domingo, 25 de septiembre de 2016

Complemento del tamaño de los ejércitos de la Guerra de los ochenta años


Las fuentes bibliográficas, de donde he sacado las muestras del tamaño de los ejércitos, son las siguientes:



EJERCITO HISPANICO

Para la muestra de 1568: Enrique Martínez Ruiz, Los Soldados del Rey: los ejércitos de la Monarquía Hispánica (1480-1700), (2008).
Para las muestras de 1571-1607; 1609-1620; 1623-1633; 1640-1647 y 1661: Geoffrey Parker, El Ejército de Flandes y el Camino Español, 1567-1659, (2000).
Para la muestra de 1636: Hugh Dunthorne, Britain and the Dutch Revolt, 1560-1700, (2013). 
Para las muestras de 1608, 1622 y 1659: Fernando González de León, The Road to Rocroi: Class, Culture and Command in the Spanish Army of Flanders, 1567-1659, (2009).

Detalle de un grabado anónimo, que muestra un arcabucero español de mitad del siglo XVI, hacia 1567. La indumentaria del arcabucero "Spaniart" consiste en una gorra o "parlota", jubón y coleto, los característicos calzones gregüescos acuchillados, medias o medias-calzas y zapatos (aunque parece llevar una especie de botas, "borceguíes" o polainas).



EJERCITO NEERLANDES

Para las muestras de 1573-1584: Erik Swart, Krijgsvolk: Militaire professionalisering en het ontstaan van het Staatse leger, 1568-1590, (2006).
Para las muestras de 1586, 1598, 1601, 1605, 1621, 1626 y 1636: Hugh Dunthorne, Britain and the Dutch Revolt, 1560-1700, (2013).
Para las muestras de 1587 y 1602: Olaf van Nimwegen, The Dutch Army and the Military Revolutions, 1588-1688, (2010).
Para las muestras de 1588, 1595, 1607-1635: Roger B. Manning, An Apprenticeship in Arms: The Origins of the British Army, 1585-1702, (2006).
Para las muestras de 1642-1661: Jonathan I. Israel, The Dutch Republic: Its Rise, Greatness and Fall, 1477-1806, (1995).

En el mismo grabado anónimo anterior, se muestra lo que parece un oficial holandés de los "mendigos del mar", hacia 1567. El "Hollander" porta dos alfanjes, arma usada en los combates sobre las cubiertas de los barcos. Usa "media armadura" y, sobre ella, lleva una banda de oficial. A sus pies se muestra un ancla y una red de pescar, evidenciando el carácter marítimo de los "mendigos del mar" o el de la propia provincia de Holanda.


En cuanto al Ejército de operaciones de las Provincias Unidas:

Para las muestras de 1568 y 1572, la obra citada de Erik Swart.
Para las muestras de 1591-1606; 1614-1646, la obra citada de Olaf van Nimwegen.
Para las muestras de 1610, 1614, 1632 y 1637, la obra citada de Roger B. Manning.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Gobernadores de Breda (1567-1713)


Durante la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648), la ciudad de Breda cambió de gobierno real u orangista varias veces, siguiendo los distintos golpes de mano que hubo durante la guerra de Flandes.

Herman Hugo, capellán militar del general Espínola, y cronista del sitio de 1625, relata las distintas vicisitudes de Breda durante la guerra de Flandes, en los años precedentes al gran asedio de 1624-1625:

"El de Alva [duque de Alba] la aplicó a su Magestad por los años de 1567. cuando se huyó en su rebelión Guillelmo Príncipe de Oranges [Guillermo de Nassau, príncipe de Orange]. De allí a diez años volvió a los de Nassau, rindiéndose al Conde de Hohenló [Hohenlohe]: ganóla con arte y fuerza en el de 1581. el Barón de Haultepenne, y obedeció al Rey otros nueve años, hasta que Haraugiere [Charles de Heraugière], en el de 1590. con el engaño de una barca (que encubrió setenta soldados, como el caballo de Troia a los Griegos) ocupó el Castillo, y la Villa, por orden de Mauricio de Nassau, después Príncipe de Oranges."

Breda era un feudo de la casa Orange-Nassau. Tras el comienzo de la revuelta y la posterior huida de Guillermo de Orange a Alemania (1567), el conde de Schauwenburg -coronel de un regimiento mercenario alemán- tomó posesión de Breda por el rey Felipe II.
Los siguientes gobernadores fueron naturales de los Países Bajos: tras el fallecimiento del Señor de St. Remy, fue nombrado en el cargo el español Francisco Verdugo -coronel de un regimiento de infantería valona- en enero de 1577; quien, sin embargo, debe entregar la plaza al duque de Aerschot y retirarse con las tropas españolas poco después de tomar posesión, en virtud de los acuerdos de la Pacificación de Gante.
Pero varias compañías mercenarias alemanas al servicio español, al mando del coronel Frondsberg, se negaron a abandonar la ciudad hasta que se les abonase todas las pagas que se les adeudaban. Tras un breve asedio de las tropas de los Estados Generales, al mando del conde de Hohenlohe y del señor de Champagney, se acordó la entrega de la ciudad y el pago de sus salarios atrasados.
En 1581, el señor de Haultepenne toma Breda con un asalto por sorpresa, volviendo la plaza a las manos del rey de España; el siguiente saqueo de la ciudad hace que este acto sea conocido como "la furia de Haultepenne". Posteriormente la plaza es confiada a una guarnición italiana, la cual en 1590 fue cogida desprevenida ante un nuevo ataque por sorpresa, dirigido por Charles de Heraugière (o Karel van Heraugier), que hace que se entregue la plaza a las Provincias Unidas. Ese mismo año el conde de Mansfeld intenta recuperar Breda mediante asedio, pero levanta el sitio poco después.
Tras el asedio de Espínola, Breda vuelve a la autoridad real, y la guarnición es confiada a la infantería borgoñona del Ejército de Flandes. En 1634, Federico-Enrique de Orange sitia brevemente -sin éxito- Breda.
Finalmente, con el asedio de 1637, Breda vuelve definitivamente a las Provincias Unidas. Federico-Enrique nombra gobernador al señor de Hauterive, coronel de un regimiento francés al servicio de las Provincias Unidas.



Gobernadores de Breda (1567-1713)
Año España Provincias Unidas Notas
1567  Conde Bernard von Schauwenburg
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1568
Pieter van Quaderebbe,
señor de Berchem
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1572
Adriaan d'Estournel,
señor de St. Remy
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1577 Francisco Verdugo ------ ------
1578 ------ Jonker Roelof van Stakenbroeck ------
1581
Claude de Berlaymont,
señor de Haultepenne
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1583
Camillo del Monte
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1585 Odoardo Lanzavecchia ------ ------
1590 ------ Charles de Heraugière ------
1606 ------ Justino de Nassau ------
1625
Claude de Rye, 
Barón de Balançon
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1630
Jean de Maisières,
señor de Chault
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1636
Gomar de Fourdin
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1637 ------
François de Laubespine, 
señor de Hauterive
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1669 ------
Federico de Nassau,
señor de Zuylestein
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1672 ------ Karel-Florentyn van Salm,
Wild-en Rhyngraaf
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1677 ------ Barón Jan-Theobald Weibnum ------
1696 ------
Barón Ernst-Willem van Salisch
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1713 ------
Príncipe Guillermo de Hesse-Kassel
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Escudo de la villa y castillo de Breda


miércoles, 11 de febrero de 2015

El otro sitio de Breda


El fracasado sitio de Bergen-op-Zoom (1622) y el largo y costoso asedio de Breda (1624-1625) por Ambrosio Espínola, determinó a la Corte de Madrid a cambiar de estrategia: La guerra en Flandes sería ofensiva por el mar y defensiva en tierra.
Se trataría de ahogar económicamente a la República de las Provincias Unidas, atacando sus pesquerías y mercantes, e intentar el bloqueo de sus costas. Por otro lado, se trataría reducir el enorme costo del Ejército de Flandes, ajustando las guarniciones al mínimo necesario y reduciendo el número del ejército de operaciones.
La idea era liberar las agotadas arcas españolas y revertir el gasto de la guerra hacia las Provincias Unidas, en un intento de presionar hacia las negociaciones de paz. Sin embargo la estrategia no resultó ser tan efectiva como se esperaba. Las Provincias Unidas tenían la inciativa terrestre y la mayoría de los años sucumbía una plaza fronteriza; en cuanto a la ofensiva marítima, si bien era más efectiva, no conseguía destruir la economía de la República.

