Ante la demora del sitio de Leyden (que se terminó alargando un año), y el rompimiento de los primeros diques por los holandeses (con el fin de anegar los contornos de Leyden y que la flota de socorro zelandesa pudiera llegar hasta la ciudad para aprovisionarla), el general al mando del asedio, don Francisco de Valdés, pedía al Gobernador español de los Países Bajos que se tomaran medidas más drásticas.
Los rebeldes holandeses preferían anegar y arruinar sus tierras a que éstas quedasen en manos de los españoles. Esto era visto por Francisco de Valdés como una medida extrema y, por lo cual, requería de una respuesta extrema. En carta fechada a 18 de septiembre de 1574, don Francisco de Valdés se lo comunicaba a don Luis de Requeséns, Gobernador de los Países Bajos:
"La primera vez que entré en Holanda [octubre de 1573], tomé una letra [carta] del príncipe de Orange escrita de su mano propia (...) en que le decía estas palabras: <<Yo había ordenado que rompiésedes la esclusa de Maeslandsluys [actual Maassluis] para anegar sus contornos, pero aquí se han juntado (...) hombres pláticos [expertos], y hallan que si esas esclusas se rompíen, se anegará todo este país sin que se pueda jamás recobrar; y así conviene que no se rompan>>. Háme parescido [prosigue Valdés] dar ello aviso a Vuestra Excellencia para que entienda que siempre que fuese servido de anegar este país, está en su mano. Y pues ellos han dado principio a lo hacer, si perseveran en su obstinada rebelión bien merescen ser anegados."
La carta interceptada por Valdés era de Guillermo de Orange, e iba dirigida a Felipe Marnix de Sainte-Aldegonde: Marnix estaba al mando de la fortificación de Maeslandsluys, que tenía una guarnición formada principalmente por milicias del país. En noviembre de 1573, el fuerte de Maeslandsluys fue asaltado por los españoles y Marnix de Sainte-Aldegonde fue hecho prisionero. En esta acción debió de ser donde Francisco de Valdés se apoderó de la carta aludida.
La propuesta, antes de ser ejecutada, fue comunicada por el gobernador Requeséns al rey Felipe II, para su aprobación. Pero finalmente Felipe II prohibió la operación. Para cuando su respuesta llegó a Bruselas, los holandeses habían roto más diques y abierto las esclusas del sur de Leyden, anegándo los contornos de Leyden y propiciando el poder acercarse la flota a la misma ciudad, socorriéndola y forzando a los soldados hispánicos a retirarse. También cuando llegó la prohibición de Felipe II, los soldados de Valdés habían comenzado a romper algunos diques de la zona conocida como "Waterland" u Holanda septentrional. La operación se paralizó y casi al mismo tiempo comenzaron los soldados de Valdés a amotinarse, cansados ya de casi 2 años ininterrumpidos de campaña y la falta de pagas.
La noche del 2 al 3 de octubre de 1574, la inundación de los contornos
de Leyden propició que la flota se acercase lo suficiente a las úlimas
fortificaciones hispánicas, las cuales fueron abandonadas ante la
imposibilidad de mantener el asedio en esas condiciones. El grabado muestra el momento en que la flota se aproxima y los hispánicos se retiran, pereciendo ahogados algunos de ellos y siendo los rezagados capturados o muertos desde las naves. (Grabado de
Simon Frisius)
La carta de Felipe II al gobernador Requeséns, fechada en 22 de octubre de 1574, en la cual se le prohibía anegar la provincia de Holanda, razonaba lo siguiente:
"Está muy claro que la dureza, maldad y obstinación de los dichos rebeldes ha llegado a términos que nadie puede dudar ser dignos de riguroso y ejemplar castigo (...) el anegar Holanda se podría hacer fácilmente, rompiendo los diques. Pero este medio trae consigo un grande inconveniente, que rompidos una vez, ha de quedar perdida y asolada para siempre, en evidente daño de los estados vecinos. Pues, bien mirado, se puede decir que la Holanda es agora como dique de todos ellos, y que anegánola, quedarían en manifiesto peligro, (...) De manera que en efecto no conviene usar deste medio, ni se debe hacer, porque (demás de los inconvenientes que están tocados (...) se considera que traería consigo un cierto nombre de crueldad, que se debe huir, y mayormente con vasallos, por más que su culpa sea notoria y el castigo que se les diese justificado."
En este caso, Felipe II, el rey "prudente", hizo honor a la prudencia con la que era apodado. La acción de anegar todo el territorio de Holanda podría haber tenido consecuencias negativas, tanto políticas -habría encendido aún más la revuelta contra los españoles- como económicas -los territorios inundados quedarían inservibles para siempre-, incluso podría haber tenido consecuencias geográficas y el contorno de los Países Bajos nunca hubiera sido el de hoy. No era lo mismo romper diques para inundar los contornos de una ciudad asediada y forzar el levantamiento del sitio -como ya había ocurrido anteriormente en el sitio de Alkmaar (1573), y se haría de nuevo en el sitio de Leyden (1573-1574)- que inundar todo el país. Esto fue considerado una medida demasiado severa para ambos contendientes, y esta "arma geofísica" no sería utilizada ni por Felipe II ni por el Príncipe de Orange (como señala la carta interceptada por Valdés).
Grabado alegórico del sitio de Leyden: La ciudad está representada por
una mujer (izquierda), acosada por lo que parece la muerte, la
enfermedad y el hambre. Un soldado español avanza hacia ella (derecha),
con una espada y una antorcha; viste casco, una "ropilla" sobre sus
armas, y calzones. El dios Neptuno agarra con su mano el pie del soldado
español, impidiéndole avanzar. Al fondo, el agua cae sobre una
fortificación hispánica e inunda todo el territorio, mientras el viento
sopla para empujar a la flota de socorro zelandesa. (Grabado anónimo
neerlandés)
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