domingo, 29 de junio de 2014

Una "encamisada" de los rebeldes holandeses en la Guerra de Flandes


La "encamisada" era un ataque por sorpresa realizado en la noche, o en las primeras horas del amanecer: un grupo escogido, que podía ascender de unos 50 a unos 2.000 soldados, armados con armas ligeras (como espadas, dagas, pistolas...) realizaban un golpe certero en las posiciones enemigas. Para distinguirse en la oscuridad de la noche, los atacantes solían ponerse sobre sus vestiduras o armaduras una camisola blanca, la cual además de identificar a sus compañeros, tapaba los brillos de la armadura, que pudieran delatar su posición.
Esta camisa blanca con la que se ataviaban los soldados daba el nombre a esta clase de operaciones "encubiertas", pero no siempre era usada una camisa. Bastaría cualquier otro tipo de símbolo -siempre de color blanco- previamente acordado por el ejército atacante, como un trozo de tela blanca anudada al brazo o a la pierna, o un simple trozo de papel cosido a las vestiduras del soldado. Así, el cronista fray Prudencio de Sandoval señalaba de la batalla de Pavía (1525) cómo:

"Siendo ya juntos los escuadrones imperiales encamisados ó empapelados, comenzaron los tudescos [alemanes] poco a poco a caminar, (...)"

Desde los tiempos de las guerras de Italia (1494-1559), las "encamisadas" eran operaciones que todos consideraban propias de los hispánicos. Incluso el término "encamisada" fue adoptado en el lenguaje de otros países. Entre las operaciones de éste tipo más importantes se podrían enumerar:

En las Guerras de Italia (1494-1559) se realizaron varias encamisadas contra el campamento francés, durante el bloqueo de Milán (1523-1524); contra la población de Melzo (1524); contra el campo fortificado francés, durante la batalla de Pavía (1525); contra el campamento francés, durante el cerco de Nápoles (1528); en la batalla de Landriano (1529); y contra las posiciones de los sublevados sieneses y los franceses, durante la defensa de la ciudadela de Siena (1552).

En el transcurso de la Guerra de Esmalcalda (1546-1547) se realizaron varias encamisadas contra el campamento de la Liga Esmalcáldica, en el sitio del campo fortificado imperial de Ingolstadt (1546).

En la Guerra de las Alpujarras (1568-1571) se realizan las encamisadas contra la población de Benahadux (1568), y contra el cuartel del marqués de los Vélez en Berja (1569).
La defensa de los presidios norteafricanos (Orán, La Goleta, Mazalquivir...) fue prolija en "razzias", escaramuzas, batidas y probablemente "encamisadas".

En la Guerra de Flandes o Guerra de los ochenta años (1568-1648), la duración del conflicto hace que se realicen numerosas encamisadas: contra el campamento del príncipe de Orange, durante el sitio de Mons (1572); contra el campamento de Luis de Nassau (1574), contra la ciudad de Amberes (1579), contra el cuartel del conde de Hohenlohe (1592), contra el campo fortificado en torno a Hulst (1596); contra las obras de asedio francesas, durante el sitio de Amiens (1597)... Y ésto sólo por citar algunas de estas operaciones.
También decir que quizá el asalto a la isla de Duiveland (1575) fuera concebido como una "encamisada": La operación anfibia fue realizada por la noche, y los soldados vadearon el mar ataviados con sus camisas. Don Bernardino de Mendoza (cronista, soldado y testigo vista de la guerra de Flandes) comenta, sobre esta operación, que "con lo cual quedó la gente de manera que parecía el ir de encamisada."


Detalle que muestra a los arcabuceros españoles "encamisados" en la batalla de Pavía (1525). Al mando del marqués del Vasto, formaron la vanguardia que asaltó, por la noche, la brecha del campo fortificado francés. (La batalla de Pavía, Ruprecht Heller)


Pudiera ser que este modo de hacer la guerra fuera "exportado" por los españoles a Italia durante las guerras italianas; la guerra de la Reconquista contra los musulmanes fue muy propicia a correrías, rebatos, tomas por sorpresa de plazas y ataques nocturnos. Sin embargo, lo mismo se podría decir de las guerras en la Italia bajo-medieval de los siglos XIV y XV, y ser una costumbre de guerra ya arraigada entre los italianos.