En julio de 1634, un ejército hispánico de unos 30.000 soldados, al mando de Francisco de Moncada, marqués de Aytona y gobernador interino de los Países Bajos españoles, capturó los fuertes de Leut y Argenteau, y puso sitio a la ciudad de Maastricht.
Ante esta situación, Federico-Enrique, Príncipe de Orange, envió al conde Guillermo de Nassau con un cuerpo de ejército para tratar de socorrer la plaza sitiada, el cual se colocó cerca de Roermond. Mientras, el Príncipe de Orange amagaría con sitiar Breda, con el objetivo de que Aytona levantara el asedio para ir a socorrerla.
A primeros de septiembre, el Príncipe de Orange, con un ejército de unos 15.000 soldados, sitiaba la ciudad de Breda. El plan surtió efecto y el marqués de Aytona se dirigió contra Federico-Enrique, el cual se retiró a Langstraat. La guarnición de Maastricht pudo ser reforzada convenientemente, para evitar un futuro intento de asedio por parte de los españoles. Mientras que Aytona hizo lo propio en Breda.


Las cartas de los padres de la Compañía de Jesús, reportan diversas noticias recibidas desde Flandes del sitio de Maastricht, sin embargo nada se menciona del consiguiente socorro de Breda:

 "Lo cierto es la toma de Argentea [Argenteau], fuerza de mucha importancia sobre el Mosa, en Flandes. Tomóse de este modo: que el marqués de Aytona hizo amago de cercar una ciudad de aquel distrito; acudieron las ciudades comarcanas con gente a los cercados; dejaron con menos guarnición la dicha fuerza [fortaleza]; fue allá con buen número de gente el duque de Lerma, y tomóla por asalto con alguna pérdida de gente, (...)" (Madrid, 25 de julio de 1634)

"que habiendo el marqués de Aytona tomado los dos fuertes sobre el Mosa, hizo punta hacia Linburgue (Limburgh) para divertir, y después revolvió sobre Mastrique [Maastricht], (...)" (Madrid, 15 de agosto de 1634)

También se cita brevemente uno de los combates que se dieron durante el cerco:

"(...) y esperanzas de mejorar cada día las cosas de Alemania y Flandes, donde hubo una refriega en el cerco de Mastrique en que fue herido, aunque poco, el duque de Lerma; murieron trescientos enemigos y ninguno de los nuestros." (Madrid, 3 de octubre de 1634)

Sin embargo una fuente holandesa que relata esa misma refriega -escaramuza de caballería por el forraje en un principio, convertida en un encontronazo mayor al intervenir la infantería de ambos bandos- señala que "varios" quedaron muertos de ambos bandos, y "muchos" resultaron heridos, confirmando entre ellos al duque de Lerma, herido de un mosquetazo.

Francisco de Moncada, Marqués de Aytona (o Aitona): Diplomático español, fue nombrado embajador de España en la Corte de Viena (1623); posteriormente fue enviado a Bruselas como embajador extraordinario y consejero de la Infanta Isabel Clara-Eugenia (1629). Aunque no tenía experiencia militar, su condición de noble y la falta de "cabezas de mando", hizo que allí aunase diversos cargos del alto mando: Capitán General de la Armada de Flandes (1630-1634), durante su mandato se produjo la derrota naval de Slaak (1631); General de todo el Ejército de Flandes (1632-1634); y, a la muerte de la infanta Isabel Clara-Eugenia, Gobernador interino de los Países Bajos Españoles (1633-1634).
A la llegada del Cardenal-Infante don Fernando para gobernar los Estados, se le designó, junto con el príncipe Tomás de Saboya, su consejero-adjunto para asuntos militares. Murió en 1635 en Goch, de enfermedad contraída durante la campaña de ese mismo año.
En las honras fúnebres por su muerte, se resume la campaña de 1634: "(...) con ocupar y fortificar tan acertadamente la isla de Stevens-weert [1633], puso brida a Mastrique, y abrió puerta al socorro de Juliers, Gueldres, y otras plazas de grande importancia: socorrió a Breda tan a tiempo, que no admite encarecimiento la diligencia. Estos, y otros cuidados, acobardaron de manera al Príncipe de Orange, que en su mayor fuerza y pujanza no se atrevió a aceptar batalla que en campaña rasa el valeroso Marqués le ofrecía."
Como diplomático, ante la política agresiva del Cardenal Richelieu contra España y la Casa de Austria, conspiró contra Francia: Negoció en secreto con María de Médicis y con el duque de Orleans (madre y hermano del Rey de Francia respectivamente, y enemigos políticos del Cardenal), con el objetivo de levantar en el interior de Francia un ejército contra Richelieu, primer mininstro del Rey de Francia. La conspiración se frustró y Aytona tuvo que dar asilo en los Países Bajos españoles a María de Médicis y al duque Gastón de Orleans. (Grabado de Anton van Dyck)



LA RECONQUISTA DE BREDA POR EL PRINCIPE DE ORANGE

Sin embargo, el punto de inflexión de la guerra de Flandes vendría al año siguiente, cuando Francia entra de lleno en la Guerra de los treinta años. La creciente tensión entre España y Francia a lo largo de las décadas anteriores culmina en 1635. Un incidente militar en el electorado de Tréveris propicia que el cardenal Richelieu declare formalmente la ansiada guerra a España -mayo- y el Sacro Imperio Germánico a Francia -marzo de 1636-.
A partir de ese momento España tiene que hacer frente a una guerra total en todas sus fronteras; en los Países Bajos Españoles se tiene que hacer frente a los holandeses por el norte y a los franceses por el sur, creándose en cada campaña una auténtica pinza sobre los territorios flamencos.

En este contexto se inicia la campaña de 1637: Al comenzar junio, un ejército francés, al mando del Cardenal de la Valette, invade el sur de Flandes; circunstancia que es aprovechada por el Príncipe de Orange para conquistar Breda definitivamente. Con un ejército de campaña de 18.000 soldados -compuesto de holandeses, frisones, valones y las brigadas mercenarias francesa, inglesa y escocesa- inició el asedio el 20 de julio, tomando las primeras posiciones un cuerpo de ejército liderado por el conde Enrique Casimiro de Nassau.

Enrique Casimiro de Nassau (Hendrik Casimir van Nassau-Dietz): Como hijo primogénito del conde Ernesto Casimiro de Nassau, "stadhouder" o gobernador de Frisia, Groninga y Drente, recibió una esmerada educación militar; y, en 1630, a los 18 años de edad, es nombrado Coronel de un regimiento de las Provincias Unidas. En 1632, tras la muerte de su padre en el sitio de Roermond, le sucede en el título de conde y en el cargo de gobernador de Frisia, Groninga y Drente. Ese mismo año participa en el asedio de Maastricht, donde tiene el mando de uno de los cuarteles de asedio. Posteriormente, participa en la invasión franco-neerlandesa de los Países Bajos Españoles (1635) y en el sitio de Schenkenschans (1635-1636); en 1637, durante el sitio de Breda, tiene el mando de 90 compañías de infantería y de uno de los 4 cuarteles en que se dividen las obras de asedio. En la siguiente campaña, forma parte del ejército que intenta hacerse con las obras exteriores de Amberes, y que es derrotado en la batalla de Kallo (1638); y manda un cuerpo de ejército en el sitio de Gueldres (1638), que de nuevo es derrotado por el ejército de socorro hispánico; en la campaña de 1640, es herido de gravedad por un pistoletazo, asaltando el campo fortificado exterior en torno a Hulst, aunque es llevado al campamento, fallece días más tarde; fue enterrado en Leuwaarden, en la cripta familiar.
En el cuadro porta una banda de color naranja, que señala su cargo y es el color identificativo del ejército holandés. También porta una cadena con la cruz de la Orden Teutónica, de la que era "Landcommandeur" y Bailío de Utrecht, título "nominal" que se le dispensó con tan sólo 8 años. (Retrato realizado por Wybrand de Geest)


