finalmente, John Norris consigue llegar a los muros de Lisboa, la cual asalta perdiendo 300 hombres en la acción. Tras 3 días acosado continuamente por las tropas del conde de Fuentes y las naves de Alonso de Bazán, y ante el inmovilismo de Drake, Norris decide retirarse. De vuelta hacia Inglaterra, la flota de nuevo desembarca en Galicia, saqueando y prendiendo fuego a la pequeña villa pesquera de Vigo.

Aunque los ingleses lograron desembarcar y saquear algunas de las localidades de la península, creando la alarma en todo el litoral atlántico y en la capital de España, la campaña inglesa resultó un fracaso, ya que no logró ninguno de los objetivos marcados, a parte de las pérdidas -en vidas y en barcos- sufridas durante la misma.
 

Una pintura anónima, que describe los combates de Gravelinas, en el marco de la "Armada Invencible" del año anterior, muestra alguna de las naves inglesas con una bandera bastante parecida a la dicha bandera inglesa capturada en la acción de Lisboa.



Otra pintura, atribuida a Nicholas Hilliard, también en el marco de la empresa de Inglaterra del año precedente, muestra a las tropas inglesas de las costas de Tilbury con una o varias banderas muy similares a la conservada en la catedral de Sigüenza.

Detalle de la pintura atribuida a N. Hilliard. Los dos regimientos situados a la derecha parecen llevar una bandera semejante a la mostrada en Sigüenza; mientras, a la izquierda, la bandera situada junto a la reina de Inglaterra parece ser de franjas horizontales blancas y rojas. (Society of Apothecaries, Londres)


EL ESTANDARTE REAL DE LA BATALLA DE LEPANTO

Este estandarte fue uno de los entregados al general de la flota cristiana, don Juan de Austria, por el papa Pío V. Tras la victoria obtenida por la Liga Santa contra la flota turca en el golfo de Lepanto en 1571, don Juan de Austria los entregó a Felipe II, quien los donó a la catedral de Toledo.

El estandarte de la Liga Santa fue confeccionado y bendecido por el Papa, y se le hizo entrega a don Juan de Austria en Nápoles, junto con el bastón de mando que le investía como general de la Liga Santa.
Fernando de Herrera, poeta e historiador contemporáneo a los hechos, relata el diseño y el modo en que se hizo la entrega de la insignia, que debía ser llevada en la Galera Real durante la campaña:

"y pasando a Nápoles, fue recibido con grande solemnidad y alegría general de todos por el virey y cardenal Granvela, (...) Allí le envió el Sumo Pontífice el estandarte de la liga, para que en su nombre lo recibiese del Cardenal, el cual era de damasco azul bordado con un Crucifijo, y al pie las armas del Papa, y a su lado diestro las del Rey, y al siniestro las de Venecia con cadenas que las trababan, y pendientes dellas las de Don Juan de Austria, que recibió el estandarte en Santa Clara, convento de frailes franciscos;"

 Estandarte de la Liga Santa, expuesto en la catedral de Sigüenza. A la derecha del mismo está representada la Cruz, con los escudos de los miembros de la Liga. (Foto del autor)

La amenaza otomana a todas las naciones cristianas crecía en el Mediterráneo: el sitio fracasado a los Caballeros de Malta (1565); la conquista a los genoveses de Quios (1566); a los venecianos de Naxos, Andros y Sifanto (1567); de Túnez por Uluch Alí -beylerbey de Argel-, expulsando al rey afín a los intereses de España (1569); y, por último, desembarcan en la veneciana Chipre, asaltando y saqueando Nicosia, y sitiando a Famagusta (1570).
A todo ello, en España, Felipe II tiene que hacer frente -en la Navidad de 1568- a una revuelta de los moriscos granadinos, que poco a poco se irá extendiendo a otras regiones de Andalucía y Murcia.
El intento de pacificar la revuelta se convirtió en una guerra civil en toda regla, con los tintes de brutalidad que conyeva, unido al carácter religioso de la misma. Además, la guerra fue de algún modo alimentada por los otomanos: Así, el beylerbey de Argel enviaba armas, municiones y hombres (entre ellos los jenízaros, tropas de élite de los otomanos) a los moriscos de las Alpujarras. Felipe II tuvo que traer a los tercios de Nápoles y de Lombardía desde Italia para poder acabar la guerra, la cual finalizó en 1571.


Todo ello hizo que fuera imperante formar una alianza entre las naciones cristianas para paliar la amenaza turca. En mayo de 1571 se formó la Liga Santa, la cual encuadraba a España, Venecia y el Papado, además de Saboya, Génova y los Caballeros de Malta, con la misión de socorrer Chipre y derrotar a los otomanos. Era un acuerdo militar por 3 años, y España correría con la mitad de los gastos, Venecia y los Estados Pontificios con el resto. Al mando de la misma se puso a don Juan de Austria, que había mandado el ejército real en la revuelta de los moriscos.

Famagusta no pudo ser salvada y cayó en agosto en poder de los turcos, pero a primeros de octubre ambas flotas se encontraron en el golfo de Lepanto. La flota otomana fue totalmente derrotada en la consiguiente batalla que se dio el 7 de octubre.
Si bien en los dos años siguientes la Liga Santa acabó por disolverse, en marzo de 1577 se firmó la primera de una serie de treguas y prórrogas de las mismas, que trajeron durante un tiempo considerable la paz en el Mediterráneo.


Varias pinturas de la batalla muestran el estandarte con la cruz, situado en la Galera Real de don Juan de Austria.

Detalle mostrando la Galera Real, con la leyenda (a la izquierda) "DON IOVANI DAUSTRIA GENERALE DELLA LEGA". (Anónimo, Museo Correr, Venecia)

Detalle mostrando la Galera Papal de Marco Antonio Colonna, con varios capellanes militares y uno de los estandartes con la cruz. (Andrea Vicentino)

Detalle mostrando la Galera Real con don Juan de Austria -en primer término- y el estandarte con los blasones de los miembros de la Liga Santa. (Andrea Vicentino)

Detalle mostrando la Galera Real con el estandarte con la cruz, junto a ella combate la Galera Capitana de Venecia, mostrada con las banderas y estandartes con un león alado, insignia de la República de Venecia. (Anónimo, Museo Marítimo de Londres)


También, de nuevo la relación de la batalla, escrita por Fernando de Herrera, hace alusión al estandarte real con la cruz, que fue colocado en la galera del general enemigo, una vez fue abordada y vencida en el combate:

"y en este tiempo la [Galera] Real del Turco casi a dos horas de batalla fue presa de todo punto con muerte de más de quinientos turcos, y derribando su estandarte fue arbolada la Cruz, a cuya vista perdieron el ánimo las galeras vecinas."