Como hemos visto anteriormente, esta clase de operaciones nocturnas tradicionalmente son consideradas netamente hispánicas, pero también fueron empleadas por los enemigos de la Monarquía hispánica. Así, fray Prudencio de Sandoval menciona una "encamisada" de los florentinos contra el campo imperial en 1530, durante la campaña de Florencia (1529-1530).
En cuanto a la guerra de Flandes, el Cardenal Bentivoglio menciona las salidas nocturnas de los defensores de la ciudad de Haarlem contra el campamento hispánico, durante el sitio de 1572-1573, y las llama literalmente "encamisadas". También Francisco Verdugo, en sus memorias de la guerra de Flandes, menciona una "encamisada" contra su regimiento, que tuvo lugar en 1581. La crónica de Alonso Vázquez, soldado y testigo de esta guerra, refiere una "encamisada" realizada por la guarnición de La Esclusa contra las trincheras hispánicas, en el sitio de 1587.
También se puede decir que, aunque las "encamisadas" fueron populares entre los hispánicos, otros países tendrían adaptada otra modalidad o estrategia para realizar una operación encubierta o ataque nocturno. Así, durante el asedio de San Quintín por el ejército hispánico en 1557, el almirante francés Gaspar de Coligny realizaba salidas por las noches contra las posiciones hispanas: Para ello, los franceses salían lentamente y sin hacer ruido de la ciudad, montados en caballos oscuros, sin ningún brillo en sus ropas, portando espadas embetunadas -para ocultar los reflejos y no ser detectados- y antorchas a las grupas de los caballos, que en el momento del ataque encendían para quemar las posiciones enemigas.


UNA ENCAMISADA DE LOS HOLANDESES EN EL SITIO DE LEYDEN

En octubre de 1573 un ejército hispánico, al mando de Francisco de Valdés, puso sitio a la ciudad de Leyden (actual Leiden). Tras 5 meses de bloqueo, el asedio fue levantado momentáneamente para contrarrestar la invasión que, desde los territorios alemanes, realizó Luis de Nassau, con un ejército reclutado en esas tierras. En mayo de 1574, de nuevo se asedia la ciudad y se toman las posiciones fortificadas de sus contornos.
Una pintura anónima holandesa sobre el asedio de Leyden, posiblemente realizada hacia el comienzo del siglo XVII, parece mostrar una de las salidas de la ciudad contra los españoles. Al comienzo del segundo asedio, se realizaron varias salidas e intentonas contra las obras de asedio. Finalmente, ante las continuas bajas que los holandeses iban teniendo, ya fuera por los combates o por la enfermedad, se determinó que ningún ciudadano saliese de la ciudad.

Muchas de las salidas fueron abortadas por los hispánicos, pero el cuadro muestra claramente una victoria de la milicia de Leyden. Además, todo parece indicar que se trata de una "encamisada". La milicia de la ciudad está plenamente identificada por las prendas civiles, las armas improvisadas, y los trozos de tela blanca anudada a los brazos a modo de símbolo de identificación. Sólo uno parece no llevar el símbolo identificativo y, en cambio, porta una camisa blanca de gran tamaño.



La vestimenta y armas de la milicia de Leyden contrasta con las ricas prendas de los soldados españoles, más marciales y vistosas; además de su armamento, que es más profesional (cascos, arcabuces y espadas).



El cuadro parece conmemorar una de las salidas holandesas que más éxito tuvo durante el sitio de Leyden: En julio de 1574, una galera artillada, al mando de Gerard van der Laen, salió desde la villa; a la vez, tres columnas de las milicias salieron desde diferentes partes de la ciudad. Los holandeses, al mando de Jan van der Does, dieron en una fortificación española, la cual destruyeron, pasando a cuchillo a todos los que hallaron dentro.
Tras la llegada de refuerzos españoles, los holandeses se retiraron a la ciudad, dejando alrededor de 60 muertos españoles. El ataque sorpresa debió de ser por la noche; y, aunque el ataque fue a una fortificación, ésta no aparece representada en el cuadro. En cambio sí aparecen unas trincheras, que los diversos textos mencionan.   