Federico-Enrique de Orange no trataría de bloquearla y rendirla por hambre, como hizo Espínola anteriormente, sino que procedería con el modo habitual de asedio ofensivo: Construir rápidamente líneas circundantes fuertemente fortificadas para defenderse del ataque de un ejército de socorro y de las "salidas" de la guarnición enemiga; proceder a acercar las trincheras el máximo posible para minar los bastiones exteriores y abrir brecha en la muralla; para, por último, iniciar el asalto final a las brechas, en caso de no rendirse la guarnición.
A diferencia del asedio realizado por Espínola, este sitio se caracterizó por los duros combates que se dieron. La guarnición -compuesta de españoles, italianos, borgoñones y valones- realizó frecuentes salidas, y se dieron varios asaltos por parte del ejército sitiador.
Ante la imposibilidad de socorrer Breda, el Cardenal-Infante don Fernando de Austria, gobernador de los Países Bajos españoles y Capitán general del Ejército de Flandes, se dirigió hacia Maastricht en una maniobra de distracción para que Orange levantara el asedio.
En agosto, el ejército hispánico de operaciones del Cardenal-Infante tomó la plaza de Venló, tras 3 días de constantes bombardeos que incendiaron parte de la ciudad; después rindió Roermond, tras un corto sitio y bombardeo similar. Federico-Enrique de Orange no se movió y Breda finalmente capituló a primeros de octubre, tras perder la mitad de su guarnición y no poder alargar más la resistencia.


Juan Antonio Vincart (o Vincaert), "secretario de los avisos secretos de guerra", que da relación de la campaña de 1637, describe los últimos asaltos que se dan a la plaza, tras la explosión de las minas subterráneas, preparadas para el efecto:

"Y el día siguiente, 7 de Septiembre, volaron los dichos baluartes con dos minas, las cuales hicieron tan grande efecto, que abrieron portillo para entrar treinta de frente a cada baluarte; y luego se aparejaron quinientos franceses para embestir el uno baluarte y quinientos ingleses para embestir el otro.
 El Gobernador encomendó al Capitán, don Jusephe [José] de Vergara, que mandaba el primer baluarte, de aguardar la furia del enemigo y animó a los soldados para que hiciesen lo mismo; el cual Capitán, viendo entrar los voluntarios franceses que venían de manguardia dio un picazo al cabo dellos que le atravesó, pero luego dieron a él cinco picazos y le tomaron preso, y los soldados de S. M., peleando valerosamente, fueron repujados, y ellos quedaron dueños del baluarte.
 Y en el mismo tiempo los escoceses del cuartel del Conde Guillermo [de Nassau] volaron su mina también y embistieron el hornabeque [obra defensiva exterior] de la puerta de Amberes, aguardóles el Sargento mayor Chornau [¿Charneau?] con lo más florido de su gente borgoñona y tampoco pudieron los soldados del Rey, siendo tan pocos, resistir a tantos regimientos de escoceses, y así ganaron también este hornabeque."


Detalle de un grabado que muestra las dos líneas atrincheradas de asedio -o "aproches"- dirigidas contra Breda, que salieron desde el cuartel del Príncipe de Orange: La de arriba, "de Engelsche Aproche", señala las trincheras de asedio de la Brigada inglesa; abajo, "de Fransche Aproche", las trincheras de asedio de la Brigada francesa. El detalle también muestra el hornabeque y las obras defensivas de Breda en esa posición, que estaban defendidas por soldados españoles y valones, al mando del capitán José de Vergara. (Grabado de Salomon Savery)


La campaña de 1637 fue desfavorable en casi todos los frentes, además la pérdida de Breda causó un hondo pesar en la corte de Madrid. La ciudad había caído en 11 semanas, mientras que Espínola tardó 9 meses en ocuparla. El Conde-duque de Olivares, valido (o primer ministro) del Rey de España, señalaba en una carta que "lo sucedido después que el enemigo puso sitio a Breda ha sido de calidad que no es posible tolerarse". Y el propio Rey, Felipe IV, culpaba al Cardenal-Infante de su tardanza en llegar ante Breda, causa de que las obras de asedio holandesas estuvieran fuertemente fortificadas y ya no se pudiese socorrer la plaza. En una carta le reprochaba que “me han perdido los Estados y la honra de España, y la vuestra”.
Se quiso procesar al gobernador de la plaza, Gomar de Fourdin, pero finalmente el consejo de guerra le exculpó de los cargos, alegando la falta de municiones para proseguir la defensa y la imposibilidad de ser socorrido.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Uniformes de la Guerra de los treinta años: Los Regimientos de "colores" de Gustavo Adolfo de Suecia


Durante la Guerra de los treinta años no existía una uniformidad en los ejércitos, tal y como hoy la entendemos. Apenas había diferencia, a primera vista, entre los soldados y los civiles; y lo único en que se distinguían era en las particularidades propias del armamento que debían portar los primeros:

  • En la infantería, los piqueros portaban pica, casco y "media armadura"; en el transcurso de la guerra la armadura que llevaban se simplificaría a la coraza y el casco. Si bien, muchos de los piqueros de la formación sólo tendrían un mero casco como protección, o sólo la "media armadura" y un sombrero, o directamente ninguna protección. Los mosqueteros portaban mosquete, horquilla para sujetarlo, bandolera para llevar los frascos con la pólvora y sombrero. En la medida de lo posible se dotaba a piqueros y mosqueteros de espada y daga.

Izquierda: Piquero y mosquetero, comienzos del siglo XVII. (Sebastian Vrancx)  
Derecha: Piquero y mosquetero, hacia la mitad del siglo XVII. (Pieter Snayers)

  • En la caballería, los coraceros usaban "armadura 3/4", dos pistolas y espada; al igual que los piqueros, a lo largo de la guerra la armadura se irá simplificando, y, a finales del siglo XVII, los coraceros tan sólo tendrán coraza y casco. Los arcabuceros montados podrían llevar coraza, casco y arcabuz; pero es normal verlos representados, en las pinturas del siglo XVII, tan sólo con casco, o con coraza y sombrero. Los dragones, literalmente mosqueteros montados, armados con mosquete y espada, vestían y actuaban igual que la infantería. Característica propia de la caballería, en cuanto a su indumentaria, es que todos usaban botas altas de montar.

Izquierda: Piquero descansando y arcabucero a caballo. Derecha: Compañía de dragones. (Sebastian Vrancx)

  • Por lo general, los artilleros llevarían una indumentaria oscura o de color negro, debido a que la pólvora negra (usada hasta el siglo XIX) manchaba y dejaba bastantes residuos en la ropa. Las unidades mercenarias del este de Europa, infantería Haiduk polaca y caballería ligera croata, llevarían sus indumentarias nacionales.


Acabada la guerra de los 30 años, y a lo largo de la década de 1660, los diversos Estados europeos empezaron a mantener ejércitos permanentes en tiempo de paz. Los distintos regimientos que fueron creados (o los que ya existían), y que ahora servirían permanentemente al país, iban a ser convenientemente abastecidos y proveídos de todo lo necesario por el propio Estado y de una manera regular. Es a partir de este momento el que los uniformes nacionales y regimentales comienzan a aparecer, ya que el abastecimiento estatal se irá estandarizando, a lo largo de los años, para todo el ejército.
A finales del siglo XVII, se puede hablar, más o menos, de ejércitos nacionales europeos uniformados de una manera normalizada y reglada. Así, la infantería sueca del regimiento de Uplandia, que participó en la Guerra de Escania (1675-1679), estaba toda ella ataviada con prendas de color rojo. Sin embargo, en 1676, los soldados suecos del regimiento de Skaraborg portaban todos casacas amarillas. Y, hacia 1690, al comienzo de la Guerra de los 9 años (1688-1697), la mayoría de la infantería sueca estaba completamente uniformada con las casacas de color "azul", que será el color característico del ejército sueco hasta los finales del siglo XIX.