Don Bernardino de Mendoza, que, aparte de diplomático, fue soldado en Flandes y cronista de los hechos allí ocurridos, relata esta operación:

"había de ordinario muy buenas escaramuzas y con pérdida de gente de todas partes, a causa que los de la tierra [los holandeses], aunque no tenían soldados, salían con mucha voluntad a ellas. A los 28 de julio, habiendo reconocido que el capitán Carrion [Lázaro Carrión] del fuerte que tenía a la puerta de la Haya a la Vaddingue [Vlaardingen] había hecho trincheras cerca de Boshuysen [Boshuizen], se resolvieron de ganárselas. Para ejecutarlo salieron con una galera de la villa [Leiden o Leyden] con artillería cubierta de tablones y atronerada [con troneras] y cantidad de mosqueteros dentro, y otros por el ullete, de los cuales la mitad llevaban arcabuces, y los otros saltapantanos [varas de hierro a modo de media pica]. Asimismo salió por la puerta de Reynen Burch [Rijnsburg] con las dos compañías del Gobernador [Dirk van Bronckhorst], que llevaban la vanguardia, otro golpe de vecinos, poniendo sobre el lugar llamado la Sable cantidad de peoneros. En esta manera embistieron la trinchera de Boshuysen por todas partes, siendo de los primeros a ello las compañías del Gobernador, y con tanta furia, que si bien nuestros soldados dispararon toda su arcabucería y mosquetería, no impidió que no se arrimasen a las trincheras. Los rebeldes se pudieron servir con esto de cantidad de garrafas de vidrio que llevaban llenas de pólvora y azufre y cabos de cuerdas encendidas, que arrojaban al reducto donde estaban nuestros soldados, el fuego de los cuales, por quemarse algunos dellos, les hizo desamparar el puesto, que ocupó el enemigo. Tocándose arma en los demás fuertes, acudieron al socorro, embistiendo a los enemigos para echarlos de las trincheras y reducto, que ellos defendieron por un rato, y a la fin le dejaron con pérdida de algunos soldados, como lo hubo de los nuestros, que los metieron a espaldas vueltas en la tierra [en la plaza]."


Como cuenta Bernardino, todos los milicianos portan los "saltapantanos", unas varas para ayudarse en las anegadas tierras de los Países Bajos. Incluso en el cuadro está mostrado como uno de ellos salta un canal ayudándose de esa herramienta.


La galera con la que salieron de Leyden también aparece mostrada, combatiendo, como dice Bernardino, con descargas de artillería y mosquetería contra las posiciones exteriores hispánicas.


Los textos holandeses mencionan como algunos de los españoles pedían clemencia, la cual no recibieron. Acto también reflejado en el cuadro.


Asímismo, también parece mostrarse los efectos de los artefactos explosivos o incendiarios -que menciona Bernardino- en una humareda que queda en el centro de la composición. La humareda muestra pequeños impactos de fuego sobre dos soldados españoles, que caen y se retuercen con la inercia del golpe.


 
El cuadro, en parte, puede ser representativo de la indumentaria de los llamados "mendigos del mar", "gueux de mer" o "watergeuzen"; es decir, los exiliados de los Países Bajos, que formarían el primer núcleo de resistencia contra el dominio español, actuando desde los puertos ingleses y franceses en los que fueron acogidos. Ya que en esta salida, unidos a las milicias de la ciudad, participó un pequeño grupo de ellos (nombrados en los textos y crónicas como "filibusteros" o "aventureros").

En cuanto al asedio de Leyden, el príncipe de Orange organizó una flota de socorro, al mando del almirante Luis Boisot. Se decidió abrir las esclusas y romper los diques, inundando los contornos, para propiciar el acercamiento de la flota zelandesa hacia Leyden. Finalmente, a primeros de octubre, por la noche, la inundación alcanza las obras de asedio de los hispánicos y Francisco de Valdés tiene que abandonarlas, ante el avance de la flota de socorro zelandesa.
El sitio fue muy duro para la población de Leyden: el hambre, la enfermedad y las privaciones se cebaron en ella. Unido a las bajas por combate, se calcula que entre un cuarto y la mitad de la población de la ciudad murió por causa del asedio.

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