Combate entre un arcabucero montado y un coracero, en una representación pictórica de la Guerra de los treinta años o de la Guerra de Flandes. (Jan Martszen de Jonge)



EL UNIFORME EN LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS

El Coronel del regimiento y los capitanes de las distintas compañías que lo componían eran los encargados del abastecimiento de la ropa, calzado y todo lo necesario para sus soldados, y, en la guerra de los treinta años, podían darse por complacidos en que el regimiento tuviera simplemente suministro de armas y comida.

Se abastecía como buenamente se podía, así un regimiento podía tener compañías uniformadas de un determinado color y otras compañías estarlo de otro (o simplemente no estarlo), dependiendo del proveedor y de la remesa recibida en un determinado momento. Además, al no haber una legislación específica en cuanto a la uniformidad, el soldado buscaba autoabastecerse durante la campaña: ya fuera comprando una determinada prenda en una ciudad en la que estuviera de paso o acantonado, o, ante la necesidad (que era mucha de las veces), saqueando los cadáveres del campo de batalla, robando a los campesinos y en las haciendas por las que pasaban.

Por lo tanto, habría que hablar de una uniformidad regimental (si es que la había) más que de una uniformidad nacional o de la totalidad del ejército. En líneas generales, los ejércitos protestantes tuvieron más propensión a tener unidades uniformadas dentro de sus ejércitos, que la que tuvo el ejército imperial. 
Sin embargo, todos los contendientes usaron, en algún momento de la guerra, algún tipo de uniformidad en sus ejércitos. Dependería del ejército y del año en particular. Incluso también dependería del momento concreto de una campaña anual, en la que el desgaste propio de ella -largas marchas y contramarchas, quizá algún combate y asedio, unido a situaciones adversas del clima- haría que un soldado perfectamente uniformado, al principio de la campaña, fuera su atuendo irreconocible en el transcurso de unos pocos meses.

Se puede decir que el primer período de tiempo de la guerra vio un mayor uso de uniformidad en los regimientos; mientras que, desde la mitad de la década de 1630, la duración de la guerra y el desgaste de los contrincantes hizo que fuera más difícil proveer a los ejércitos, convirtiéndose los regimientos en masas de soldados cansados y andrajosos que algunos cuadros de esa época representan.

A todo esto, se puede añadir que las peculiaridades propias de cada país, en cuanto al uso de determinadas prendas o el modo concreto de vestir, podían conferir una especie de "uniforme nacional", reconocible a primera vista por el contrincante. Así, Estebanillo González, en su obra posiblemente autobiográfica, cuenta la curiosa anécdota de un soldado de caballería de Flandes que conoció en Zaragoza y que, vistiendo atuendo a la "usanza francesa" en la batalla de Rocroi (1643), fue confundido con el enemigo:

"había sido su compañía desbaratada; y, yéndose él retirando para ampararse al calor de nuestra infantería, un teniente de nuestras tropas, pensando que era francés (por ir en tal traje, por ser hábito más desembarazado y libre que los demás para hacer el amor y montar a caballo), le había seguido y dado un pistoletazo y dos cuchilladas; (...)"

Tras pedir licencia en el ejército, al quedar inutilizado del brazo derecho, llegó a Madrid para solicitar alguna pensión o prebenda al Consejo de Guerra, el cual:

"por no haber sido las heridas dadas por el enemigo, en castigo de querer ser arrendajo de francés y vestirse de dominguillo, con porpuén [chaleco francés] estrecho y con greguescos [calzones anchos] con bragueta encintada, no le habían querido hacer merced, antes le habían roto todos los papeles de sus servicios y remitido el memorial al Parlamento de París para que le premiase, cuando no los servicios, por lo menos el afición de quererles imitar en el uso del vestir; (...)"


LOS SIMBOLOS DE IDENTIFICACION EN EL CAMPO DE BATALLA

Como hemos visto anteriormente, al no existir un uniforme propiamente dicho que fuera un factor distintivo de los ejércitos, y ya que, al no haber una normativa específica, cada soldado podía vestir como quería (o como podía), los ejércitos contendientes de la época moderna tenían que tener una manera de distinguirse durante la confusión que se generaba en el campo de batalla.
Para ello se utilizaban los símbolos de distinción clásicos utilizados desde la antiguedad, como pudieran ser las insignias portadas por las distintas unidades, emblemas o adornos distintivos de los soldados, y "consignas" adoptadas para la batalla por todo el ejército.   


1- BANDERAS Y ESTANDARTES

La bandera, en el caso de la infantería, y el estandarte, en el caso de la caballería, era el mayor factor de cohesión de la unidad en la batalla. Las banderas y estandartes eran únicos para cada regimiento y todos los soldados pertenecientes a la unidad se agrupaban en torno a ella. Es decir, la bandera y el estandarte representaba a cada regimiento y a cada soldado perteneciente al mismo.
Por otra parte, las banderas y los estandartes eran el primer referente visual para el soldado en la confusión y el caos de la batalla. El uso de la pólvora negra en las descargas de los mosquetes y cañones producía una enorme humareda, que, sumada a la polvareda levantada por las cargas de caballería, hacía que al poco de iniciarse el combate se generase una especie de "niebla" en el campo de batalla: El soldado no veía más que humo a su alrededor; y, al producirse una "melé" o desorganizarse su unidad, el soldado podría identificar con la vista las banderas y tenerlas como referente. En caso de quedarse descolgado, no tenía más que localizar su bandera para saber que toda su unidad se aglutinaba en torno a ella.
Así, con las banderas y estandartes, un general, coronel o soldado podría conocer en la confusión y la "niebla" de la batalla la posición de su unidad; la de unidades amigas y enemigas; el haberse perdido su unidad u otras (al desaperecer de su vista la bandera), o los movimientos y evolución de las mismas.
En la Edad Moderna, como en otras épocas, las banderas y estandartes adquieren también un valor simbólico de mucha estimación para el ejército. Las victorias se contaban por banderas y estandartes capturados al enemigo, ya que las banderas capturadas representaban las unidades enemigas que habían sido "rotas" y por lo cual servían para hacer una estimación de las bajas sufridas por el enemigo.  

Por lo general, era tradicional el uso de cruces en las banderas de las Monarquías Reales: el Sacro Imperio Germánico y sus aliados utilizaban la cruz de Borgoña o cruz de San Andrés; Francia e Inglaterra también emplearon cruces en sus banderas. En cuanto a Ducados y Principados protestantes no era extraño ver motivos heráldicos, leones, franjas horizontales con sus colores particulares etc.
A lo largo del siglo XVI, las banderas ("fanor") de Suecia por lo general utilizaron una cruz amarilla, adoptando el campo del fondo todas las variantes posibles en la época. La cruz amarilla fue adoptada, al menos en algún momento entre 1520 y 1523, con el advenimiento de la dinastía Vasa al trono sueco. En 1569, el rey Juan III de Suecia ordena que todas las banderas y estandartes portados por el ejército sueco deben llevar una cruz amarilla.
Sin embargo, esta tendencia parece cambiar durante el siglo XVII, adoptándose otras variantes: como banderas únicamente con franjas horizontales, incluso banderas con un "aspa" o cruz de San Andrés. Otros emblemas como leones o "las tres coronas" también debieron ser comunes en el ejército sueco, tanto en el siglo XVI, como en el XVII.

Durante la guerra de los 30 años, Galeazzo Gualdo Priorato, testigo de los hechos, al describir las banderas de infantería del ejército de Gustavo Adolfo de Suecia, menciona banderas de varios colores con diversos logos y motivos: una gran corona; el escudo del Rey; los "motos" o lemas "GARS" (Gustavus Adolphus Rex Sueciae), "GAKVS" (Gustav Adolf König Von Schweden), o "Gustavus Adolphus Rex Fidei Evangelicae Defensor"; también alude a una bandera con un Sol, nubes, y el lema "Sero sed Serio".

Coraceros suecos con los característicos cascos de tipo "langostera"; detalle de un grabado que retrata a Gustavo Adolfo en la que parece la batalla de Breitenfeld (1631). Los estandartes de los coraceros muestran "las tres coronas", emblema del escudo de Suecia. (Jacob van der Heyden)


En cuanto a los estandartes de caballería, si los imperiales usaban tanto motivos religiosos como el águila imperial, los suecos y los príncipes protestantes usaban motivos más paganos (la diosa Fortuna o la diosa Justicia), escudos heráldicos, leones etc. El icono del "brazo armado con espada" o "brazo armado de Dios" sería muy utilizado tanto por imperiales como por suecos y príncipes protestantes.
Además de estos emblemas, en la caballería sueca se repetían los iconos de las banderas de infantería (corona, escudo real, lema "GARS"...). Los colores de los estandartes en la caballería sueca se reportan prácticamente de todos los colores (blanco, verde, rojo, naranja...).


2- BANDAS, FAJAS Y PLUMAS

Al no existir ninguna uniformidad, el método de distinción más utilizado en los siglos XVI y XVII era el uso de una banda, que cruzaba el pecho desde el hombro al costado; el uso de una faja en la cintura  y el uso de plumas en los cascos o en los gorros. Todas ellas de un determinado color, que diferenciaría a un ejército del contrario, que usaría un color diferente.

Aunque en algunos cuadros y grabados de mitad del siglo XVI se puede ver a los soldados portando bandas, éstas quedaron relegadas a lo largo del siglo XVI a la oficialidad de más alta categoría. Lo mismo se puede decir de las fajas, que es muy común verla representada en toda la oficialidad de menor graduación.
Así, al adornarse los oficiales con bandas y fajas, éstos eran el primer referente visual en el campo de batalla, ya que se posicionaban en frente y alrededor de los enormes cuadros de infantería, guardando el orden y movimientos de los mismos, e identificando, por tanto, al cuadro de infantería frente al enemigo.

La casa Habsburgo de España, como la de Austria, tradicionalmente se identificaba con el color rojo. Durante la guerra de los 30 años, los suecos usaron más variedad de colores en las bandas y fajas; y, en el transcurso de la guerra, se fue estandarizando el color azul.
En la batalla de Breitenfeld (1631), Gualdo Priorato describe al general sueco Johann Banér portando una banda "azul claro"; al rey Gustavo Adolfo con una pluma verde en el sombrero; y al aliado Elector de Sajonia, con una banda negra. Esta amplia gama de colores en las bandas, fajas y plumas (amarillo, verde, azul...), con que los suecos aparecen representados en las pinturas de mitad del siglo XVII, se explica con que bastaba con no utilizar el rojo, color identificativo del enemigo y sus aliados (los ejércitos del Sacro Imperio Germánico y de España). Sin embargo, las representaciones pictóricas de los generales suecos, en el período final de la guerra de los treinta años, los muestran siempre con una banda azul.

Oficial de una compañía de infantería: un Sargento español o un Teniente o Sargento imperial. Porta una alabarda, arma propia de su rango, con un distintivo de color rojo, además de una faja del mismo color. (Sebastian Vrancx)


Relegadas las bandas, fajas y plumas a los oficiales, justo antes de una batalla se improvisaban símbolos a mayores para los soldados que los distinguiesen del contrincante: Así, se podría acordar que todos llevaran una rama o un manojo de una planta concreta en los sombreros y cascos; cintas o trozos de tela de un color determinado en los sombreros y cascos, o anudado al brazo o a la pierna; portar en la batalla alguna prenda de un color determinado o incluso un trozo de papel en la ropa o en los sombreros y cascos. También, si se tenía conocimiento que el enemigo iba a utilizar un determinado distintivo para la batalla, bastaría sencillamente con no llevarlo. Por ejemplo, durante las guerras guerras civiles británicas (1639-1651), para las batallas de Dunbar (1650) y Worcester (1651), el ejército de Oliver Cromwell adoptó simplemente el no llevar encima nada blanco, ya que el color blanco fue el distintivo de los escoceses y los parlamentarios cuando combatieron juntos anteriormente.

Oficiales españoles: El Capitán o un Maestre de campo, a caballo, lleva faja, cinta en el sombrero y pluma de color rojo; el Sargento lleva la alabarda, arma distintiva del rango. (Pieter Snayers)


A diferencia de la infantería, todos los soldados de caballería estaban identificados con fajas, cintas o plumas del color representativo de su ejército, ya que la caballería entraba en "melé" con la caballería contraria casi constantemente desde el comienzo mismo de la batalla, y combatía "cuerpo a cuerpo" con más frecuencia que la infantería.


3- "SANTO Y SEÑA"

Como el mismo nombre indica, sería adoptar, justo antes de la batalla, una contraseña o palabra que serviría para identificarse en la confusión del combate, así como al realizar una carga al contrario. También en la confusión generada al perseguir al enemigo en retirada del campo de batalla, en la cual los soldados se mezclaban y los soldados derrotados se deshacían de las cintas, plumas o ropas que los pudieran identificar. Por último, también se acordaría para un ataque nocturno a un campamento, reducto etc. o para defenderlo.

Se solían utilizar palabras de caracter religioso en el caso imperial, bávaro y el español. De ahi que nos ha llegado a día de hoy la expresión "Santo y Seña", que podría indicar un nombre religioso y otro nombre común: Por ejemplo "Por Dios y el Rey". Por otro lado, podría indicar un nombre religioso (o el que se acordase) y la señal acordada para el combate en los vestidos del soldado (plumas, cintas etc.).
Por úlitimo, aquí se encuadraría el famoso grito de carga realizado por los tercios españoles, que está recogido en los documentos: "Santiago y cierra España". Aunque al ser éste tan conocido, incluso entre los enemigos, bien pudiera ser que esta expresión quedara relegada a "grito de combate" y se acordara otra como identificación. 

Las confusiones en la batalla eran frecuentes, y, en último recurso, el "Santo y Seña" era la clave secreta conocida por cada uno de los contendientes. Además, esta contraseña era obligada, ya que la ambiguedad de las símbolos identificativos anteriores facilitaba todo tipo de engañizas y estratagemas que podía adoptar el enemigo: Por ejemplo, en 1624, un contingente holandés intentó tomar Amberes por sorpresa; para acercarse a la plaza figuraron ser un convoy de provisiones español, cambiando sus bandas naranjas por otras de color rojo y añadiendo cruces de Borgoña a los carromatos, pero en el último momento los centinelas abortaron la sorpresa.



UNIFORMES REGIMENTALES DE "COLORES" EN EL EJERCITO DE GUSTAVO ADOLFO DE SUECIA

Cuando Gustavo Adolfo de Suecia entra de pleno en la guerra de los treinta años, en 1630, su ejército de campaña estaba formado por unos 30.000 efectivos -reclutas suecos y finlandeses, y mercenarios británicos, bálticos, daneses y holandeses- a los que se unirían posteriormente mercenarios y auxiliares alemanes.
Entre las unidades de este ejército se encontraban los regimientos "amarillo", "azul", "rojo" y "verde". Estos regimientos se formaron antes de la guerra y tenían la consideración de tropas de élite, al igual que los regimientos de mercenarios escoceses al servicio del Rey sueco.

Tradicionalmente se considera a Gustavo Adolfo de Suecia el introductor de las unidades uniformadas dentro del ejército. Sin embargo, esta aseveración no queda del todo clara: Efectivamente, algunas de las unidades del ejército sueco de la guerra de los treinta años -durante la fase de intervención de Gustavo Adolfo (1630-1632), incluso llegando a 1634- son nombradas por "colores", pero no queda especificado si se trata precisamente de sus uniformes. El historiador Geoffrey Parker señala que la denominación de los regimientos suecos por "colores" es debido al color específico de las banderas que portaban, y no a sus uniformes.
Algunas de las banderas de los regimientos suecos son conocidas por el manuscrito de Möhner, el cual pintó las banderas que observó durante la ocupación sueca de Augsburgo; y, en su caso, parece corresponder la denominación del regimiento con el color de sus banderas.
De todos modos, parece que ya existían unidades denominadas por colores en otros ejércitos protestantes anteriores a Gustavo Adolfo: Así, en 1619, dos regimientos levantados por el Ducado de Brunswick-Wolfenbüttel estaban ataviados con prendas de color azul. Y en los ejércitos de Ernesto de Mansfeld y de Cristián IV de Dinamarca había algunos regimientos que eran denominados por "colores".

También pudiera referirse, además de las banderas, al color de los símbolos identificativos del regimiento, como las bandas, fajas y plumas de los oficiales. En una relación de la batalla de Lützen (1632), Diego Duque de Estrada, quien se halló presente en la misma al servicio del Sacro Imperio Germánico, describe el orden de batalla del ejército sueco, enumerando entre los distintos regimientos suecos a los regimientos "amarillo", "azul" y "verde":

"(...) en el cuerpo de los batallones cuatro grandes escuadrones: el primero de suecos, llamado el regimiento de la banda pagiza [amarilla]; el de la Guardia Real fue el segundo; el tercero de la banda azul, del coronel Venchel [Hans Georg aus dem Winckel], y el cuarto de la banda verde, del duque de Vaymar [Weimar]."

Con la siguiente descripción de Duque de Estrada del ejército sueco, se puede dilucidar que los distintos regimientos suecos estaban divididos por los colores de las bandas y plumas:

"(...) formando un teatro que después fue túmulo del Rey [Gustavo Adolfo], cuyas lucidísimas armas, bizarros caballos, trajes diversos, plumas de colores, bandas diferentes, formaban un amenísimo prado de diversas flores, tan agradable a la vista cuanto después infausto."

La consideración de tropas "escogidas" o de élite, para los regimientos de "colores", viene determinada en la relación de la batalla de Lützen de Duque de Estrada:

"(...) y embistiéndonos los de la banda amarilla y en su socorro la azul, desordenaron tres escuadrones de los nuestros; pero fueron del cuarto escuadrón nuestro hechas pedazos estas dos insignias famosas amarilla y azul, y queriendo el Rey vengar tanto a éstos cuanto a los del cuerno [ala] izquierdo desbaratados de nuestra caballería, (...)"

A tenor de lo dicho por Duque de Estrada, otras fuentes señalan que en los regimientos "amarillo" y "azul" causaron baja más del 50% de sus efectivos en la batalla de Lützen.


Por otro lado, por la crónica del italiano Galeazzo Gualdo Priorato (prototipo de mercenario, ya que luchó en ambos bandos durante la guerra de los treinta años), se puede entrever que los colores regimentales en el ejército sueco se debería no sólo a las banderas, o las bandas y plumas, sino al propio atuendo de los soldados. Así, al describir el orden del ejército sueco en la batalla de Breitenfeld (1631), Galeazzo señala de la vanguardia:

"I battaglioni della fanteria, che stavano nella vanguarda, erano guidati dal Banner [Johann Banér] Maresciallo di campo, di natione Suezzese, (...)
Era la maggior parte de' soldati vestiti di casacche azzurre, e gialle."

Tal como dice Galeazzo, en la vanguardia de Breitenfeld estuvieron los regimientos "amarillo" y "azul". En la batalla de Lützen, Galeazzo también menciona los colores de la indumentaria de los infantes suecos de la primera línea del centro, lugar donde estaba el regimiento "amarillo":

"(...) i battaglioni di ritegno erano disposti, parte di nere, e parte di gialle casacche adobbati,"

En cambio, al narrar el orden sueco en la batalla de Hessisch-Oldendorf (1633), Gualdo Priorato alude sólo los colores de las banderas al referirse a los regimientos, y no al color de sus uniformes:

"(...) quattro milla fanti in tre battaglioni divisi de' reggimenti di Luneburg, e di Chinipausem [Dodo von Knyphausen] sotto ventiotto bandiere azzure, e gialle, (...) d' altri quattro milla fanti divisi in tre battaglioni composti de' reggimenti de' Colonnelli Lanstels [¿James Lumsden?], Conte d' Erbesteim [Eberstein], e del Landgravio [Landgrave de Hesse-Kassel] soggetti a 36. bandiere Aranzate, e verdi, a' quali comandava il Duca di Luneburg (...)"


En las memorias de Robert Monro, que se alistó en un regimiento de mercenarios escoceses al servicio de Dinamarca y de Suecia, durante la Guerra de los treinta años, vienen nombrados los regimientos de "colores" del rey Gustavo Adolfo de Suecia. Cuando narra los momentos finales de la batalla de Breitenfeld, Monro menciona al regimiento "azul", el cual aperece como "Brigada":

"The enemy thus fled, our horsemen were pursuing hard, till it was darke, and the blew [blue, azul en inglés antiguo] Briggad, and the commanded musketiers were sent by his Majesty to helpe us, (...)"

Monro también describe la batalla de Lützen, citando a los regimientos "amarillo" y "azul", y confirma su buen comportamiento en la batalla y las fuertes bajas sufridas:

"After this, the other Swedens Briggad, or yellow Regiment of the Guard is come after, (...) or of the three squadrons, or Battailes of the enemies foote, being foure times stronger than they, which they manfully did beate, making them to give ground, till they were ruin'd, (...) at last, with the blew Regiments comming up to relieve them, driven backe, and almost so scattered, that they were ruined, (...)"


En la crónica de Diego de Aedo y Gallart de la batalla de Nördlingen (1634), en la que prácticamente gran parte del anterior ejército del difunto Gustavo Adolfo de Suecia quedó deshecho ante el ejército combinado de España y del Sacro Imperio Germánico, también aparecen mencionados los regimientos "amarillo", "azul" y "negro":

 "A esta misma sazón se arrojó el enemigo sobre los Napolitanos de Toralto con un grueso escuadrón de Caballos, a quien siguió otro de Infantería Escocesa, que era el nombrado Amarillo. (...)
 Acometía también en este mismo tiempo el enemigo con sus famosos y nombrados Regimientos azul y negro y mucha Caballería al puesto de Don Martin de Idiaques [Martín de Idiáquez], con gran tesón y obstinación; (...)"


A todo lo anterior, cabe decir que en un cuadro de Pieter Snayers, sobre la batalla de Kircholm (1605), vienen representados claramente en el ejército sueco varios regimientos de "colores". La pintura fue realizada hacia 1619-1630 como encargo del rey de Polonia, Segismundo III. 
Snayers, para pintar el cuadro, aun siendo de un hecho acontecido muchos años atrás, se basaría, como acostumbraba, además de las crónicas y documentación acerca de la batalla a pintar, en descripciones directas de los militares que estaban en los Países Bajos.
Tanto Bruselas como Amberes se llenaban de avisos y de noticias, dados por soldados y funcionarios venidos de Alemania, contando los sucesos acaecidos en esas tierras. Snayers tendría un acceso de primera mano a toda esa información. Habría conversado con militares veteranos de alguna campaña de la guerra de los 30 años o de las guerras del báltico, y le habrían relatado con todo lujo de detalles la apariencia de los soldados suecos y polacos, ya sea por testigos directos o por lo que hubieran oído contar en las tierras del Imperio Germánico.


Regimiento "rojo" sueco.


Regimiento "azul" sueco. El oficial al frente de la formación también lleva faja y penacho de color azul.


Un segundo regimiento "rojo" sueco. Los tenientes y sargentos lucen también la misma uniformidad que los mosqueteros.


La pintura muestra, en al menos tres de los regimientos de infantería sueca, una cierta uniformidad en los colores de los "capotillos" de los mosqueteros; y, en dos de los regimientos representados, parece coincidir el color de los "capotillos" con el de las banderas que portan. Las bandas, fajas, plumas y cintas de los oficiales suecos son de color amarillo y azul.

Como curiosidad, indicar que, en el cuadro de la batalla, Snayers muestra a la infantería Haiduk polaca toda ella uniformada con prendas de color azul oscuro, y a los húsares polacos ataviados con sus característicos atuendos nacionales.

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NOTA1: La Brigada era el equivalente sueco al escuadrón o batallón, es decir, era una agrupación provisional de varios regimientos para una determinada batalla o acción bélica. En algunas ocasiones, un único regimiento podía conformar una Brigada, siempre que el regimiento fuera lo sufientemente numeroso.
La Brigada era dirigida por el mando del regimiento más antiguo o prestigioso de los que lo conformaban; por tanto, si uno de los regimientos de "colores" era amalgamado a otros para formar una Brigada, ésta sería comandada por el coronel del regimiento "de color".
La Brigada adoptaba el nombre del coronel que la mandaba o, en su caso, el del regimiento "de color"; habida cuenta que en el campo de batalla sería fácil distinguir a la Brigada de otras por los colores de banderas y otros símbolos de identificación del regimiento "de color" integrado en ella.

NOTA2: Aunque Aedo haga alusión al regimiento "azul" en la batalla de Nördlingen (1634), no queda clara su presencia en la misma, pudiéndose tratar de otro regimiento sueco que tuviera un identificativo azul. También confunde la Brigada escocesa con la "amarilla", las cuales sí que estuvieron presentes en la batalla.
Aunque Gualdo Priorato menciona varios colores en las banderas suecas de la batalla de Hessisch-Oldendorf (1633), en dicha batalla sólo participaron, de los regimientos de élite suecos, el regimiento "amarillo", algunas compañías del "azul" y posiblemente el regimiento "blanco".

sábado, 20 de septiembre de 2014

Banderas de las Provincias Unidas de los Países Bajos en el sitio de Bergen-op-Zoom


Las siguientes banderas corresponden a una pintura y un grabado que muestran distintas acciones bélicas desarrolladas en 1622. La primera bandera corresponde a una fortificación holandesa y está sacada del cuadro "La rendición de Juliers", de Jusepe Leonardo: tiene tres franjas horizontales con los colores de la librea del príncipe de Orange, en orden azul-blanco-naranja.
La modalidad de la bandera dividida en tres franjas horizontales, con los colores de la casa de Orange (independientemente de su orden), es común verla en las embarcaciones y fortificaciones neerlandesas representadas en las pinturas de comienzos del siglo XVII.





La segunda bandera está sacada de un grabado que muestra a la milicia de Leyden (o Leiden) en la ciudad de Grave, en el marco de las operaciones de Mauricio de Orange para socorrer a Bergen-op-Zoom.
La bandera muestra un León, icono muy representado tanto en las banderas del ejército neerlandés, como en la heráldica de las Provincias Unidas.


 

Los colores son especulativos, pero lo más probable es que fueran utilizados los colores de la ciudad de Leiden, a la cual pertenecía la milicia: el rojo y el blanco.





domingo, 31 de agosto de 2014

Banderas de los tercios españoles, hacia 1622


Las siguientes banderas corresponden a dos de los cuadros, realizados para el Salón de los Reinos, que conmemoran las victorias de Fleurus y Juliers (Jülich), ambas obtenidas en 1622, y que fueron pintados por Vicente Carducho y Jusepe Leonardo respectivamente.
Los autores de los cuadros podrían haber obtenido la información de las banderas por testigos de la campaña de 1622, información a la que a buen seguro sí que tuvieron acceso en la misma Corte de Madrid. Sin embargo, las banderas pintadas en los cuadros pudieron ser tomadas de las observadas por los propios autores en alguna de las unidades hispánicas de la Península o de las que estuviesen de paso por Madrid.
Teniendo en cuenta que los cuadros fueron finalizados hacia 1634-35, se puede considerar que estas banderas se corresponden al período de 1622-1635.














1 al 8- Banderas de infantería española, La victoria de Fleurus (Vicente Carducho)





9- Bandera de infantería española, La rendición de Juliers (Jusepe Leonardo)

10- Bandera de infantería española, La victoria de Fleurus (Vicente Carducho)


martes, 26 de agosto de 2014

Orden de Batalla (ORBAT) del sitio de Bergen-op-Zoom (1622)




EJERCITO HISPANICO

General: Ambrosio Espínola

Efectivos: (20.000 soldados al comienzo del asedio, reforzado en septiembre con 6.000 soldados del                       Palatinado)


   Tercio español de Iñigo de Borja
   Tercio español de Simón Antúnez
   Tercio español de Diego Mejía de Guzmán, futuro Marqués de Leganés
   Tercio español de Diego Luis de Oliveira

   Tercio valón de Albert de Ligne, Príncipe de Barbançon
   Tercio valón de Alexander de Bournonville, Conde de Henin
   Tercio valón del Conde Paul-Bernard de Fontaine
   Tercio valón de Thomas de Wyngaarde
   Tercio valón de Richard de Merode, señor de Ognies (muerto en combate)

   Tercio borgoñón de Claude-François de Cusance, Barón de Beauvois
   Tercio borgoñón de Jean de Maisières

   Tercio italiano de Marcelo Judice
   Tercio italiano de Paolo Baglioni

   Regimiento alemán de Philippe-Charles de Ligne, Duque de Aerschot
   Regimiento alemán de Alexander de Ligne, Príncipe de Chimay
   Regimiento alemán del Duque de Neoburgo
   Regimiento alemán de Otto Fugger
   Regimiento alemán del Marqués de Brandenburgo

   Tercio irlandés de John O'Neill, Conde de Tyrone
  
   Tercio escocés de Archibald Campbell, Conde de Argyll

   Tercio inglés de Lord Edward Vaux


Caballería al mando de Luis de Velasco, Conde de Salazar


Ejército del Palatinado (5.000 infantes y 1.500 jinetes)

General: Gonzalo Fernández de Córdoba

   Tercio español que fue de Francisco de Ibarra

   Tercio valón de Guillermo Verdugo
   Tercio valón de Bucquoy, al mando del Sargento-mayor Jacques de Haynin

   Tercio borgoñón de Claude de Rye, Barón de Balançon

   Tercio italiano de Carlo Spinelli
   Tercio italiano de Giambatista de Capua, Marqués de Campolataro

   Regimiento alemán del Conde Cristóbal Ernesto de Emden
   Regimiento alemán del Conde Ernesto de Isenburgo

Caballería al mando de Felipe de Silva


Detalle de un grabado del sitio de Bergen-op-Zoom, mostrando una de las posiciones hispánicas. Se trata de la fortificación de Halteren, donde Ambrosio Espínola tenía su cuartel general. A su frente (a la derecha del grabado), se encuentran las fortificaciones de la ciudad asediada. (Grabado de Abraham Hogenberg)


Bajas: El sitio de Bergen-op-Zoom fue muy duro; con continuos asaltos a las fortificaciones, por los sitiadores, y salidas contra las obras de asedio, por parte de los sitiados. Se estima que las bajas de Espínola fueron de entre cerca del 40% a más del 50% del total de su ejército. En cualquier caso, un desgaste muy alto para un ejército de la época.
En carta escrita por el contador del Ejército de Flandes, Luis de Casuso Maeda, al Rey de España, el 22 de octubre de 1622, se daba con precisión el número de bajas: Si el ejército sitiador sumaba 20.600 hombres en julio, en octubre (mes en que se levantó el asedio) quedaban 13.200 soldados, de los cuales 400 estaban heridos. Es decir, 7.400 habían muerto, desaparecido en combate o desertado.
Sin embargo, el Consejo de Estado señalaba, el 27 de octubre de 1622, como Espínola tuvo que levantar el asedio "según la poca gente que había, que no era más de 7.000 infantes, y la mucha que mataban y se huía, (...)"
El cronista Gonzalo de Céspedes confirma las enormes bajas, señalando como menguaban los tercios de las "naciones" a consecuencia de los combates, enfermedades y deserciones, "y que no había en todo el Campo dos mil hombres soldados viejos [veteranos]; que éstos eran Valones del señor de Ognies, muerto algo antes de un balazo; y que la suma de Españoles, aun no llegaba a ser tres mil, ni de dos mil la de Italianos; que en estas tres sólas naciones, y cantidad tan limitada, eran inclusas nuestras fuerzas;". Por último, Céspedes dice que "y tal fue el fin de aqueste sitio, en que el Rebelde publicó que nos mató nueve mil hombres, (...)"
El capitán Domingo de Toral y Valdés, que sirvió en el tercio de Iñigo de Borja, eleva esta cifra: "Al fin de tres meses, que en todos ellos no era sino mortandad, que se repuso la falta de la gente por más de 11.000 sin mejorarnos una hora más que otra, (...)"

Una crónica neerlandesa del sitio de Bergen-op-Zoom también señala que el ejército de Espínola perdió 11.000 hombres, y 2.000 más que fueron a rendirse a la misma ciudad sitiada.
En carta escrita por un funcionario holandés a los Estados-Generales, el 12 de octubre de 1622, se enumeraba las bajas que el ejército hispánico había sufrido: aproximadamente 6.500 muertos en combate; cerca de 8.000 heridos y enfermos, que yacían en los hospicios de Amberes y Bruselas; y unos 2.500 desertores, que habían huído a la propia ciudad asediada.
Una relación del asedio, realizada por tres clérigos protestantes de Bergen-op-Zoom, confirma los 2.500 desertores "de toutes nations" que huyeron a la misma ciudad que sitiaban, pero también expresa que hubo más desertores hispánicos que pululaban por los contornos de Brabante.
También esta relación atestigua las terribles bajas sufridas en el ejército hispánico: Así, señala que el 20 de agosto, los hispánicos enviaron a Amberes una caravana, "qu'il a envoyé plus de soixante et dix chariots pleins de blessés vers Anvers et puis sept chariots chargés de corps morts, (...)"
Asimismo, esta relación ilustra el terrorífico escenario dejado tras abandonar Espínola las obras de asedio a primeros de octubre: cuerpos sin enterrar, e inválidos y enfermos abandonados en el campamento, "d'avoir laissé ses morts pour estre la pasture de la flamme ou des bestes sauvages (...) les rivages tous couverts de carnage et blanchis d'ossemens de morts (...) en abandonnant ses soldats malades au milieu de son embrasement, (...)" Anota también que más de 30 hombres y mujeres, que estaban enfermos y abandonados en el campamento, fueron recogidos y llevados a Bergen-op-Zoom para ser tratados.

La dimensión del desastre viene refrendada por el hecho que, durante el siguiente año, Ambrosio Espínola no hizo movimiento alguno y pasó el tiempo recomponiendo el Ejército de Flandes: Algunas de las unidades simplemente dejaron de existir, los tercios valones de Ognies y Wyngaarde desaparecen de las operaciones posteriores, y probablemente ante las bajas causadas en sus unidades tuvieron que ser reformados. 
Lo mismo ocurre con el tercio inglés de Vaux, el cual también desaparece de la documentación posterior; las reticencias del mismo a luchar contra sus compatriotas ingleses, unido a las bajas (debido a que muchos de sus soldados se "pasaron al enemigo"), forzó a que también fuese reformado. El capitán Domingo de Toral, testigo vista de los hechos, confirma las cuantiosas bajas del tercio inglés de Vaux en uno de los asaltos: "servía entre nosotros un tercio de ingleses que también se halló en todo lo que se ofreció; de ellos y de los nuestros estaban las trincheras llenas de cuerpos muertos que no se podía poner los pies en la tierra, si no es en ellos, (...) reputáronse 500 los muertos; amaneció y mandaron que los retirasen, y mi compañía también se retiró." 
Desde los Países Bajos se pidió con insistencia refuerzos españoles e italianos, considerados tropas de élite, para poder completar a las unidades de esas naciones que habían quedado diezmadas o crear alguna nueva unidad. Así, mediado el año 1623, el Consejo de Estado señalaba: "Así mismo escribe S. A. que es muy pequeño el número de infantería española que hay allí y también de la italiana; y suplica S. A. a S. M, se sirva de enviar el mayor número que se pueda, en particular del Estado de Milán, (...)"; también indicaba lo advertido por el General de la caballería de Flandes, don Luis de Velasco, "que hay mucha falta de españoles y de italianos. Que la gente que dicen se paga en Flandes llega a 60.000 hombres, los más impedidos y que no son de servicio, y convendría escusarlo."; además se señaló la importancia de construir un hospital en Brujas "para curar a los soldados, (...)"
Los refuerzos llegaron a los Países Bajos ese mismo año, pero no se efectuó ninguna acción ofensiva hasta el año siguiente.



GUARNICION DE BERGEN-OP-ZOOM

Gobernador: Louis de la Cathulle (van der Kethulle), señor de Ryhove

Efectivos: (6.400 soldados en unas 49 compañías de infantería y caballería, ascendiendo a unos 10.000                     hombres en más de 70 compañías a finales de agosto)

  
   Compañías escocesas del regimiento de sir Robert Henderson (muerto de las heridas recibidas en combate)
   Compañías inglesas del regimiento de sir Charles Morgan
   Compañías valonas del regimiento de Philips de Levin, señor de Famars (herido en combate)
   Compañías neerlandesas del regimiento de Adolph Philips van Horne, señor de Lokeren
   Varias compañías francesas del regimiento de Gaspard III de Coligny, Duque de Châtillon
   Una compañía suiza del capitán Waltoffer (muerto en combate)

   La guarnición ordinaria de la ciudad, al mando del Sargento-mayor Jacques Heckaert


Caballería formada por 4 compañías de coraceros del señor de Ryhove, Van der Wel, Brouchem y Mons du Metz


Detalle de un grabado que muestra la llegada de la milicia de Leiden a la ciudad de Grave, en septiembre de 1622. Este hecho viene enmarcado en las distintas acciones realizadas por Mauricio de Nassau, Príncipe de Orange, para socorrer a Bergen-op-Zoom. (Grabado de Cornelis Liefrinck)


Bajas: La crónica neerlandesa del asedio señala que de los sitiados murieron sólo 600 hombres y que muchos más resultaron heridos. 
En el relato del asedio de los tres clérigos protestantes, testigos de los hechos, se cuentan, al menos, 17 bajas entre los capitanes de las más de 70 compañías que defendieron la ciudad. Entre estas bajas (10 capitanes muertos y 7 heridos), se incluyen las de los coroneles, tenientes-coroneles y sargentos-mayores, los cuales también mandaban sendas compañías. Esto nos acerca a un 20% de bajas entre los capitanes de las compañías; si bien algo alto para la oficialidad, entra dentro de las cifras tolerables por desgaste en campaña.
Este porcentaje de bajas se podría extrapolar a la totalidad de la guarnición de Bergen-op-Zoom, esto nos daría que unos 2.000 hombres habrían causado baja por causas diversas. Al respecto Céspedes señala que, aunque las bajas hispanas fueron altas, "mas lo cierto es, que en ambas partes hubo asaz muertes y desdichas, (...)"

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NOTA1: Si bien el tercio del Principe de Barbançon figura como un tercio valón, éste fue reclutado en Lieja, territorio dependiente, por aquel entonces, del Sacro Imperio Germánico.
El tercio de Diego Luis de Oliveira aunque figura como "español", tenía un alto componente de reclutas portugueses.
En cuanto a los regimientos del duque de Aerschot y de Chimay (ambos hermanos y primos del príncipe de Barbançon) son "bajo-alemanes" o de "alemanes bajos", es decir, reclutados en las regiones de los Países Bajos donde se hablaba alemán (Limburgo, Gueldres y Luxemburgo); el resto son regimientos "alto-alemanes" o de "alemanes altos", los cuales serían reclutados en los territorios católicos del Sacro Imperio Germánico, que estaban próximos a los Países Bajos.

NOTA2: Es de suponer que casi la totalidad de las bajas referidas en el ejército hispánico corresponderían al Ejército de Flandes, al mando de Espínola. El Ejército del Palatinado de Gonzalo Fernández de Córdoba apenas estuvo un mes en el asedio. Gonzalo de Córdoba asentó su campamento en el cuartel de Baglioni, y como dice el capitán Domingo de Toral: "en aquella parte no sucedió cosa notable, más de algunas salidas y el haber hecho una batería para batir la muralla;". Además el ejército de Gonzalo de Córdoba venía agotado y con bajas, tras un dura y exitosa campaña en el Palatinado, que culminó con la victoria de Fleurus en los Países Bajos.

NOTA3: El tercio valón de Fontaine sobrevivió a la reforma de 1623. Colaborando posteriormente en las acciones auxiliares para el cerco de Breda (1624-25).
En cuanto al regimiento alemán del Duque de Neoburgo sí que participó activamente en el sitio de Breda, aunque en su momento no le incluí en el correspondiente ORBAT del sitio de Breda. El regimiento del Duque de Neoburgo estuvo asentado en el cuartel fortificado del Barón de Balançon. Precisamente es en ese cuartel donde desfiló la guarnición vencida de Breda, momento reflejado en el cuadro de Velázquez.